Llegué a la escuela, sin ánimos de nada. Lo sucedido en mi casa aún sigue presente en mi cabeza.
Cada vez me debilito más, con cada día que transcurre... deseo que sea el último.
Quiero dejar de llorar por las noches, dejar de sentir ese dolor en mi corazón que me impide ser feliz. Cada día, me espera una mierda diferente.
Cada día, ya se lo que sucederá. Sé que mi vida, será un constante problema, para mi y para todo aquél que me rodea.
Sin poder evitarlo, incluso sin darme cuenta, una lágrima sale a la luz, y con ella se avecinan más, y más, y más.
Siento una mano en mi mejilla, y me levanto al instante.
Josh es quién está frente a mi, con una mueca en sus labios.
— ¿Llorando de nuevo? —encarca una ceja, pero aún así no deja de verme.
— Tú no sabes nada. —respondo con molestia, incluso se me hace extraño contestar de esta manera. Yo no soy así.
— Te he visto más veces llorar, de lo que yo he tenido un libro en mano —dice con voz bastante calmada. Todo en él, reluce calma.
— Vete. —exhalo con cansancio y desvío mi mirada de la suya.
— No.
— ¿N-no? —tartamudeo, creí haber sonado lo bastante firme como para que me dejara en paz.
— Así es, no. —sus ojos se clavan en mi mirada, siento temor. —Este también es mi salón.
— Da igual. —pongo mi cabeza entre mis brazos, decido que ignorarlo es la mejor opción.
— ¿Por qué permites que la gente te humille? —su pregunta hace que levante mi cabeza.
— Eso no es cierto. —niego con mi cabeza. Sé que es verdad lo que él acaba de decir, pero negarlo quizá me dé un poco más de valor.
— Lo es. Leí tu diario —señala con su vista hacia mi libreta que yace en mi mesa — es lo más cobarde que jamás he leído.
Si antes no me sentía completamente destrozada, con esto que me dijo, ahora lo estoy.
— Tu opinión, puedes metertela por el trasero. —lo fulmino con la mirada y me levanto de mi lugar.
No puedo pasar más tiempo con éste imbécil.
Lo hago a un lado con un empujón, pero siento que toma de mi mano.
— Así es como debes de ser. —dice esto con una sonrisa en sus labios. —Nunca debes dejar que alguien te pisotee. Debes defenderte y debes valorarte.
Su respuesta me dejó sin aliento. Entonces, ¿él dijo eso sobre mi libreta a propósito?
— ¿Eso fue una lección? —pregunto desconfiada.
— Lo fue. —sonríe. —pero eso no quita, que de verdad esa especie de diario es una basura.
— ¡Deja de tocar a mi novia!
Un grito suena en el aula. Alan.
¿ Y acaso dijo novia?
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CUARENTA DÍAS.
Short StoryTodo tiene un fin, y el mío, llegará más pronto de lo que te imaginas. Una vez me dijeron, que era de cobardes arrancarse la vida. Pero yo no creo en eso. Cada persona que dio el paso mortal, fue porque tuvo sus motivos. Yo tengo, cuarenta motivos...