Ventisette

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"Amor, es navidad, despierta." Murmuraba el alfa mientras lo movía con suavidad, una enorme sonrisa no pudo ser contenida. Navidad era su época favorita del año, además James le había traído el desayuno a la cama.

"Mierda, es cierto. Feliz navidad, cariño." Rió mientras tomaba un trago del jugo de naranja que estaba en la bandeja frente a él. "Gracias, por esto. Eres el mejor."  Sonrió mientras se estiraba para darle un rápido beso en los labios. Llevó sus dedos a los rebeldes rizos que se formaban cada vez que despertaba y comenzó a tomar el desayuno.

El día pasaba tan rápido cuando lo único que hacía era sentarse en el regazo de ese gran alfa y mirarlo firmar contrato tras contrato, a veces se preguntaba si de verdad los leía. "James, tienes que leerlos." Rió mientras acariciaba su gran brazo suavemente.

"Podrías leerlos por mí, amor. Tú eres muy inteligente, seguramente sabes qué es lo que más me conviene." Murmuró mientras llevaba sus manos suavemente a las caderas del omega.

"Podría hacerte firmar un nuevo testamento donde me nombras tu único heredero y no lo notarías." Una dulce risa salió de sus rojos labios al sentir las grandes manos del alfa en su cerebro, se giró y estrelló sus labios suavemente contra los contrarios.

"Confío en ti, y no me importaría dejarte todo al morir, mi hija es demasiado estúpida para hacerse cargo. Hace años que la saqué de mi testamento." Sonrió y acarició el largo cabello de Harry, sus dedos hormigueaban con emoción al sentir la joven piel del menor. Sabía que le era completamente imposible mantenerlo a su lado para siempre. Pero haría lo que hiciera falta para conservarlo lo más posible. "No te he dado tu regalo de navidad, bebé." Se estiró para sacar una caja aterciopelada, la abrió y sacó un anillo con gemas de todos los colores imaginables. Seguramente ese anillo valía más de lo que muchas personas ganarían en toda su vida multiplicado por tres.

"Gracias." Murmuró aún sorprendido después de que James deslizó la pieza de joyería en su dedo, lanzó su cuerpo contra el pecho del alfa para darle un fuerte abrazo. "Creí que iríamos a cenar con alguno de tus socios."

"Joder, lo olvidé. Vámonos, Hazz. Seguro nos están esperando." Rió y se levantó para tomar la mano del omega. Ambos corrieron hacia el auto, subieron y en menos de cinco minutos ya estaban frente a la casa de los Malik.
Harry bajó del auto con una gran sonrisa en el rostro. Sus dedos estaban entrelazados con los del mayor.
Al entrar, lo único que pudo ver fue a Louis Tomlinson sentado con Danielle sobre su regazo, las pequeñas manos de Danielle cubrían la gran mano de Louis sobre el vientre de la omega. Casi sintió ganas de desmayarse y vomitar con el simple pensamiento de ellos teniendo un bebé. No podía ser.
Sin notarlo su mano se aferró con fuerza a la camisa del mayor, como un niño se aferraría a su padre al estar asustado.

"¿Qué pasa, amor?" James reaccionó rápidamente, Harry simplemente negó. Sabía que Louis lo miraba, sabía que lo habría olfateado desde antes de entrar, después de todo, su celo estaba cerca otra vez. Volteó con disimulo para asegurarse de que esos ojos azules estaban clavados en él, viajando por sus delicadas curvas. Sonrió con superioridad y se arrojó a los labios de James, quien lo recibió gustoso. Juraría que pudo escuchar a Louis gruñir.

Se separó y se alejó del alfa, antes diciéndole que buscaría algo para beber. Definitivamente necesitaría un par de tragos para borrar el pensamiento de un hijo de Louis y Danielle.
Una vez estuvo suficientemente ebrio como para borrar el hecho de que estaba bajo el mismo techo que Louis, se aventuró entre los pasillos, había algo en el aire que lo atraía como abeja a la miel. Llegó a una gran puerta de madera obscura, intentó escuchar lo que sucedía del otro lado, pero no lograba escuchar nada más que el aire colándose por la ventana. Decidió entrar.

Dark DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora