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Siempre había odiado el instituto.

No la institución en sí, ni las clases. A Mia le gustaba el conocimiento, aprender cosas nuevas. Sobre todo, le fascinaba la anatomía. Y es que el funcionamiento del cuerpo humano le parecía algo maravilloso.

No, a Mia Hunter lo que le disgustaba era la gente. Nunca había sido una persona muy sociable, y no ayudaba que cada instituto tuviera su propia jerarquía particular. No entendía porqué unos eran más populares que otros, porque unos se pasaban aquellos años siendo adulados y admirados sin mérito alguno y a otros se les hacía la vida imposible a pesar de sus esfuerzos.

Nada más cruzar la puerta, se dió cuenta de que aquel no iba a ser diferente. Asco de sociedad, pensó. Despreciaba a vampiros y lobos, pero tenía que admitir que muchas veces los humanos no se diferenciaban tanto de ellos.

Ante la curiosa mirada de los estudiantes, se echó la chaqueta de cuero negra hacia delante y peinó su cabello, tratando de ocultar su rostro lo máximo posible. Ahora ella era la chica nueva, la novedad. Todos estarían pendientes de lo que hiciera.

Se dirigió a la secretaría del edificio y aguardó un rato. No tuvo que esperar mucho hasta que la mujer que trabajaba allí la atendiera.

- Buenos días - saludó con una enorme sonrisa - soy Emily Buttons. Eres nueva, ¿ verdad ?

Asintió.

- Chica de pocas palabras - observó - Bueno, te explico. Este es tu horario - dijo dándose la vuelta y agarrando una hoja para tendérsela posteriormente - tienes anotada la asignatura, la clase en la que se imparte y el profesor que la da. Aquí tienes la llave de tu casillero y un plano del instituto. El comedor está abierto por la mañana desde las seis hasta las diez, y para comer de una a cuatro. La cafetería también abre por la tarde. 

Mia agarró la llave y el plano que la mujer había dejado sobre la mesa.

- Gracias - dijo escuetamente antes de irse.

- ¡ Suerte ! - exclamó a sus espaldas.

Caminó mientras le echaba un vistazo a todo aquello. Antes de nada, debía encontrar su casillero, el 303.

Buscó aquel número por los pasillos, hasta encontrar la fila de los trescientos.

- Aquí estás - dijo al encontrarlo, metiendo la llave en la cerradura. Trató de abrirlo, pero había algo atascado que se lo impedía - Oh, vamos- masculló molesta.

Le dió un golpetazo con la palma abierta y la taquilla se abrió.

Ignoró la mirada de la gente, cuya atención había sido atraída por el sonido del golpe, abrió su mochila y descargó los libros que no usaría en la mañana.

Se aseguró de que la taquilla quedara bien cerrada y examinó el horario ; Historia, biología, matemáticas, literatura, química. Primero debía ir al aula 129. Consultó el plano y se dirigió hacia allí.

Cuando llegó a la clase, casi todos los alumnos estaban ya dentro, aunque aún quedaban asientos libres. Buscó un hueco en una de las sillas del fondo y se sentó, a la espera de que llegara la profesora.

- Eh, tú - dijo con voz malhumorada una chica con rizos negros parándose delante de ella - Estás en mi sitio.

Las conversaciones se volvieron murmullos y muchos se volvieron hacia ambas. Eso era algo que tampoco entendía.  ¿ Tan interesante era una pelea de instituto ?

Mia se dió la vuelta y observó su silla fingiendo estar desconcertada, para después volverse hacia la desconocida.

- ¿ En serio ? No veo tu nombre por ninguna parte- espetó.

Los demás soltaron una carcajada. La mirada de la chica echaba fuego.

- No te conviene ir por ahí, rubia - advirtió - No sabes lo que te vas a encontrar.

Solo entonces Mia se dió cuenta de que su cabello se movía por una corriente de viento que era imposible que procediera de la ventana o de la puerta. Y comprendió.

- Si intentas tocarme un pelo, bruja - dijo entre siseos, inclinándose hacia ella - Te partiré las manos para que no puedas jugar en un tiempo. Así que cuida tus amenazas.

La morena pareció sorprendida, pero al contrario de enfadarse más, sonrió. Quien iba a decir que encontraría a una chica con tanto carácter como ella en su propia clase.

Estiró la mano y se presentó :

- Rebekah.

Mia no pudo evitar sentirse confundida ante su cambio de actitud. Pero entonces entendió que su actitud desafiante le había agradado, y estrechó su mano pensando que quizás podrían convertirse en futuras aliadas.

- Mia Hunter.

- Bien, Mia Hunter - sonrió cínica- A ver si sobrevives a tu primer día.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora