Capítulo 25

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Hanna.

Resulta ser que mi vida va en picada, o es así como yo la veo. Primero, Billie, quien se supone es mi "amigo", me deja plantada bajo la lluvia en un día al que considero importante. Y dos, Tré, mi mejor amigo, se irá de California. ¿Algo peor que quedar sola?

Ciara ha estado con su novia, Ashley con Chris, y Alissa... ella ha estado actuando igual de siempre, solo que con Ginna, la zorra a la que odio.

Así que me he encontrado sola y triste. Además, la lluvia acompaña mi triste pérdida. La pérdida de mi paciencia y dignidad.

¿Estoy exagerando? Tal vez. Pero mira, he sido tan usada y deshechada y ahora me encuentro sola sin siquiera una mísere amiga a mi "disposición".

Y ahora... ahora quiero comer. Sí. Comer me hace sentir bien. Además de estar todo el día en cama.

—¿Dónde diablos están los chocolates?

Reviso mi mochila por segunda vez, pero parece ser que alguien se comió mis dulces. Y no quiero culpar a nadie, pero esto me huele a mamá. Suele quitarme mis dulces y ocultarlos...

—¡Mamá! —grito, y en unos segundos aparece en la puerta de mi habitación.

—¿Sí, hija?

—¿Has visto mis chocolates? No los encuentro.

—Antes de que me culpes, tu hermano tiene envoltorios en su habitación.

—¿Erik? —pregunto. Asiente.

Vaya, vaya. Erik es hombre muerto. Nadie me quita mis chocolates y luego vive para contarlo. No, señor.

—¡Erik! —grito, pero no oigo respuesta.

Parece ser que debo levantarme. Rayos.

—¡Erik! —vuelvo a gritar, a la vez que salgo de mi habitación para dirigirme a la suya.

—¿Qué diablos quieres? —pregunta, del otro lado de la puerta.

—Abre la puerta, o serás hombre muerto —advierto. Se oyen ruidos del otro lado y segundos después la puerta se abre.

—¿Qué quieres?

—Creo que ya sabes a lo que vengo, idiota.

—¿De qué diablos hablas?

—¡Mis chocolates! —grito. Abre los ojos al tope y cierra la puerta en mi cara.

¡En mi cara! ¿¡Quién se cree!?

—¡Erik! ¡Mis chocolates! —grito más fuerte, pero parece ignorarme—. Idiota.

Doy media vuelta y me dirijo a las escaleras. Seguro en la cocina hay comida.

—Diane —la llamo, una vez que llego al umbral de la cocina.

—Sí, ¿qué ocurre, cariño?

—Tengo hambre —me quejo. Sonríe y hace señas para que me siente frente a la mesada.

—Hay pastel de chocolate en el refrigerador.

¡Pastel! DE-LI-CIO-SO. ¿Algo mejor que un pastel de chocolate? Dos pasteles de chocolate.

—Aqui tienes. —Acerca un pequeño plato con una gran porción y gustosa comienzo a comerlo.

Sí, con la mano. Al diablo los cubiertos.

—Esto está delicioso.

—Lo sé, pero come con la cuchara —dice, pasandome el cubierto. Pero me niego a tomarlo.

Ordinary World. [Billie Joe Armstrong] #FueledByPremios2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora