Mia estaba hecha un lío.Se debatía internamente entre ver el contenido del disco o no verlo, una y otra vez - ¿ Si ? ¿ No ? ¿ Si ? ¿ No ? - y eso la estaba sacando de quicio. A ella, que encima se alteraba con mucha facilidad. ¿ Por qué no podía sencillamente tomar una decisión ?
Cuánto le hubiera gustado que Rebekah estuviera a su lado en aquel momento...
Entonces Mia tomó las llaves y su chaqueta y salió del edificio, dirigiéndose hacia la casa de su amiga en plena noche. Ya estaba bien de desear cosas y no hacerlas, de no poder decidirse. Si quería ver a Rebekah, iría a ver a Rebekah.
Para combatir el frío y acortar el tiempo, Mia echó a correr. El trayecto sería largo, pero eso le serviría para despejar su mente y respirar aire fresco. Correr le relajaba.
Cuando llegó a casa de su amiga, se detuvo en el umbral y desbloqueó su móvil. No quería llamar a la puerta, ya sabía que sus dos hermanos, Elijah y el que aún no conocía, debían tener el sueño ligero y se despertarían con el más mínimo ruido. Así que se alejó unos metros y esperó a que la bruja contestara la llamada. Pero pasó el tiempo y no lo hizo.
Mia suspiró, y resignada, se sentó en las escaleras de la entrada, encogiendo las piernas y rodeándolas con sus brazos. Probablemente su amiga estaba profundamente dormida.
- ¿ Mia ?
La voz sonó tan cerca y tan de repente que ésta no pudo evitar sobresaltarse.
- Por dios, Elijah, vaya susto me has dado - exclamó, llevándose las manos al corazón mientras se volvía hacia él y se levantaba.
- Disculpa - contestó con sinceridad - no pretendía asustarte.
- Lo sé, lo sé. Sé que es plena madrugada pero, ¿ puedo hablar con Rebekah ? Es urgente.
Elijah negó con la cabeza, para su mala suerte.
- Mi hermana no está aquí, ha salido.
- ¿ Ahora ? - preguntó extrañada.
- Parece que no eres la única que tiene algo rondando por la cabeza - sonrió suavemente.
Mia bajó la mirada para evitar la suya. Eso le recordó que también tenía otras cosas en las que pensar.
- Bueno, ya que no puedo hablar con ella... ¿ puedo pasar ? - preguntó dudosa.
El original le echó un vistazo adentro y volvió a mirarla.
- No quiero despertar a mi hermano. ¿ Te parece si damos un paseo ? - propuso, y Mia sonrió cálidamente.
- Creo que se va a convertir en una costumbre.
Elijah le devolvió la sonrisa y echó a andar, ofreciéndole el brazo.
Mia se mordió el labio ante el gesto, sin saber cómo corresponder.
- Elijah yo no he venido para hablar de nosotros, y tampoco era el tema que quería tratar con Rebekah - y aunque el vampiro no pretendiera preguntarle nada de eso, decidió dejarla continuar- Mira, tu eres encantador, para ser sincera, eres el único vampiro al que soporto, pero de ahí a mantener una relación contigo... es demasiado difícil, Elijah. Una parte de mi siente que te odia y la otra...
- ¿ La otra ? - inquirió el original, expectante.
Mia soltó un suspiro, suave y duradero.
- La otra está perdidamente enamorada de ti.
Aquellas palabras calaron muy hondo en el vampiro, haciendo que su corazón se acelerara rápidamente y que una gran sonrisa se extendiera por todo su rostro. No lo había aceptado al cien por cien todavía, pero aquello ya era todo un comienzo. Y con el comienzo él estaba satisfecho.
- No te estoy pidiendo que te comprometas conmigo, Mia. Solo te estoy ofreciendo mi brazo.
La sonrisa de Elijah fue tan real, tan simple y tan sincera, que Mia no se arrepintió en absoluto de haber soltado aquellas palabras. En lugar de comentarlas y de exigirle algo que ella aún no podría darle, el vampiro había decidido dejarlo pasar y hacer una pequeña broma al respecto. Se notaba en esas pequeñas cosas que Elijah era un hombre inteligente y maduro, y eso le encantaba. Así que sonrió y enganchó su brazo al suyo, mientras que ambos reanudaban la caminata.
- ¿ Y bien ? ¿ Qué es eso de lo que venías a hablar con Rebekah ? - Mia lo miró indecisa - Puedo ayudarte, si quieres.
Finalmente la cazadora concluyó que era de su total confianza y sacó el CD de su bolso, enseñándoselo al vampiro. En lugar de preguntar lo obvio - ¿ qué es, un disco ? - Elijah decidió esperar a que ella se explicara.
- Durante los últimos dos años me he dedicado a perseguir a una vampira llamada Rita Heinker. Tiene tres siglos de edad, es muy ágil, y tiene un especial talento en desaparecer del mapa. Pisó estados unidos ayer por primera vez en dos años. Y hoy fui a... - el vampiro asintió, sabiendo a lo que se refería- estaba a punto cuando me dijo algo. Que ella tenía algo, algo que yo quería.
- Y es ese disco - señaló Elijah.
- Y es este disco - confirmó Mia - Se supone que es una grabación de la muerte de mis padres. Y también se supone que ellos se suicidaron yendo en coche.
- Pero no crees eso...
- ¿ Por qué iba a hacerlo ? - dijo con lágrimas en los ojos - Tenían una casa, una niña de seis años y un niño de uno. Se querían el uno al otro, nos querían a nosotros. Lo tenían todo. ¿ Por qué iban a querer suicidarse ? Es algo que no tiene sentido. Y llevo toda la maldita tarde dándole vueltas a si debería verlo o no. ¿ Y si no veo lo que quiero ver ? ¿ Y si no sale nada raro ? ¿ Y si fue un accidente con el motor ? ¿ Y si es simplemente eso, que quien sabe porqué decidieron quitarse la vida ?
Mia había explotado, y había acabado soltando todo lo que llevaba guardado dentro entre lágrimas saladas.
A Elijah se le partió el corazón al verla así, llorando como la niña que en realidad aún era. Entonces el original recordó que, a pesar de lo fuerte que se mostraba siempre, y de la furia que destilaban sus palabras, seguía siendo eso. Alguien que no era de hierro, alguien de quien la vida podía esfumarse de repente, alguien que necesitaba que la abrazaran y que le dijeran que todo iba a estar bien por una vez. Seguía siendo eso ; una niña, una humana.