Niklaus abrasó con la mirada aquella frase, dedicándole todo el odio que le era posible.
Tras aquella declaración y las pruebas que habían encontrado a lo largo del escenario - balas de madera, estacas, y restos de verbena - era obvio que aquella masacre había sido causada por un cazador. Uno bastante eficiente, debía admitir.
Pero, ¿ de quién podría tratarse ? No es que un cazador fuera una novedad, pero hacía demasiado tiempo que uno pisaba Nueva Orleans. Los Mikaelson eran vampiros demasiado poderosos como para ser enfrentados aún por aquellos que daban muerte a otros vampiros, y eso sumado a las continuas ganas de matar a la familia original hacía que Nueva Orleans fuera una ciudad imposible para los cazadores. Era casi como un suicidio, puesto que sus ansias de matar vampiros los llevaba hasta una muerte segura.
Niklaus le dió una patada a lo que quedaba de una granada de verbena. ¿ Qué tenían los cazadores en contra de los vampiros ? Sí, eran seres crueles que no tenían piedad alguna con su presa, ¿ pero acaso no lo eran ellos también ? ¿ No asesinaban a sangre fría a vampiros y lobos por igual, sin importar su familia o su historia ? ¿ No los dominaba el ansia de la sangre ?
Demasiado cabreado como para decir nada, Niklaus desapareció del lugar en busca de respuestas.
Sin embargo, Elijah ya tenía todas las necesarias.
Con los ojos clavados en la frase de la pared, una pequeña idea se coló en su cabeza. ¿ Y si.... ?
El original negó con la cabeza. No, aquello era demasiado para una cazadora joven como Mia. ¿ Diez vampiros contra una novata ? Era sencillamente imposible.
Sin embargo, algo le dijo al vampiro que no la descartara con tanta facilidad. Después de todo, no sabía nada de ella, no sabía de lo que era capaz.
Y por algo se llamaba Mia Hunter.