Capítulo 22- Momentos de dicha

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Capítulo editado y revisado, pero puede que haya dejado escapar alguna que otra cosa, así que, de antemano, disculpen cualquier error.

Disclaimer: La saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer, yo solamente me divierto con sus personajes, ya que me enamoré de ellos. Esta historia o versión de la historia original es una idea mía y ahora la comparto con ustedes.

Capítulo XXII — Momentos de dicha

"POV" Bella

Si la felicidad fuera algo a la que pudiéramos mesurarla, la mía todavía no tendría un instrumento capaz de medirla, mis bebitos hoy completan seis meses de vida, seis meses de dicha, siento como si los hubiera cogido por primera vez ayer, se me olvidó todo el dolor que sentí para traerlos al mundo cuando Edward me los puso en mis brazos.

Durante este tiempo he coleccionado el recuerdo de varios momentos inolvidables — sonreí para mis adentros al recordar. — Primero, los primeros días que pasamos en la intimidad de nuestra casa, conociendo a nuestros niños y disfrutando de ellos con alguna interrupción rápida de nuestra familia que todos los días nos visitaban, descubrimos en estos días que nuestros hijos solamente lloraban por tres motivos: cuando tenían hambre, cuando querían que les cambiásemos el pañal y cuando querían estar con uno de nosotros, debo decir que no tenían mucha paciencia cuando se trataba de estas tres cosas, a pesar de que Edward siempre estaba atento a sus pensamientos para atenderlos lo más rápido posible, cuando tardábamos un poco en atenderlos ponían el grito en el cielo literalmente. Segundo, el primero cambio de pañal de Edward con caca, nunca me reí tanto.

— ¡Por Dios! ¿Qué es eso? — Indagó mi marido cuando abrió el pañal de Tony, yo lo miraba con Lizzy en brazos. — Si uno reúne varios de esas cosas consigue evacuar un sitio, huele horrible — dijo arrugando la nariz —, peor que el olor de los lobos. No te rías, ¿quieres hacerlo tú? — Preguntó en cuanto yo intentaba no reírme.

— Lo hice ayer y sin reclamar — le acordé, pero no le dice que en una de mis charlas con Renée ella me dijo que respirara por la boca al cambiar un pañal con caca —, a ti solamente te habían tocado pañales con pis.

— No puedo comprender cómo una cosita tan hermosa puede expeler algo tan maloliente — miraba a nuestro hijo como si intentará descifrar dicho misterio. No pude contenerme más y solté una carcajada.

— Lo siento — dije entre risas.

— No, no lo sientes — dijo mirándome y empezando a reír conmigo.

Otro momento especial fue cuando Renée y Charlie vieron a ver los niños por primera vez, lo difícil fue darles una explicación creíble. Cuando Charlie me llamó para decir que volvía de Seattle el lunes, una semana tras el nacimiento de los niños, tuve una idea, llamé a Renée y le pregunté si no podría venir a verme, le conté que Charlie la podría recoger ya que pasaría por Port Ángeles al volver de Seattle, quería que los dos estuviesen juntos, no les dije nada sobre el nacimiento de sus nietos, preferí darles la sorpresa, mi madre estuvo de acuerdo con mi idea y yo le di el teléfono del hotel en donde estaba mi padre para que ellos arreglaran los detalles. Con Edward y nuestra familia combinamos la historia que íbamos contarles.

— Van a pensar que me casé estando embarazada — le dije a Edward una noche —, es imposible creer que nuestros hijos nacieron tan saludables con solamente 6 meses de gestación.

— Probablemente es lo que van a pensar — estuvo de acuerdo él —, y tal vez sea lo mejor, van a pensar que tuvimos recelo de contarles antes de estarnos casados — ponderó él.

Mi cielo estrelladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora