Capítulo 36

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Hanna.

—¿Alissa? —pregunto, sorprendida. Pero la pelirroja me ignora y centra su vista en Billo.

Bill. Billy. Billo. Lo mismo, ¿no crees?

—Amor, ¿pasó algo? —pregunta Bill, mientras se levanta de su asiento—. Ven, vamos al baño.

Ambos se alejan, y no puedo evitar sentir un poco de celos. Espera... ¿celos? ¿Yo? No. No puede ser.

—Esa zorra de nuevo —habla Jeff. Lo miro sorprendida—. ¿Qué? ¿Sólo a tí te cae bien?

Niego. Asiento. Qué confusión. Diablos.

—Esa perra...

—Señorita —corrige Jason.

—Como sea. Nos ha robado a Billie desde hace semanas. Y no para de hablar de lo bueno que es el sexo con ella —se queja.

—Todo porque somos vírgenes —musita Jason.

Jeff y Tré sonríen. —Nosotros no, amigo.

Jason bufa.

Por mi parte me levanto del banco y me alejo de la mesa.

—Permiso —me disculpo. Y voy hacia los baños. O donde creo que son los baños.

Llego hasta dos puertas. Una con un cartel con una batería y otra con un pandero. ¿Eso no es machismo? Como sea. Entro cautelosamente por la puerta del pandero y no veo a nadie.

Oigo voces. Seguro son ellos. Me acerco a un cubículo y apoyo mi oreja en la puerta. Sí. Son ellos.

—Hazlo, Billie.

—Sabes bien que no puedo amor. Pídeme... no sé, que corra en bolas por el instituto, pero no me pidas que me aleje de Sullivan.

Damn. Asi que eso es lo que quiere Alissa. Vaya, vaya. Aunque siendo sincera, era de esperarse.

Me alejo del baño con lentitud y salgo de vuelta hacia donde están los chicos.

*   *   *

Literatura. Oh, dulce literatura.

—Bien, chicos. Lean Víctimas del Tiempo para la próxima clase —dice Brink. Asiento.

—Sí, señorita.

—Y Armstrong... —todos voltean detrás de mí, menos yo—. Quiero que para mañana haga un resumen del libro.

—¡Pero no puedo leerlo en un solo día! —exclama.

Billo. Oh, Billo. Tan dramático como siempre.

—Hanna puede ayudarte.

¿Qué?

—¿Qué? ¿Disculpe? Yo no puedo, señorita —me excuso.

—Lo siento, Hanna. Si quieres tener un sobresaliente, vas a tener que ayudar a tu compañero.

Diablos. Me cago en lo dioses. No, mentira. Ya veo que algún dios me manda una maldición. Rayos y recorcholis.

Suspiro. —Sí, señorita.

—Bien, ya pueden retirarse.

Todos nos levantamos y salimos del salón. Aire. Necesito aire.

—Sullivan.

Diablos.

—¿Qué? —Volteo y lo encaro.

—¿Vamos a la biblioteca?

Asiento mientras suspiro.

—Vamos.

Nos dirijimos hacia la maldita biblioteca. Y... diablos, Hanna. ¿Por qué tan violenta?

Ordinary World. [Billie Joe Armstrong] #FueledByPremios2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora