Diciassette.

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Harry estaba solo cuando despertó, tenía frío y su estómago rugía con fuerza. Respiró profundamente antes de levantarse de la cama y caminar perezosamente hacia la cocina, sus ojos ardían y su espalda hacía sonidos extraños al caminar.

Subió a su habitación después de terminar su desayuno, se sentó en la orilla de su cama y simplemente miró algún punto de la pared. Comenzó a procesar lo que había pasado ayer, negó para sacar eso de su cabeza, no quería volver a pensar en eso nunca más; su ropa seguía siendo la misma que el día anterior, por lo que decidió ir a su armario para colocarse la pijama, pero cuando sus pantalones cayeron, un pequeño pedazo de papel salió de uno de los bolsillos. Era una tarjeta con un nombre y un número telefónico.
George Campbell.
CMPB & ST.
Jefe.
Harry estaba confundido y asustado, sí, pero tampoco descartó por completo aquella oferta tan tentadora que había escuchado, tampoco había olvidado lo que el anciano le dijo sobre Louis, definitivamente le preguntaría por Denisse, o como sea que se llame.
Hablando de Louis, a su mente llegó el recuerdo de las lágrimas del alfa. Louis había llorado por alguna razón, Harry no sabía qué mierda estaba pasando con el mundo en ese momento, todo parecía haber cambiado radicalmente de un día para otro.

Guardó la tarjeta al fondo de uno de sus cajones y regresó a la cama, sus ojos se cerraron y un profundo sueño se apoderó de su cuerpo. Realmente necesitaba descansar, su mente estaba explotando con razones por las que Louis pudo haber llorado, tal vez sólo quería hacerle creer que lo quería, tal vez sólo estaba actuando por alguna razón. No lo sabía.

Al despertar el reloj marcaba las dieciocho horas. Se levantó decidido a buscar a Louis, después de meditar entre sueños se convenció a sí mismo de qué tal vez le importaba a Louis, sentía la necesidad de agradecerle de alguna manera. Harry no tenía nada que Louis no pudiera conseguir con todo el dinero que poseía. Sólo había una cosa, algo que Harry nunca pensó que terminaría cediéndole al alfa.

Corrió a la habitación del alfa, no había ni un solo rastro de vida, buscó en toda la casa y finalmente llegó a las puertas de la oficina privada de Louis. Aún no sabía qué haría con exactitud, colocó sus pálidas manos en el pomo de la puerta y repitió mentalmente que nada saldría mal.

Respiró profundamente antes de adentrarse. La oficina estaba impregnada por completo con aquella fragancia a madera y tierra mojada que era despedida de la piel de Louis; a los lados habían grandes libreros con libros de todos los tamaños y colores que podría imaginar, había una gran alfombra roja al centro y una pequeña mesita sobre ésta.
Rodeó la alfombra hasta llegar al escritorio donde el alfa leía y clasificaba algunos documentos importantes en apariencia, parecía realmente concentrado. El mayor levantó el rostro y frunció el ceño al ver a su acompañante mirarlo con ojos brillantes y manos temblorosas.

"¿Harry?" Preguntó con confusión, había estado buscándolo toda la mañana, pero no había rastro del omega. Se irguió sobre la silla y sonrío de lado. "Te busqué todo el día, ¿dónde demonios estab-" Sus palabras fueron interrumpidas por los torpes labios del rizado, estaba muy confundido, pero igual le correspondió el beso; un suave gemido salió de sus labios al sentirlo sobre su regazo. Eso era realmente raro, pero no iba a quejarse tampoco, hacerlo sería demasiado estúpido. Envolvió sus manos alrededor de la cintura del omega y mordió su labio inferior con poca fuerza. "¿Qué mierda haces, rizado?" Murmuró sobre sus labios antes de volver a besarlo de la misma manera húmeda y desesperada de antes. Harry no respondió a su pregunta, simplemente bajó sus labios al cuello del alfa y succionó suavemente; el movimiento que hacía la omega sobre aquel alfa en algún video porno llegó a su mente. Intentó imitarlo, pero sus caderas se movían con torpeza sobre la entrepierna del mayor.

Dark DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora