Mia rebuscó entre las estanterías de la antigua biblioteca. Debía de tener mucho, mucho tiempo. Había ido al barrio francés por eso, porque allí se concentraban todos los locales de brujas y otros sobrenaturales. En una librería normal y corriente no hubiera encontrado lo que necesitaba.
Agarró tres o cuatro libros polvorientos y se sentó con ellos en una mesa. Sonrió al ver que, a excepción de una anciana con el cabello completamente blanco y un hombre trajeado, la sala estaba vacía.
Mia abrió el primer libro y comenzó a pasar páginas. De vez en cuando visitaba alguna antigua biblioteca y buscaba nuevas y mejores formas de acabar con sus enemigos. Los vampiros y los hombres lobo eran mucho más fuertes que ella, más rápidos, y necesitaba estar al tanto de cualquier argucia que pudiera ayudarla en su tarea.
Elijah cerró el libro con demasiada fuerza, frustrado. La mujer mayor sentada en la mesa más cercana, que asumía que se trataba de una bruja, le echó una mirada de reproche, que el original ignoró. Toda una estantería llena de libros de hechizos y no conseguía encontrar lo que quería. Le había prometido a Rebekah que le ayudaría a devolver a Kol a la vida, pero cada vez lo veía más difícil. Sin duda, su viaje se volvía cada vez más necesario. Además, tener a Hayley y Jackson rondando por la mansión como la pareja feliz no hacía que sus días fueran más amenos. A veces Elijah pensaba en apagar su humanidad... pero sabía lo que pasaría si lo hacía, y era demasiado noble para eso.
El zumbido de un teléfono interrumpió sus pensamientos. Desvió la vista hasta la humana que rebuscaba en su bolsa apurada por estar molestando. Observó cómo leía el nombre en la pantalla antes de contestar entre susurros.
- ¿ Liam ? Oye ahora no puedo hablar, llámame más tarde.
- Mia, Mia - sollozó su hermano pequeño al otro lado de la línea, y a Mia se le encogió el corazón- Mia ayúdame... vampiros...
Elijah escuchó interesado la conversación. ¿ Cómo es que aquella humana y el chico con el que hablaba sabían de eso ?
- Dónde estás - demandó mientras la angustia crecía en su pecho y un nudo enorme se formaba en su garganta - Dime dónde estás, Liam.
Elijah agudizó el oído para enterarse de lo que pasaba. Escuchó a través del teléfono cómo el desconocido se arrastraba por el suelo, probablemente tratando de huir de sus agresores, y repetía "Mia, ayúdame...", una y otra vez. Después de eso la llamada se cortó.
Mia miró el móvil desesperada. ¿¡ Dónde estaba Liam ?! Entre la histeria, recordó que su móvil tenía un localizador. Abrió la aplicación a toda velocidad y descubrió que su hermano menor se encontraba, por suerte, a apenas un par de calles de allí.
Entonces se levantó y echó a correr. Elijah la siguió de cerca. Había algo en aquel asunto que llamaba su curiosidad.
Cuando Mia llegó al lugar, apenas le faltaba el aliento. Observó con el rostro encogido a su hermano, agazapado contra la pared y sujetándose el cuello manchado de sangre, mientras que dos vampiros se aproximaban a él con los colmillos fuera y las venas marcadas bajo sus ojos.
- ¡ Eh ! - los llamó, aproximándose con furia - Ya podéis dejarlo en paz.
Los vampiros se giraron hacia la recién llegada, y la observaron divertidos.
- Vaya, vaya, la noche mejora por momentos - dijo uno enseñando una sonrisa felina - Hueles muy bien, seguro que tu sangre debe de estar deliciosa...
Ambos rieron, y dejaron al niño en el suelo para volverse hacia la chica.
Mia metió las manos en su chaqueta y agarró las estacas de madera, lista para clavárselas en el corazón. Si querían guerra, guerra tendrían.
Pero no hizo falta. Justo cuando los vampiros se abalanzaron sobre ella, alguien apareció de la nada y se interpuso, agarrándolos a los dos por las camisetas y alzándolos del suelo con sorprendente facilidad.
