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Rebekah pulsó la llave para abrir el maletero del coche. Tiró su maleta dentro, y se montó en el asiento del piloto. Había convencido a sus hermanos para que compulsionaran al dueño del coche para que se lo regalara. No es que lo necesitara, pero quería darse un capricho.

Le quedaban quince minutos para llegar a su casa. A veces echaba de menos su condición vampírica. Con ella, en un abrir y cerrar de ojos ya habría llegado.

Por el camino, pensó en aquella chica nueva, Mia Hunter. Le parecía interesante que conociera la existencia del mundo en las sombras, pero que sin embargo, no hubiera reconocido su apellido. El apellido Mikaelson era inolvidable para cualquier ser sobrenatural. Claro que ella no lo era, solo era una humana que estaba enterada del asunto. Tampoco era tan raro que no hubiera oído hablar de los originales, entonces.

Aceleró cuando el semáforo cambió a verde, y aparcó frente a la enorme mansión. De todas las casas que habían tenido, aquella era una de las que más le gustaba.

Entró en ella y cerró la puerta con fuerza detrás de sí.

- ¡ Ya he llegado ! - gritó.

Niklaus apareció por la escalera, malhumorado.

- No hace falta que grites - masculló irritado - sabes de sobra que podemos oírte con un simple susurro.

Rebekah sonrió.

- Lo sé muy bien... pero me encanta fastidiarte.

Él rodó los ojos y volvió a meterse en su habitación. Después de una eternidad su hermana seguía haciendo las mismas tonterías de siempre. Aunque se lo merecía, admitió.

Rebekah se dirigió hacia la cocina para prepararse algo de merendar. Pasando por uno de los salones, se encontró a su hermano mayor. La original lo observó durante un momento, en silencio. Él estaba tan ensimismado que ni siquiera se dió cuenta de su presencia, o simplemente se limitó a ignorarla.

- ¿ Qué miras tanto, Elijah ? 

El vampiro se dió la vuelta y la miró sin decir nada, para después devolver la vista a la ventana. Rebekah sabía de sobra que no observaba nada en particular, que sólo estaba meditando, pensando, y también sabía a qué se debía todo aquello. Todos sabían que su hermano estaba enamorado de Hayley, y ella se había casado con Jackson... Era normal que se encontrara así, aun habiendo pasado bastante tiempo.

- Deberías salir, 'Lijah - le aconsejó aproximándose a él y colocando una mano sobre su brazo - Te haría bien.

El original continuó sin contestar. En aquel momento, en silencio y con el rostro tan serio, Rebekah pensó que su hermano se veía más vampiro que nunca. Pero sabía que a pesar de aquella máscara de inexpresividad, Elijah sentía, y sentía mucho. El enterarse de que Niklaus había presionado un poco a Hayley para aquel matrimonio tampoco había ayudado mucho, aunque ésta le había dejado bien claro a Elijah que se casaba porque quería, y no por otra cosa. Pero Elijah había podido ver en sus ojos que ella también sentía algo por él. ¿ Por qué tenía que ser tan difícil, entonces ? La muerte de Kol hacía también que todo se viera peor de lo que en realidad era.

- ¿ Quieres que vayamos a dar una vuelta ? ¿ A tomarnos una copa o algo ? - insistió preocupada.

El original despegó la vista del exterior, y se dió la vuelta con una mano en su bolsillo, aclarándose la garganta y hablando por primera vez.

- No tengo ganas de juerga, Bekah. 

- No puedes estar así siempre - replicó ella - Tienes que seguir adelante.

Elijah la miró a los ojos. Sabía que Rebekah se preocupaba por él casi tanto como él por ella.

- Tienes razón - dijo apartándose de la cristalera  - Por eso he decidido marcharme. Un cambio de aires me sentará bien.

- ¿ Marcharte ? - se sorprendió - ¿ A dónde ?

- Conozco a una bruja poderosa que con suerte podrá ayudarnos a recuperar a Kol. Y así conseguiremos devolverte a tu antiguo cuerpo. Sé cuanto lo echas de menos.

Dicho aquello, su hermano se retiró, con la elegancia típica que tanto lo caracterizaba. Rebekah lo siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista. Después, se acercó a uno de los espejos colgados en la pared, y se observó a sí misma, a aquella chica de abundantes rizos oscuros que aún le costaba reconocer. Esa era ella ahora. Elijah tenía razón : cuanto echaba de menos a la antigua Rebekah Mikaelson... pero se quedaría así para toda la eternidad si eso significaba traer a su hermano de vuelta. Aunque Kol fuera molesto muchas veces, lo quería tanto como al resto de sus hermanos, y no soportaba saber que, después de tanto tiempo juntos, ya no estaba con ellos. Jamás perdonaría a Finn lo que había hecho, ni siquiera ahora que estaba muerto.

- Está bien - dijo en voz alta, consciente de que el original podría escucharle desde cualquier rincón de la casa - Pero espera una semana. Acabamos de salir de un problema y quiero pasar tiempo con mi hermano mayor antes de que desaparezca del mapa. Una semana, 'Lijah, es todo lo que te pido.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora