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Aquella noche Elijah durmió por primera vez en días, pero no durmió a gusto.

Tenía un sueño intranquilo, inquieto, algo que le hacía removerse en la cama en sueños de forma nerviosa.

En su mente aparecía una imagen confusa, como borrosa. Veía unos pies correr a toda velocidad sobre el asfalto encharcado, con los zapatos resonando contra el suelo, acompañado del sonido de una respiración acelerada y casi asmática. A veces lograba vislumbrar un mechón de cabello negro, aún más oscuro de lo normal debido a que estaba empapado por la lluvia. Unas gotas de sangre caían al suelo rítmicamente con cada paso, y una voz familiar siseaba palabras maquiavélicas detrás de la joven, que huía asustada. Entonces, unas zarpas que conocía demasiado bien agarraban la mano de la chica y la obligaba a darse la vuelta, mostrando su cara por fin.

Y justo entonces, sobresaltado, Elijah se despertó.

Incorporándose, se quedó medio sentado en la cama, aún con los latidos a cien y los ojos bien abiertos a pesar de las altas horas de la madrugada.

Era Mia, la chica del sueño. Mia Hunter. 

El Original se llevó las manos a la cabeza y revolvió su pelo confundido. ¿ Por qué había soñado con aquella chica ? Niklaus, pensó. Sus amenazas hacia el protagonista de la masacre contra los vampiros le había calado más de lo que había querido creer en un principio. Estaba seguro casi al cien por cien de que había sido Mia la causante de aquello, y por tanto, sería la futura víctima de su hermano Klaus. De alguna forma, la preocupación había sido tan fuerte que había conseguido manifestarse hasta en sus sueños.

Elijah sacudió la cabeza, tratando de alejar aquellos pensamientos. Aquella chica era insignificante, no era nada para él. ¿ Qué le importaba lo que sucediera con ella ? Bien podría Niklaus arrancarle los huesos uno a uno, él no tenía nada que ver.

Pero Elijah sabía que estaba mintiéndose. Con el solo pensamiento del híbrido haciéndole daño, se sintió tan mal que tuvo que clavarse las uñas en la mano hasta hacerse sangre para darse cuenta de que solo había sido un simple sueño, que no era real.

Pero la incertidumbre lo estaba matando, le carcomía por dentro. ¿ Y si por alguna casualidad era eso lo que estaba pasando ahora mismo ? ¿ Y si ella lo necesitaba ? ¿ Y si llegaba tarde ? 

Por todo aquello que se preguntaba y más, Elijah decidió ir a verla. Quería asegurarse de que estaba bien de primera mano.

Ya sabía gracias a Rebekah dónde vivía, así que no tardó mucho en llegar.

Agudizó el oído y comprobó que todo estaba en su normalidad, antes de pensar como acceder al edificio. Mia era una cazadora, y por lo poco que sabía de ella, no dejaba las cosas al azar, así que su piso debía estar a nombre de alguien que jamás dejara entrar a un sobrenatural y en el que confiara muchísimo... alguien como su hermano menor. 

El original chasqueó la lengua. Si hubiera sido otra persona, un vecino, por ejemplo, no le habría sido difícil llamar a su puerta y utilizar la compulsión para que le dejara entrar. Sin embargo el chico debía estar perfectamente dormido en su habitación y no había forma de acceder a él.

Observó el edificio por fuera e intuyó cual sería el dormitorio de la joven cazadora. Una vez localizado su objetivo, miró a su alrededor buscando la forma de llegar a él. Siempre podía alcanzar la ventana de un solo salto, pero haría demasiado ruido y Mia tenía el oído muy fino. Entonces su mirada se topó con un árbol de copa frondosa que alzaba sus ramas un par de pisos hacia arriba. Se encogió de hombros y se acercó a él, utilizando su velocidad sobrenatural para escalarlo en apenas un par de segundos.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora