A Mia le faltó calle para echar a correr. Voló a casa, volviendo más deprisa que nunca.
Las palabras de Elijah no dejaban de repetirse en su cabeza ; "Me gustas" y "Que no se te olvide ese mensaje". Con aquellas dos frases todos los esfuerzos que Mia había hecho para construir un muro entre su corazón y su mente se destruyeron. ¿ Cómo no iban a hacerlo ? Ambas habían hecho que su corazón acelerara de repente, aunque habían sido empleadas en tonos muy diferentes.
La primera, ese "me gustas", había sido dicha de forma tan honesta y tan inocente que a Mia le había llegado muy adentro. Jamás pensó que uno pudiera declararse de forma tan escueta, tan casual. Nada de rodeos ni de estupideces. Sencillo y directo, como debía ser. Y él lo había dicho con tanta tranquilidad y sinceridad que no se le olvidaría nunca.
El "que no se te olvide ese mensaje" había sido igual de impactante, pero de una forma muy distinta. Al contrario que lo anterior, esta frase había sido acompañada de un tono seductor, de una expresión pícara. Eso le recordaba que, a pesar de ser tan serio y noble, Elijah podía resultar muy, muy atractivo, y sabía cómo utilizar sus encantos.
Puso todo su empeño en no llamar a Rebekah, porque sabía que si el vampiro estaba en la misma casa escucharía toda la llamada, y no le hacía ilusión que escuchara sus grititos de adolescente. Sin embargo sus ganas de hablar con alguien eran tales que decidió acudir a la persona en la que más confiaba, más incluso que en la bruja.
- ¿ Liam ? - preguntó asomando la cabeza por su cuarto. El niño gruñó y se removió en la cama, abriendo los ojos.
- ¿ Mia ? - preguntó - ¿ Pasa algo ?
La confusión y la sorpresa se notaban a medias en el rostro somnoliento de su hermano menor.
- No, Liam, no pasa nada. Es una tontería, no sé ni porqué te he despertado - contestó, sacudiendo la cabeza y diciéndose a sí misma lo mala que era por despertarlo para contarle un estúpido cotilleo de chicas.
- No te vayas tan rápido - la llamó, antes de que se fuera - ya me has despertado, más te vale decirme algo.
Dicho aquello, Liam se incorporó de la cama, quedando sentado con la espalda en la pared, y le señaló un hueco a su lado, mirándola expectante.
Mia mostró una sonrisa amplia y sincera y se sentó en la cama de su hermano de un pequeño saltito.
- ¿ Y ? ¿ De qué va ?
Mia bajó la mirada hacia sus manos con algo de vergüenza. Él era una de las únicas personas que la veía como realmente era, con la que no se esforzaba para mantener esa imagen de la típica chica fuerte y segura de sí misma.
- Es sobre un chico - soltó.
Liam la miró impaciente.
- ¿ Y ? ¿ Qué pasa con él ?
Eso era algo que agradecía tener en Liam. Que no eran uno de esos hermanos en los que su relación se basaba en convivir en la misma casa y hablar de banalidades, sino que verdaderamente podía contar con él para cualquier cosa, aunque eso fuera tener, en aquel caso, una tonta charla de chicas.
- Se me ha declarado - le contó - esta misma noche.
- ¿ Y te gusta ? - preguntó, alzando las cejas pícaramente.
- No lo sé - contestó con seguridad, pero ni siquiera con eso pudo engañarle.
- ¿ Desde cuando mientes tan mal ? - preguntó fingiendo estar desconcertado.
Mia alcanzó un cojín y se lo tiró a la cara riendo.
- Te gusta - dijo él, sonriendo - Bueno, es un día muy feliz para ti, ¿ no ? ¿ Cual es el problema ? ¿ O tan solo querías ponerme al día ?
- No... no es solo eso - suspiró Mia - Verás Liam, él... él es un vampiro.
La sonrisa de Liam desapareció gradualmente en apenas un par de segundos. No se rió, ni se burló. Sabía cuánto le preocupaban a Mia aquellas cosas, y también sabía que no bromearía en un tema como aquel.
- Pero... - Liam ni siquiera sabía qué decir. Estaba al tanto de lo que hacía su hermana, al tanto del mundo sobrenatural. Mia se había pasado la vida enseñándole que los vampiros eran malas personas, asesinos, mentirosos, manipuladores... ¿ Y ahora se enamoraba de uno ?
- Lo sé, es de locos - Mia se mordió el labio, inquieta.
- Tú cazas vampiros, Mia. ¿ Cómo es que puedes siquiera hablar con él ? - preguntó desconcertado, reaccionando al fin.
- No lo sé, Liam, no lo sé - murmuró desesperada - Una parte de mi se muere por matarle, la otra lucha por amarle. Cuando le veo siento ganas de arrancarle el corazón y robárselo para que sea solo mío. Lo quiero y lo detesto, lo amo y lo odio. Estoy tan dividada, Liam... Pero él es tan...
- ¿ Tan qué ? ¿ Cómo es él ?
- Mis palabras no le harían justicia, Liam. Es atractivo, tanto su cabello como sus ojos son de un color café oscuro, casi negro. No es excesivamente alto, pero aún así su apariencia impone respeto. Una de las cosas que más me llaman la atención de él es que siempre viste con trajes, muy bien vestido, y su presencia, su forma de hablar y moverse... tiene ese aire elegante que nunca lo abandona. Es serio, cauto, con buenos modales. Es una de esas personas que saben manejarse en cualquier situación y capaz de hablar de cualquier tema de conversación de un modo sereno que denota su inteligencia y saber estar. Es un hombre amable, honesto, protector... Elijah no es como ninguno de los vampiros que he conocido antes.No sé, Liam, tiene ese algo.
Liam sonrió.
- No existe "ese algo" , Mia. Ese algo se llama amor, simplemente estás enamorada de él. Me alegro de que así sea, el amor correspondido es algo que pocas veces se tiene la oportunidad de tener. Pero nunca olvides lo que es, Mia - dijo poniéndose serio - Tú misma me lo has explicado miles de veces. Intenten lo que intenten, son vampiros. Por muy diferente que Elijah sea, por muy "humano" que intente comportarse, siempre va a ser lo que es, Mia, un vampiro. Siempre se verá atraído por la sangre humana, tendrá que alimentarse de ella, matará... ¿ Crees que siendo cazadora, y además, siendo humana, podrás soportar ver todo eso ? Las cosas son como son, Mia, de nada sirve mirar para otro lado.
Cuando Liam terminó y volvió a alzar la cabeza para mirar a su hermana, ésta tenía los ojos anegados por las lágrimas.
- Lo sé, lo sé. Pero yo no me lo he buscado, Liam, te lo prometo.
Él lo sabía, no hacía falta que ella se lo prometiera. Verla así le sentó mal, y se inclinó para abrazarla. Ahora le tocaba a él ser el hermano mayor, y Mia se sorprendió de lo bien que se le daba.
- Tranquila, tranquila - le dijo, estrechándola contra sí. Mia se ocultó en sus brazos y sollozó.
- No es justo, no es justo - repitió una y otra vez, mientras las lágrimas no cesaban de abandonar sus mejillas.
Liam sonrió apenado.
- La vida no es siempre justa, Mia. La vida no es siempre justa.