Capítulo 16.

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— ¿Así que son novios? —Miranda pregunta mientras estamos comiendo en la cafetería

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— ¿Así que son novios? —Miranda pregunta mientras estamos comiendo en la cafetería.

— Creo que sí. —respondo tímidamente.

— Para lo que va a durar. —comenta con despreocupación Sandra mientras da una mordida a su manzana.

— Sandra, callate. —le dice Miranda volcando sus ojos. —
No le hagas caso, solo ignora la.

Yo asiento, ya estoy acostumbrada a su manera de ser.

Me levanto de ese lugar y me marcho, pese a que sé como es Sandra, y sea mi amiga, su comentario estuvo de más.

— Hey, no te vayas —me dice Miranda, —sientate, Sandra ya no dirá cosas así, ¿verdad? —esto último se lo cuestiona a Sandra, y la chica sentada con un emparedado en la mano, sólo se limita a volcar los ojos.

— No pasa nada, aún así quiero ir al salón. —le resté importancia y sin esperar respuesta, me marché.

Entro al aula, y está completamente vacía, ni siquiera Josh se encontraba y eso sí es raro.

Me siento en mi lugar y de nuevo se encuentra un papel en mi butaca. La diferencia entre éste y el que Josh puso en mi libreta, es que éste está escrito a computadora.

Motivo número uno por el que vale la pena vivir: tu sonrisa, es el motivo de la mía.

Lo leo una, dos veces, hasta tres.

¿Pero qué rayos? La única persona que conoce sobre mi libreta de motivos para morir, es Josh. Pero dudo que sea él, cuando Alan dijo que soy su novia, él solo se limito a sonreír y dijo:

Tranquilo, no es mi tipo.

Y se fue, dejandome sola con Alan.

Por eso dudo que Josh haya sido. Pero, quizá él le contó sobre mi libreta a Alan...

¡Si! ¡Él fue!

Salgo corriendo del salón en busca de Alan, con mi pulso a mil por hora.

Finalmente lo visualizo en una macetera alrededor de sus amigos, y sin dudarlo, me lanzo a sus brazos.

— Gracias. —susurro con alegría.

— De nada, —su risa se escucha nerviosa, por consiguiente me aparta delicadamente —¿por qué? —pregunta confuso.

Yo entusiasmada le muestro la nota. Sus gestos cambian drásticamente, me toma del brazo y me aparta unos metros de sus amigos.

— ¿Quién te lo dio? —su mandíbula esta apretada, al igual que sus puños.

— T-tu me lo diste —afirmo nerviosa, temo haberme equivocado.

Él ríe sonoramente, y arrebata el papel de mis manos.

— Yo no te lo di. —lo rompe con frenesí, y se marcha con sus amigos de nuevo.

Me quedo parada, aún en blanco pensando en lo estúpida que fui.

Y la mirada dura de Josh, que se encuentra unos metros alejados de mi, me lo confirma.

CUARENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora