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Después de prepararle a Liam la comida y explicarle a dónde iba, y después también de repetirle una y mil veces hasta la saciedad que la llamara enseguida si tenía algún problema, Mia abandonó su piso y tomó un bus hacia la dirección que Rebekah le había enviado por mensaje.

Si por ella fuera, habría tomado un taxi, ya que iba un poco tarde. Sin embargo, eso suponía mucho dinero. Mia no sacaba el dinero de la tierra, ella y Liam habían vivido en una casa de acogida hasta que cumplió los dieciséis, y a partir de entonces habían ido tirando con el dinero que sus padres les habían dejado - ni mucho ni poco - y con el que la hermana mayor se ganaba en sus trabajos extra. Era la primera vez que cambiaba de ciudad sin buscarse un nuevo trabajo, pero sin duda tendría que hacerlo pronto. Entonces se le ocurrió una idea. ¿ Y si... Mia lo pensó durante un instante. ¿ Funcionaría ? ¿ La llamaría alguien ? De ser así, mataría a dos pájaros de un tiro. Y es que la idea que se le había pasado por la cabeza era hacer de mercenaria por una temporada. No de humanos inocentes, por supuesto, no era una asesina... pero si alguien quería quitar a algún sobrenatural de en medio ella podría aprovecharse y cobrar de ello. Es decir, iba a hacerlo igualmente como cazadora que era, ¿ qué mas daba que le dieran un nombre concreto y un poco de dinero por ello ? Mia se preguntó si aquello iba o no en contra de sus principios.

A todo esto, el autobús llegó a su destino y Mia bajó de un salto de la parada. Le echó un vistazo al google maps y comprobó que la casa de Rebekah estaba a unos diez minutos a pie de allí. Mia ni siquiera pensó que era una pena que el autobús no la hubiera dejado más cerca, sino que echó a correr. 

Cuando llegó a la casa, que para su sorpresa era enorme, la puerta estaba abierta, y Rebekah esperaba apoyada en ella.

- No sabía que vivieras en una mansión - silbó observando el edificio por dentro. Tenía una gran escalera que comunicaba con la parte de arriba, y simplemente el vestíbulo de entrada era ya enorme. ¿ Cómo serían el resto de las habitaciones ?

- Y yo no sabía que te hubiera dicho que corrieras una maratón antes de venir - contestó Rebekah arrugando la nariz - estás toda sudada. ¿ Es que has venido corriendo desde tu casa ?

Mia sacudió la cabeza y la siguió a través de un pasillo tras otro.

- No, he tomado un autobús, pero la parada está a unos diez minutos de aquí.

- Y decidiste ponerte a correr en vez de andar como una persona normal. Entiendo - dijo con burla, arrancándole una sonrisa inesperada a su amiga.

- Cualquier ocasión es buena para correr, especialmente para mi - contestó con una mirada significativa.

- Ya - Rebekah asintió mientras entraba en la cocina, y se dió la vuelta hacia ella - Bueno, ¿ y la comida ?

Mia cerró los ojos con fuerza y se insultó a sí misma.

- Se te ha olvidado - adivinó Rebekah.

- Lo siento, de verdad - la chica se mordió el labio - tenía prisa y entre Liam y el autobús... ¿ No tienes nada en la nevera ?

- Algo tendré, pero no sé cocinar - dijo abriéndola y enseñando su interior.

Mia se quedó mirándola.

- ¿ Qué ? - sonrió Rebekah.

- ¿ No sabes cocinar ? - preguntó divertida.

- No - rió ella - Así que te toca hacer de chef.

Y dicho aquello la arrastró de un lado a otro de la cocina para que cogiera las sartenes y los ingredientes que quisiera y se pusiera a ello.

Mientras Mia echaba el aceite en la sartén, le preguntó a Rebekah que se encontraba sentada en un taburete a sus espaldas :

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora