MYG

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*Golpe*
-¡Te he dicho que no toques la tele!-

El hombre de barba de varios días apartó el control remoto de sus pequeñas manos con una bofetada rápida, haciendo que este cayera al suelo y se abriera la tapa, perdiéndose las pilas de este en algún lugar bajo aquel mugroso sofá.

-P-Pe pero yo solo quería ver a Kumamon- Esa hora era la única vez del día en que podia ver a su oso japonés favorito.

A Yoongi realmente le gustaba ese oso negro y barrigudo.

Aún se acordaba de la vez que lo perdió.

*Flashback*

Yoongi acababa de llegar de la escuela cuando entro a su habitación. Se sentó en la cama listo para abrazar a su único y más querido peluche cuando se dió cuenta de que no estaba allí.

De inmediato se puso a buscar por todos los rincones de la casa: debajo de su cama, en el trastero de el patio, incluso entre las telarañas de la buhardilla, pero nada.
Su casa era pequeña: constaba de dos habitaciones, además del salón, la cocina y el cuarto de baño. También tenía un pequeño patio con hierba mal cuidada y una caseta que en algún momento había sido acogedora pero que ahora solo servía como trastero. A parte, también había una pequeña buhardilla llena de cajas que su papá nunca le dejaba tocar.

Al no encontrar ni rastro de su mejor amigo, Yoongi llegó a la conclusión de que no llegaría a ninguna parte por su cuenta. Así que, después de meditarlo un poco, reunió todo el valor que un niño de cinco años podía reunir y decidió preguntarle a su padre.

Con paso lento pero decidido, el niño entró en el salón. Cuidadosamente esquivó las piezas sueltas de ropa del suelo, intentando no tocarlas, pues, una vez más, no parecían pertenecer a nadie que viviera en esa casa, ya que ahí nadie vestía falda o tacones de casi veinte centímetros.

-P-papá- dijo el niño cuando vió a la masa de grasa y cerveza que se encontraba tirada en el sofá y rascando su enorme panza. Al no recibir respuesta decidió continuar hablando. - ¿Sabes donde esta Kumamon?-

-No se ni de que me estàs hablando- pronunció el hombre sin apartar la mirada de la televisión.

-Kumamon... Mi osito de peluche- Yoongi de verdad quería encontrarlo.

-Ahhh- el viejo pareció haber recordado- ¿estás ciego chaval? Lo tienes delante de tus narices-

Por un momento Yoongi se emocionó, por fin volvería a abrazarlo y a contarle todas las cosas que le habían pasado en el día. Una vez más, revisó toda la habitación, pero no encontró nada.

De repente un cojín estampó con su frente y se escuchó una risa escandalosa.

-Mi cojín ya estaba demasiado blando así que tuve que ponerle relleno- cuando quiso darse cuenta localizó un pequeño trozo de tela negro y blanco bajo los sudorosos pies de su padre, quien parecía que moriría de la risa.

Su mejor amigo había muerto. Había sido asesinado. Yoongi realmente odiaba a aquel hombre.

*Fin del flashback*

*Golpe*

-Que Kumamon ni que mierdas, ya tienes nueve años, aprende a ser un hombre- Yoongi quiso decirle que no tenía nueve sino diez, pero prefirió callar. - ¡Me das asco niñato! Eres igual que tu madre. La muy puta tiene un hijo y se muere sin hacerse cargo. Menudo marrón​ me dejó. Seguro que lo tenía todo planeado...-

Cuando el niño entró por la puerta de la escuela al dió siguiente nadie le dijo nada. Nadie le preguntó porqué tenía un ojo morado, o el labio partido, ni siquiera le preguntaron porqué cojeaba ligeramente cuando se apoyaba más de la cuenta.
¿Por que preguntarían? Era algo tan habitual que ni los profesores ni los niños ya sentían curiosidad.

Estocolmo »YoonseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora