Emboscada en la mansion

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- Alex está tardando demasiado – dije mirando por la ventana.

- Debe eliminar un litro de helado – respondió Jean sonriendo.

- Y un par de pastelillos – susurre. Por el coraje que le dio la roma de Jean termino por comerse mis pastelillos.

- ¿Estaba celosa?

- Sonreí para mí mismo – ¿Qué te hace pensar eso?

- Su mente estallo cuando te vio con esa chica - rio – pensé que iba a matarte.

- Fue esa mujer la que tropezó conmigo – dije desinteresado.

- Pero fue más que suficiente para que le entraran los celos – dijo, volví a sonreír - ¿Qué tal va el plan de conquista?

- La mire – ¿No tengo ni idea de lo que me hablas?

- Si claro – sonrió.

- Lamento la tardanza – dijo Alex subiendo a la camioneta.

- Ya era hora – me queje.

- Perdón – susurro.

- Tardaste tanto que ahora yo quiero ir al baño – mire a Jean, guiño antes de bajar del auto.

Charles y Jean se enteran de todo muy rápido. Siento una gran falta de privacidad.

- Loki – gire enseguida al oír su voz.

- Alex rio, fingí desconcierto - ¿Dime?

- Hace rato, cuando estábamos en el despacho del profesor ¿Qué era lo que pensabas?

- Volví la vista en el frente, suspire – en que ... si estuviera en Asgard le pediría a Heimdall que los buscara.

- ¿Extrañas Asgard? – susurro desanimado.

- Mire su reflejo por el pequeño espejo, su mirada es triste esperando mi respuesta – solo algunas cosas.

- Lamento la tardanza – dijo Jean al entrar.

- No importa – dijimos los dos al mismo tiempo.

Jean sonrió complacida y echó a andar la máquina. El resto del trayecto Alex estuvo en silencio. No es que extrañe por completo Asgard, solo algunas cosas, empezando por mi madre, ella es a quien más extraño. Después le siguen mi cama y el cierto poder que tenía ahí.

- Que extraño – susurro Jean.

- ¿Qué ocurre? – pregunte.

- Las ventanas están abiertas – respondió.

- El profesor las habrá abierto – dijo Alex.

- ¿En invierno? – volvió a susurrar Jean. Hubo un aire siniestro entre los tres – Iré a ver que pasa, espérenme aquí.

- Te acompaño – dije.

- No, solo quédate con ella – señalo a Alex.

Jean bajo veloz y desapareció por el jardín trasero.

- Deberías ir con ella – dijo Alex.

- Estará bien, no olvides de quien estamos hablando – bromee.

- ¿Esa es tu manera de calmarme?

- La otra seria hacer un hechizo de sueño – respondí mirándola atreves del retrovisor. Alex esbozo una sonrisa radiante. Se escucharon los ecos de unos disparos del interior de la mansión.

El Regalo de esa nocheWhere stories live. Discover now