CAPITULO 2

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La sorpresa en el rostro de todos los presentes no se hizo esperar, parecían como si no creyeran lo que veían, incluso Kingsley estaba con la boca abierta mirando de uno a otro, mientras ambos se separaban y Draco Malfoy iba y saludaba a Mía con un abrazo y un beso en la mejilla.

--- ¿Cómo te fue? --- le pregunto Mía preocupada, pues sabía que Draco tenia el mismo problema que Harry, ambos habían ido a Nueva York a empezar de cero.

--- Bien, mi madre esta emocionada con la niña --- le dijo encogiéndose de hombros --- aunque no llevamos un día y Astoria ya se peleo con su madre y dijo que no soportaba a la mía.

Ante eso los dos rieron, Astoria Malfoy era una mujer que estaba acostumbrada a valerse por sí misma, aun cuando era de salud débil y no le gustaba ser manejada. Cosa que no le servía con una suegra controladora y una madre sobreprotectora. Ambas mujeres prohibieron el matrimonio de sus hijos. Pero por primera vez Draco hizo lo que le dio en gana y se fue con la mujer que amaba lejos de esas dos Arpías, aunque claro su madre iba de vez en cuando a Estados Unidos y trataba de llevar la fiesta en paz con su nuera.

--- ¿Fuiste a ver los análisis de las dos victimas? ---- pregunto Harry a Draco y este asintió --- ¿es lo mismo que las victimas en Nueva York?

--- Harry, no me dejaron ir a verlas --- le dijo Draco molesto --- dijeron que no tenía la autorización.

---- ¿Qué?, se suponía que te iban a dar un pase --- le dijo Harry, mirando a Kingsley.

--- Me llego por lechuza en la mañana --- afirmo Draco las palabras de Harry --- pero los doctores y el director del hospital no lo aceptaron. Dijeron que lo iban a revisar y que se tardaba de cinco a seis días.

--- No puedo creerlo, --- dijo Mía frunciendo el ceño --- y mientras que siga muriendo más gente.

Harry se volteó a Kingsley, quien al igual que los demás escuchaban la conversación detenidamente y asombrados por la familiaridad y amistad que Draco y Harry tenía.

--- No podemos trabajar así --- le dijo Harry al ministro enfurecido --- ¿Cómo quiere que lo hagamos?, si ustedes no confían en mi gente --- señalo a Mía y a Draco --- si no confían en ellos, no confían en mi y no podemos trabajar juntos.

--- Lo siento mucho Harry, ahora mismo me comunicare con San Mungo para que le den todo el aseso que necesite --- le dijo Kingsley mirándolo firme --- y una disculpa señor Malfoy, por el impedimento a su trabajo.

--- No tenga cuidado, pero más rápido tenga el aseso, más rápido podre ayudar a las víctimas --- le dijo Draco sin ninguna expresión en su rostro.

--- Mejor díganos donde podemos empezar a trabajar --- le dijo Harry al ministro seriamente.

--- Por supuesto, síganme --- les dijo a los tres, para voltearse a los demás Aurores --- Weasley, Smith, Jefferson... síganme también.

Los seis siguieron al ministro y a un hombre calvo algo regordete, que pisaba con paso fuerte y se le quedaba mirando mal a Mía, quien se pavoneaba y sonreía como si fuera la reina del lugar.

Kingsley los invito a todos a entrar a un área apartada del cuartel, pero ahí mismo. Con una mesa ovalada y sillas cómodas, así como una pequeña salita y una mesita con café y galletas. Parecía una sala de juntas.

--- En este lugar pueden trabajar los seis en privado --- dijo el ministro orgulloso --- y sin interrupciones.

--- No creo que una débil mujer deba trabajar en este caso --- le dijo el señor gordo mirando a Mía, tanto Harry como Draco dieron un paso atrás --- los Aurores deben de ser hombres hábiles y que no lloren por que se rompen una uña.

No me pidas Olvidarte (Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora