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Yoongi estaba seguro de que Nyoka e Insa no tenían razón, y de que no se había apegado al menor. Sólo el hecho de pensar en el amor le hacía sentir cuanto menos incómodo. 
En cambio, su subconsciente no pensaba igual. Había algo que lo llamaba y le decía que debía saberlo al cien por cien, era una posibilidad, y al fin y al cabo no es lo más normal que una persona secuestrada muestre afecto hacia su secuestrador y torturador sin ningún motivo, en cierto modo sus demoníacos amigos no estaban tan locos. Quizás era él el loco por sonreír a causa de alguien más, por creer que eso fuera posible de nuevo.  

Así que allí estaban ellos, los dos solos, iluminados por la brillante luz del televisor, envueltos en un olor de palomitas y el sonido de las charlas aparentemente apasionantes e inspiradoras de los personajes de aquella película cualquiera que encontró Yoongi en uno de los cajones de la estantería de su habitación.

Quizás nadie le creería si dijera que esa era la primera persona que entraba en su auténtica casa desde hace mucho tiempo, pero así era. A pesar de que formara parte de un plan retorcido para ver hasta qué punto podía ilusionarse Yoongi, esa era una de las pocas visitas que había tenido en mucho tiempo.

Hoseok se quedó bastante perplejo cuando Yoongi apoyó su cabeza en su regazo y comenzó a dormir, aunque eso no se comparaba a lo atónito que se quedó cuando el rubio le propuso el plan. ¿Era en serio? Saldría de ese zulo? ¿Podría respirar un aire que no contuviera tantas cantidades de CO2 propio? Si bien no era nada del otro mundo, ver una película ya era más de lo que Hoseok nunca hubiera imaginado hacer desde que llegó a ese lugar. Y en ese momento, con la cabeza de Yoongi sobre su regazo, escuchando su respiración profunda, relajada y dormida, se dio cuenta que quizás si era lago del otro mundo. Al menos a su estómago se lo parecía.

El rostro relajado y aterciopelado de Yoongi se veía extremadamente bonito. Parecía casi un ange. Nadie que lo viera así pensaría jamas que se llamaba monstruo a si mismo, que había secuestrado y asesinado ni vivía atormentado por su propio odio. Parecía sólo un humano. Sólo eso. Delicado, frágil, natural como cualquier animal y lejos de lo racional. ¿Algo místico? Quizás. Hoseok no sabía lo que era, pero había algo, un aura, algo más allá de lo material demasiado hermoso que lo ataba a él fuertemente. 

Yoongi no podía creer el rato que ese mocoso llevaba sin hacer nada. Por favor, era la situación perfecta. Todo a oscuras, tu secuestrador dormido, las llaves de la casa en la mesa frente a ti, y la puerta a escasos metros de ti. ¿A qué esperaba ese estúpido? ¿Acaso se lo tenía que poner más sencillo pàra que cayera? Yoongi pensó en moverse del lugar para no estar sobre Hoseok y que este se desvelara en el momento de estar completamente libre, pero unas manos suaves y relajadas tocando su cabello armoniosamente detuvieron sus pensamientos. Sus dedos se enredaban en las hebras finas de su pelo, lo revolvían y acariciaban suavemente y sin prisa, casi se podría decir que de una manera un tanto cariñosa.  

Por otra parte, Hoseok estaba prácticamente hipnotizado. Como sus mejillas se teñían de un color rosado muy leve, como sus pestañas se reflejaban en su piel delicadamente si le prestabas la suficiente atención, los pequeños lunares que el rubio tenía en su nariz y mejilla, esos ojos gatunos diminutos y esos labios ligeramente gruesos y rosados que parecían haber sido esculpidos por los dioses con el único propósito de ser besados hasta ser desgastados. 

Todo eso lo tenía completamente embobado. No podía pensar en nada más, ni en su posibilidad de fuga, ni en la comodidad del sofá, ni en el olor a casa limpia que tanto le recordaba a su hogar ni mucho menos a la película.

La respiración de Yoongi se volvía cada vez más y más lenta, cada vez más profunda. Su tacto se sentía tan bien, y sin embargo esos dos le decían que estaba tan mal. Querría disfrutar de ese momento un poco un más, esa sensación de trance, donde todo se para y no existe el tiempo, donde no hay felicidad ni tristeza: la nada y el todo. Quería quedarse en ese trance, en ese momento concreto en el sólo estaban él y Hoseok, los dos recostados el uno encima del otro sin pensamiento alguno, mas solo concentrados en el aura del momento.

Hoseok se acomodó un poco más en el sillón y Yoongi no pudo evitar abrazarlo con fuerza por la cintura. Sus ojos de repente se habían vuelto borrosos y húmedos y su corazón no paraba de temblar angustiado. -No te vayas- Sollozó el rubio prácticamente en un susurro lastimero. Las lagrimas recorrian sus mejillas hasta caer en el pecho de Hoseok.-No te vayas por favor- sorbió sus lágrimas.- quiero.. quiero volver a sonreír, Hoseok.-

-Shh- el moreno acarició su nuca y lo abrazó con fuerza también. -No voy a ninguna parte. Duerme, ¿quieres? Tranquilo, no pasa nada. Esta bien.- Hoseok ya se lo había dicho una vez y se lo diría las veces que hiciera falta: estaba bien llorar. Y Yoongi lo necesitaba con todas sus fuerzas, quizás no sólo llorar, sino a alguien a quien amar.

-Podrías escapar, ¿lo sabías?-
-¿Por qué lo haría?- 

La respiración de ambos continuó pasándose hasta que ambos cayeron rendidos en las manos de morfeo. En un mismo sofá, con la película aún en marcha y las palomitas intactas, abrazados fuertemente y apoyándose sin palabra alguna.

Hello my chingus.
Pues eso, que estoy de vuelta con mi fic más amado!

Espero que os guste musho musho. No se si preferis fluff o hard, así que comentad que os va más.
Nos veremos en la próxima actualización mis tostaditas de mantequilla!!

Lxs amo
Baii 🌹

Estocolmo »YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora