Mia frunció el ceño y apretó aún más el labio inferior entre sus dientes.
Se concentró todo lo que pudo, mas no hubo manera de proponerse lo que quería. Llevaba días practicando para aquello, ¿ por qué no podía salirle bien ?
Mia resopló frustrada y se levantó con un chirrido de la silla, deslizándola sin molestarse en no hacer ruido por el suelo. ¿ Para qué, si era la última ?
Se encaminó a la mesa del profesor y le tendió el taco de hojas. Era gracioso y desquiciante a la vez saber que todos aquellos folios en los que había puesto tanto empeño le iban a valer solo para un simple aprobado, y no para una buena nota como uno cabría de esperar al ver tanta hoja escrita.
- ¿ Qué tal, Mia ? - le preguntó amablemente el profesor, que de amable no tenía nada.
- Mal - contestó simplemente, y dicho aquello se dió media vuelta recogió sus cosas y se largó. ¿ Para que se iba a poner a explicarle su vida ? Ni que a él le interesara.
Odiaba a ese profesor, lo odiaba con todas sus fuerzas. Siempre estaba rodeado de una falsa amabilidad y simpatía, cuando en realidad era el capullo más grande que uno fuera capaz de imaginar. Su diversión consistía en humillar a los demás delante de todos, y si no formabas parte del grupo de sus escasos tres favoritos tenías el curso entero amargado por descontado.
Mia estaba tan ocupada despotricando mentalmente contra el susodicho que ni siquiera se dió cuenta de la presencia de un vampiro, que la esperaba apoyado en un todo-terreno negro.
- Mia Hunter, cualquiera diría que eres cazadora.
Mia volvió a la realidad con aquella frase llena de ironía y diversión y giró la cabeza para mirar al vampiro que le había dicho todo aquello, y cuya voz le parecía más atractiva cuanto más la escuchaba.
- Elijah - saludó con una pequeña sonrisa, casi en un suspiro involuntario.
Reclinado en el coche de forma casual, y como siempre, elegante, Mia lo encontró más guapo que nunca.
- Hola, Mia - dijo con una sonrisa, en un tono de voz tan dulce que la joven se estremeció.
- ¿ Qué haces aquí ? - preguntó sin sonar brusca, deteniéndose junto a él y acomodando sus manos sobre los tirantes de su mochila de forma nerviosa.
- ¿ No es obvio ? - preguntó aún sonriendo - Esperarte.
- ¿ Es que teníamos una cita ?
- No - contestó él, encogiéndose de hombros - pero como no proponías una decidí que debía hacerlo yo. ¿ Subes ?
Mia se tensó levemente, observando cómo Elijah le abría caballerosamente la puerta del land rover y esperaba a que se subiera al asiento del copiloto. No era solo subirse en un coche lo que le estaba pidiendo. Le estaba pidiendo que admitiera la cita, que admitiera que le gustaba, que admitiera que quería tener algo con él.
- Oye, Mia - la llamó, al ver lo indecisa que estaba - si no quieres podemos dejarlo para otro día, no hay problema. De hecho casi se me están quitando las ganas.
Elijah era muy inteligente. Sabiendo que si la presionaba la ahuyentaría, había decidido hacer como si no le importara para nada.
Mia esbozó una sonrisa y se subió al coche. Elijah cerró la puerta sonriendo victorioso y voló a sentarse en el asiento del conductor.
- ¿ Psicología inversa, eh ?
- Nunca falla - sonrió Elijah, arrancando el motor y iniciando la ruta.
