9

3.9K 260 6
                                    

Mia Hunter estaba que echaba chispas y humo por las orejas.

Si había algo que no soportaba por encima de los vampiros en aquel mundo, era que alguien se dedicara a hacerle la vida imposible a su hermano menor.

Liam había llegado a casa con un ojo morado, y aunque se había hartado de decir que había sido un accidente, era obvio que no le creía. Su hermano era muy distinto a ella, por ejemplo, en ese afán suyo que tenía de meterse en peleas ajenas a favor de aquel que le parecía inocente, mientras que su hermana dejaba que cada uno arreglara sus propios asuntos a su manera. Seguro que era eso lo que había pasado aquella vez. Estaba casi convencida de que Liam había acudido a socorrer al pobre inocente y la habían tomado con él por eso.

La furia bullía dentro de ella, amenazando con derramarse, y se esparcía por todo su cuerpo a través de sus venas. Mia sentía que estaba a punto de estallar. Sintió ese hormigueo que notaba cuando necesitaba cazar de forma intensa. Y supo que debía hacerlo o se acabaría volviendo loca.

No le fue difícil encontrar a algún vampiro. Agudizó el oído - no tan desarrollado como el de sus eternos enemigos pero aún así bastante potente - y los detectó.

Corrió hasta el callejón donde los había escuchado y los encontró. Eran cinco, y estaban acorralando a dos chicas jóvenes que estaban demasiado bebidas como para preocuparse por lo que les estaba pasando.

Antes de que el primer vampiro hincara los dientes en el cuello de una de ellas, se hizo notar.

Los vampiros se dieron la vuelta hacia ella, probablemente preguntándose por qué una humana cualquiera iba a meterse en aquel problema.

- Esto no es cosa tuya, lárgate o serás la siguiente - espetó uno, cansado de retrasar su comida más y más.

Mia sonrió inocentemente y en cuestión de segundos le había arrancado de cuajo el corazón.

- Me parece que no - dijo aún sonriendo y mirando al resto de los vampiros de forma desafiante. Ellos asomaron los colmillos con fiereza tras observar la escena y se abalanzaron sobre ella.

Mia, sabiendo que no podía con todos al mismo tiempo, se movió velozmente y lanzó una granada de vervena que explotó entre sus oponentes y que los dejó fuera de juego durante un instante, que ella aprovechó para clavar un par de sus estacas.

Los dos vampiros restantes la miraron con furia, aunque no más de la que sentía ella. Le atacaron a la vez. Mia defendió cada golpe con rapidez, aunque aquellos dos vampiros parecían más experimentados que el resto. Sin duda debían de haber vivido más años. Entonces decidió hacer juego sucio y poner fin a la pelea. Se sacó la pistola de los vaqueros y apretó el gatillo. Dos tiros limpios y las balas de madera fueron directas al corazón ; Los dos vampiros cayeron a la vez al suelo.

Mia tomó una gran bocanada de aire mientras sentía la llama en su interior apagarse gradualmente, relajando cada miembro de su cuerpo. La sensación de después de la caza era sencillamente arrolladora. Toda la furia y la ira que sentía desaparecía, dejándola sola con su verdadero yo. Un "yo" que ella apenas conocía.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora