Me encuentro en un punto en el cual no sé que es peor. Si ir a la escuela o regresar a casa.
Tan sólo pongo un pie en casa y prefiero largarme lejos. Los gritos pueden escucharse a metros de mi hogar.
Papá borracho, que novedad. (Nótese el sarcasmo) cuando papá está en esas condiciones, se pone muy agresivo conmigo y mi madre, gracias al alcohol le ha levantado la mano a mamá, jamás ha pasado de eso y en verdad espero que jamás llegue a esos extremos.
Aún así no logro entender, ¿cómo es que mi mamá permite eso?
Ahora al llegar, miré a mi madre tendida en el piso llorando y recogiendo trozos de vidrio roto. Creo que eran platos.
-¿Qué sucedió? -cuestioné intrigada, dejando mi mochila de lado para sentarme con ella.
- No fue nada Andrea, ve a tu habitación. -Trataba de mantenerse fuerte, lo sabía.
- Tú ve a tu habitación mamá, yo me encargo de esto. -Intenté darle apoyo. Tomé su mano y le ayudé a levantarse del piso. Ella me sonrió y tomó mi mejilla en un gesto maternal y se dirigió a su habitación. Pude ver como trataba de limpiarse algunas lágrimas.
Después de ese suceso, de lo cual seguía con la intriga de saber qué rayos había pasado, fui a mi habitación igualmente.
Pasé por la habitación de mi madre, sus sollozos eran imposible pasarlos a desapercibidos. No intenté entrar, ya habría momento para hablar con ella.
Papá sale del baño, y es ahí cuando mi mente logra captar o hacerse una idea de los sucesos. Él tuvo algo que ver.
Me odio por ser tan cobarde y no hacerle frente. Me odio por ser débil. Porque juro que sí iba a defender a mamá. Que preguntaría que sucedió, pero al ver a mi padre borracho, con sus puños ensangrentados, y su mirada hecha furia, simplemente... no pude.
Lo esquivé y me fui a mi cuarto. No quería problemas, al fin de cuentas, él es el hombre de la casa, y según nuestra crianza, nosotras por ser mujeres debemos soportar esto.
Y no saben cuanto odio ésta maldita costumbre.
Motivo número cuatro para matarme: Soy terriblemente débil.
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CUARENTA DÍAS.
Short StoryTodo tiene un fin, y el mío, llegará más pronto de lo que te imaginas. Una vez me dijeron, que era de cobardes arrancarse la vida. Pero yo no creo en eso. Cada persona que dio el paso mortal, fue porque tuvo sus motivos. Yo tengo, cuarenta motivos...