En lugar de pensar en ello - porque sabía que si le daba muchas vueltas se echaría atrás - , Mia se dedicó a volver a la normalidad. Su trabajo como cazadora no consistía solo en salir un día cualquiera y ponerse a matar sobrenaturales, también incluía una investigación previa y amplio periodo de entrenamiento físico.
Era cierto que muchas veces Mia no podía evitar acabar con cualquier vampiro o lobo que se le cruzase, ya tuvieran familias, amigos o no. Sin embargo, siempre se esforzaba en causar el menor daño posible, y por ello mientras tenía tiempo se dedicaba a buscar, vigilar y informarse de los vampiros de la zona, de sus vidas, de quien había obrado mal y quien aún peor. En ese sentido, Mia Hunter era más o menos como una especie de justiciera. Acababa primero con la escoria, con los asesinos despiadados, los violadores, y después pasaba a los estafadores, los ladrones... y los que no lo eran tenían la suerte de vivir un par de años más. A Mia le interesaba primero liberarse de la lacra de los vampiros antes que exterminar cualquier otra cosa.
Sin embargo, de todos los vampiros que habían aparecido en su lista negra, había uno que se le resistía. Su nombre era Rita Heinker. Había realizado varias masacres a lo largo de su historia, ya que ni tenía ni una pizca de autocontrol para la sed de sangre. Pero Rita era la vampira más escurridiza que se había conocido, aparecía y desaparecía sin dejar rastro, y Mia la cazadora más persistente. Sin duda, sus vidas estaban destinadas a cruzarse, y sin embargo, la vampira parecía tratar de retrasar aquel momento lo máximo posible.
Pero aquella vez Rita Heinker no tendría espacio en el que correr. Mia nunca había dejado de informarse de ella, y había vigilado su trayectoria desde el norte de Europa hasta el sur de Asia y África. Pero, finalmente, Rita había cometido su primer error ; había vuelto a Estados Unidos. Y eso, sin duda, era una oportunidad muy tentadora para Mia, que se preparó para hacerle una visita.
Aunque la vampira no estaba en Nueva Orleans, la cazadora no tardó mucho en desplazarse al lugar en el que la había localizado por última vez. En lugar de tomar un autobús entre ciudad y ciudad, cogió un taxi, que aunque caro, mereció la pena. Eso le aseguraba que cuando ella llegara a la ciudad, como acababa de hacer ahora mismo, la chica de tres siglos de edad seguiría estando en ella, y no se habría esfumado con el viento.
Cuando Mia entró en el bar de Gretna - una ciudad que se distanciaba de 5 km aproximados a Nueva Orleans - se hizo el silencio. Y es que los vampiros que había dentro habían detectado la presencia de la cazadora tan rápido como ella las suyas.
Analizó a los presentes con aire desafiante mientras ellos la miraban con cara de pocos amigos, unos debatiéndose entre lanzarse a por ella o quedarse con el culo pegado a la silla.
- Rita Heinker - dijo con voz firme y segura - Sé que estás aquí.
La mayoría de los vampiros no prestaron atención a sus palabras, pero un par de ellos desviaron su mirada hacia una esquina del bar, dándoles inconscientemente a Mia lo que quería.
Rita, que todo aquel tiempo había tenido el corazón en la boca, no pensó dos veces en salir corriendo. Pero por muy rápida que fuera Mia también lo era, y siempre se adelantaba a los acontecimientos. Previendo que la vampira no tardaría en tratar de huir, había corrido hacia la puerta de inmediato y se había apostado en ella a la misma vez que Rita trataba de abrirla, dándole así la oportunidad para agarrarla fuertemente del brazo y sacarla de aquel bar repleto de enemigos. Por suerte, los vampiros no eran leales ni solían crear vínculos como los hombres-lobo, así que ninguno acudió en su ayuda, dejándola sola con su captora.
- Hola, Rita - sonrió Mia de forma felina, arrastrándola a un callejón apartado - Es un gusto verte de nuevo - la vampira tragó saliva, asustada - No ha sido fácil seguirte la pista, ¿ sabes ? Te has estado moviendo mucho, he tenido que hacer muchas llamadas y cobrarme muchos favores... pero parece que ha valido la pena. ¿ Qué te ha hecho volver al agujero del que saliste ?
La vampira apretó la mandíbula y escupió :
- Eso es cosa mía, hunter, métete en tus asuntos de mierda.
Mia alzó una ceja, y negó con la cabeza divertida.
- Así no es como se le habla a alguien que tiene tu vida en sus manos, Rita, no has aprendido nada.
- No vas a matarme - dijo con suficiencia, y parecía tan segura de ello que Mia vió el miedo disminuir en su mirada.
- ¿ Ah, sí ? - dijo cínica - ¿ Y porqué no ?
- Porque si me matas no podré darte algo que te interesa - contestó ella.
Mia alzó una ceja.
- ¿ Y qué es eso ?
- Una prueba - respondió - La única prueba del asesinato de tus padres.
Mia sintió cómo la sangre se le helaba en las venas. Su mandíbula se tensó, apretó los puños hasta clavarse las uñas en la palma y su expresión irónica se transformó totalmente.
- ¿ Qué sabes tú de eso ? - escupió - ¿ Cómo es que tienes esa prueba ? La policía no encontró nada.
Rita sonrió, a sabiendas de que iba a conseguir salirse con la suya.
- Yo también he hecho mi tarea de investigación, Mia. Sabía que acabarías encontrándome, y que más me valía tener algo para entonces. Así que me cobré un par de favores, investigué a fondo y, voalá, apareció - explicó, sacando con la mano que no era retenida una carcasa negra de su bolsillo.
- ¿ Qué es ? - dijo Mia, agarrando el disco y aflojando su agarre sobre la vampira.
- Un vídeo. Lo demuestra todo, pero no te servirá para llevar al culpable a la cárcel.
- ¿ Por qué no ? - preguntó ella, a pesar de que no tenía pensado ese final para él/ella.
- Eso ya es parte de tu trabajo. Ya lo averiguarás.
Después, la vampira se soltó de un tirón y Mia la dejó ir, sabiendo que lo que tenía entre las manos era incluso más importante que matar a Rita de una vez por todas.
