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Niklaus gritó con furia estrellando el teléfono móvil contra la pared.

Mientras que él no cesaba de reclutar vampiros para formar un ejército y poder proteger a la pequeña Hope, alguien se encargaba de hacerlos desaparecer con la misma rapidez. Parecía que cuanto más afán pusiera en aquella tarea, menos tardaría el desconocido en arrebatárselos.

Pensando que aquella situación no podía seguir así, el híbrido bajó al piso de abajo con un salto digno de envidida y emergió en el vestíbulo de entrada.

Coreó a voces el nombre de su hermano mayor, hasta que éste apareció con su constante semblante serio.

- ¿ Qué ocurre, Niklaus ? - dijo, más como una orden que como una pregunta.

- Estoy harto - siseó, paseándose de forma nerviosa alrededor del otro original - ¡ Cada vez que consigo que un vampiro se una a nuestro bando, mueren dos !

- No son aliados tan valiosos, entonces - contestó Elijah indiferente. Al contrario que su hermano, él no se alteraba con tanta facilidad. De hecho no lo hacía casi nunca.

- No estoy para bromas Elijah - espetó el híbrido - Vamos a ir ahora mismo a ver a los muertos, y ay si reconozco quien ha sido el causante de tal obra.

El original asintió sin ánimo alguno y siguió a su hermano, que no había perdido tiempo en echar a "correr" hacia el lugar del crimen. Lo cierto es que de momento a Elijah no le preocupaba que un par de vampiros hubieran aparecido muertos, aunque sí que deseaba que su sobrina tuviera toda la protección del mundo posible. Sin embargo también era consciente de que unos cuantos vampiros recién convertidos no iban a oponer mucha resistencia frente a una verdadera amenaza. Al final, serían ellos mismos, los originales, la única baza para proteger a la pequeña Hope de sus futuros enemigos.

Aún así apareció en aquel callejón solitario al lado de Niklaus. No quería que se enervara todavía más, y aparte, tampoco tenía nada importante que hacer. Parecía que la tarea de revivir a Kol y así poder devolver a Rebekah a su antiguo cuerpo se hacía más difícil cada día que pasaba, cada teoría que descartaba, aún contando con la ayuda de la poderosa Davina.

Pero resultó que en aquel lugar no había solo un par de vampiros muertos, como el original se había imaginado, sino que en su lugar había diez, tanto novatos como experimentados, repartidos en un reguero de sangre a lo largo del callejón. 

Y con la sangre que en su momento había salido borboteando fuera de sus cuerpos, había una frase pintada en la pared :

<< Los vampiros son el mal de este mundo. Y yo los libraré de hasta el último de ellos >>

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora