Capítulo 40

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Primero que nada, ¡llegamos al 1k! Felicidades a ustedes por esto :3

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Billie.

Miro un punto muerto en la cafetería. Ni siquiera sé en qué estoy pensando. ¿No te pasa que te quedas viendo a la nada, y de igual forma, no piensas en nada? Bueno, así estoy ahora.

Diablos. Me siento mal. Esto de perjudicar a Sullivan me pone mal.

Digo, la considero mi mejor amiga. Y que ella no lo haga... diablos, me pone mal.

—Hey, Billie. Si sigues así vas a terminar como Sócrates —oigo decir a Jeff.

Te cuento, desde que ha empezado a leer "El mundo de Sofía", se la pasa haciendo referencias al libro.

Mira tú. Quién diría que uno de nosotros terminaría siendo un nerd lector. Es decir, sí, eso. Bah, ¿de qué hablaba?

Bueno, me estoy poniendo idiota. Mucho de mirar a la nada, ¿no?

—¿Saben? A Sócrates lo obligaron a tomar veneno, porque no seguía las "normas" de la sociedad —dice Jeff. Muy entretenido mirando su libro.

—¿Y a mí qué me interesa? —pregunto. Pero continúa.

—Y Platón consideraba que todos estamos hechos de moldes...

Desconecto mis oídos de la realidad, y sigo observando a la nada. Sólo quiero a Sullivan.

Espera. ¿Qué diablos acabo de pensar? ¿Que quiero a Sullivan? Espera.

Oh. No. No. No. No. No. No. No. No. Sí. ¡No! No, diablos no. ¿Qué te pasa, Billie?

Siento un piqueteo en el pecho. ¿Qué me ocurre? Tú, chica, tú si sabes, ¿no? Dime, ¿qué diablos me pasa? Siento esa cosa que sentía con Alissa. ¡No! No es amor. Es lo otro. Eso... ¿cómo se dice? ¿Ne... Necesi...? No sé.

—Me voy —informo a Jeff y a los demás, y me largo de la cafetería. Necesito aire.

Salgo de la jodida cafetería y me voy a mi casillero. Saco mi mochila y lo demás inútil lo dejo allí. Necesito ir a casa.

—¡Billie!

Volteo y veo a mi rubio amigo. Ja, amarillo sol, ¿lo recuerdas? Ahora lo tiene casi verde.

—¿Qué quieres? —pregunto.

—¿Hoy estás libre?

Pienso. ¿Hoy qué día es? ¿Miércoles? No sé. Pero luego de recibir un golpe en mis partes íntimas por parte de Sullivan me puso medio imbécil.

—No lo sé, Mike.

—¿No tenías clases de guitarra?

Cierto. Lo olvidaba. ¿Recuerdas que te mencioné acerca de esto? Bueno. He ido. No frecuentemente, pero si algo constante. Bueno. Digamos.

Creo que hoy tengo que ir. Si no me equivoco tengo una clase hoy. Como sea. Le hubiera pedido a papá que me enseñara. Pero él toca la batería. Y además no quiero joderlo.

Sigamos. Miro a Mike unos instantes y luego niego con la cabeza.

—No vamos a poder juntarnos hoy, bro.

Mike suspira.

—Entonces mañana.

Me despido de él y voy directo a la salida. No sin antes recibir miradas de los malditos pubertos. Ay, cómo los detesto.

Cuando llego afuera respiro profundo. El aire me hace bien, creo. ¿Te conté esa vez que me mareé por tomar demasiado aire, en invierno? ¿No? Vaya, hay varias cosas que no te he contado.

Cómo por ejemplo que la familia de Jason es bastante estricta. Por eso cuando descubrieron lo de la droga su madre pensó en mandarlo al ejército. Sí, así de heavy.

Y Jeff, pobre Jeff. Desde que su madre lo abandonó trata de distraerse con otras cosas. El año pasado fueron los deportes. Pero parece que ahora los libros son su fuerte. Su padre, es decir, Papa Matika, ha estado en el alcohol durante mucho tiempo. Y las revistas Playboy lo hacen despertarse de su nube. Además, oye, tiene un hijo que mantener. Si el tío de Jeff no le mandara a ellos una cuota mensual, realmente no sé qué sería de ellos.

¿Y Mike? ¿Quieres saber por qué empezó a estar en la música? Porque sus padres se divorciaron hace poco. No se lo ha contado a nadie, sólo a mí. Porque somos mejores amigos. Incluso más que con los demás.

Pero bueno. Qué se le va a hacer. Sigo mi camino hasta llegar a casa y antes de que me agarre la lluvia entro de una. Saludo rápido y voy hacia mí habitación. Donde encuentro a Frank, acostado en el suelo. No es el colchón. Sino en el suelo.

—Oye, Tré. ¿Tanto te cuesta mover tu trasero a la jodida cama?

—¿Eh? —dice adormilado.

Bufo y me acuesto en mi cama. Necesito descansar. Pobre Sullivan. Me siento mal. Pobre Jeff. Pobre Jason y pobre Mike. Siento pena por ellos. ¿Y por qué me siento así? Billie Joe no es así. Rayos. Esto de chicas me afecta. Y eso que no he tenido sexo durante semanas.

Pero qué. Que se le va a hacer.

Escucho un golpe en la puerta y luego mi madre entra en la habitación.

—Billie, hijo —dice—. Vino una muchacha a dejarte esto.

Me entrega una pequeña bolsita. La tomo y mamá se va del cuarto. Impecciono la bolsa y luego dejo su contenido en la cama. 

Un candado y una llave caen en las mantas y una pequeña hoja. La tomo y la leo en voz alta.

Espero que sepas utilizar este candado como un hombre y no como un imbécil, Billy. Te veo en el infierno.

¿Sullivan? Demonios.

Ordinary World. [Billie Joe Armstrong] #FueledByPremios2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora