Cinque

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El omega estaba en la cama, sus puños se crispaban en las sábanas, sus hermosos ojos esmeralda estaban cerrados y de sus labios salían suaves gemidos lastimeros. El alfa no sabía que hacer, se le hizo agua la boca, estaba acercándose de manera inconsciente, se acomodó entre las piernas del omega, respiró profundamente y pasó su mano por el pecho del contrario, quien se removió incómodamente entre sueños.
"Tranquilo, tranquilo, tu alfa ya está aquí y aliviará tu dolor." Habló sin pensar mientras dirigía sus labios al cuello expuesto del omega, al mismo tiempo que prácticamente arrancaba su camisa de seda, bajó sus labios húmedamente hasta uno de los pequeños botones rosados que había en el pecho del menor y lo mordisqueó con suavidad.
"¿Q-qué...? N-n... Ah, mierda." Sus intentos de reproche eran interrumpidos por gemidos involuntarios, no tenía la fuerza suficiente para moverse, lo único que sentía era la boca del alfa moverse sobre su cuerpo y lubricante comenzar a resbalar por sus muslos. "Si lo haces te juro que voy a suicidarme, y te echaré toda la culpa a ti, me aseguraré que tu madre lo sepa." Balbuceó entre gemidos, el alfa río mientras colocaba una de las pálidas piernas del omega sobre su hombro a medida que bajaba más por el abdomen de Harry.
"No voy a follarte, tranquilo, sólo quiero aliviar un poco tu sufrimiento." Gruñó el alfa con molestia mientras rompía los pantalones del pijama del rizado, pasó sus manos por la adorable erección del omega y después pasó sus dedos por la humedad posterior del chico, ganándose un respingo del mismo. Se inclinó lo suficiente para morder y besar el muslo interno del más pequeño, se estiró para volver a besar su abdomen, mientras que dos de sus dedos comenzaban a introducirse lentamente en el pobre chico que gemía desesperado y arqueaba sus espalda en busca de más contacto. Harry estaba mordiendo las falanges de sus dedos con fuerza, su orgullo era más fuerte que su necesidad y lo último que haría sería rogar por más velocidad y profundidad. Louis había comenzado a penetrarlo con sus dedos de una manera frenética, el lubricante escurría por sus glúteos y empapaba la mano del alfa hasta los nudillos, podía sentir los labios del castaños morder, chupar y succionar la piel de su abdomen y de sus pezones.
"¿Se siente bien, pequeño bastardo?" Murmuró el alfa con una voz tan grave que apenas pudo reconocerla.
"N-no." Gimió el omega, ganándose una carcajada por parte del contrario, quién disminuyó la velocidad de sus dedos y negó.
"Entonces pararé, Harry. No me gusta perder el tiempo." Advirtió Louis mientras acariciaba la cadera del menor y admiraba sus gestos y las espesas pestañas que sobresalían de sus ojos cerrados.
"Hazlo, yo también tengo dedos." Retó el menor, sus labios estaban rojos y su voz era notoriamente más grave. Gimió agudamente cuando el mayor flexionó sus dedos y logró tocar ese punto que lo hacía lloriquear de placer.
"Parece que encontré lo que buscaba." Murmuró antes de volver a incrementar la velocidad, flexionando sus dedos cada vez, provocando que el omega gimiera más enérgicamente, sollozaba por el placer. El alfa definitivamente pensaba que el rostro extasiado del omega era arte puro, pero nunca se atrevería admitirlo... A la mierda.  "Tus gestos de placer son el arte más hermoso que he apreciado y he estado en las galerías de arte más prestigiosas del mundo." Halagó con picardía mientras mordisqueaba los labios del omega, quien simplemente se limitaba a apretar las sábanas entre sus dedos.
"Eso fue lo más gay que escuché en mi vida, ¿Qué sigue ahora?, ¿Me escribirás un poema?" Bromeó Harry mientras apretaba los ojos cada vez más fuerte.
Louis continuó penetrándolo rápidamente por un par de minutos más, hasta que el vientre del más pequeño se contrajo, su espalda se arqueó y de sus labios salió un vergonzoso grito de placer.
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Cinco días. El celo de Harry había durado cinco malditos días. Los primeros días, Louis se había hecho cargo del celo del omega, pero su olor se intensificaba, cada vez era más difícil el no partirlo en dos, y su mano comenzaba a doler. Así que mejor había optado por conseguirle una gran caja de supresores. Durante ese tiempo Harry no había salido ni un segundo de la habitación que Louis le había dado, y Louis había tenido dormir, comer y estar completamente solo, justo como antes, pero ahora ya no se sentía tan bien.
"¿Por qué compré una cama tan grande?, definidamente conseguiré una más pequeña." Murmuró para sí mismo la primera noche que durmió sólo otra vez. Solamente había compartido cama una vez con el omega, pero ahora su cama se sentía fría y enorme.
"¿Por qué hay tantas sillas aquí?, nunca dejaría que tantas personas entraran a mi casa, ¿Qué clase de idiota compró este comedor?" Gruñó para sí mismo cuando tuvo que comer en completa soledad. Admitió mentalmente que extrañaba un poco las bromas del omega cuando comían juntos.
"¿Qué estás haciendo, maldito omega bastardo?" Gruñó mientras corría a la cocina, donde escuchó ruidos muy extraños, su alfa saltaba de emoción al pensar que vería al omega otra vez, pero nadie tenía que saber eso, seguramente era porque se sentía un poco sólo y aburrido. Cuando entró a la cocina tuvo una de las peores decepciones de su vida, no era un maravilloso omega de ojos verdes y cabello rizado, sólo era una tonta ardilla. Talló su rostro y volvió a su triste, fría y enorme cama.
Su sufrimiento se alargó por cinco días, lo único que sabía del omega era que no quería abrir la puerta ni siquiera para recibir alimentos.
Un día simplemente despertó y escuchó ruidos extraños en la cocina, ese día las sirvientas llegaban tarde, así que no sabía que podría ser, pensó que sería otra ardilla, así que tomó su zapato y bajó cautelosamente a la cocina, entró corriendo y le arrojó el zapato a la supuesta ardilla, sin siquiera pensarlo.
***

Dark DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora