Ventisei

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Louis intentó detenerlo, sin embargo no pudo evitar que Harry saliera hecho llamas de la casa. Danielle lo estaba jalando de regreso a la habitación. Sentía que su cabeza verdaderamente explotaría. Estaba frustrado, quería asesinar a todos, quería exiliarse y morir. Sólo quería a su omega de regreso.

"¡Vete de aquí!" Gruñó mientras luchaba por contener sus lágrimas de furia, su rostro era completamente rojo y de su cuello una vena saltaba. Tomó a Danielle de la muñeca, sin importarle lo mucho que le doliera.
Enloqueció una vez que estuvo solo, rompió ventanas, cuadros, pinturas, entre muchas otras cosas costosas. Se encerró en la habitación que había pertenecido a SU omega, abrazó la almohada que estaba impregnada con su olor y simplemente lloró de frustración y rabia. Quería morir.

Por el otro lado, Harry salía de casa de su madre, Su rostro estaba deshecho por la tristeza y su omega temblaba de frío por la falta de su compañero. Subió a aquel auto negro que habían mandado para él. No hizo ni un sonido.
Sus tristes fanales se enfocaban en la nieve afuera de la ventana, su nariz se había vuelto roja y el frío aire quemaba los pequeños caminos húmedos que habían creado sus lágrimas.

Tocó a la puerta suavemente una vez hubo llegado, quería correr a los brazos de Louis, fundirse en su calor y volverse uno con sus labios. Quería observarlo dormir y preguntarse qué estaría soñando mientras hace esas adorables muecas con el ceño fruncido.
No fue hasta ese momento que supo que anhelaba darle un cachorro, pudo haberle dado uno, las posibilidades eran altas después de haber pasado un celo con él.
Pero lo primero que hizo al llegar a la casa de sus padres fue tomar un frasco completo de anticonceptivos, estaba cegado por el dolor, sólo los empujó al fondo de su garganta mientras lloraba, la desesperación picaba en su columna. Sólo quería a su alfa sosteniéndolo y susurrándole que estarían bien.

En el momento que ese otro hombre envolvió sus dedos alrededor de su muñeca; supo que eso estaba mal, no se sentía correcto. Había tomado una mala decisión, pero no había vuelta atrás.
"Pobre bebé, ven acá. Te haré sentir mejor." Esa gruesa voz no sonaba como su alfa, no quería que lo tocara. Miró al suelo y después tomó valor para subir su mirada hasta los ojos del alfa. No sabía qué decir.

El hombre envolvió su brazo delicadamente en su cintura, entró a casa, cerró la puerta con una pierna, ya que su otra mano llevaba las grandes maletas del rizado. Caminaron lentamente por los blancos pasillos de esa enorme casa, llevó al omega a su habitación, se plantó frente a él y tomó sus manos. "Te dije que ese alfa sólo iba a hacerte daño, cariño." Acarició suavemente la mejilla del rizado para que sus dedos recolectaran cada lágrima derramada. "Ya no puede hacerte daño, conmigo estarás a salvo. Le romperé las piernas si intenta acercarse a ti, te lo juro." Su voz era dulce, sus gestos eran cuidadosos. Ese hombre definitivamente no parecía el mismo que conoció aquel día en el baño. "¿Quieres dormir? Ponte cómodo en la cama, subiré cuando termine de leer algunos documentos pendientes. Hay más habitaciones en el pasillo si no quieres dormir conmigo. Nos vemos en un rato." Besó la frente del omega delicadamente y salió de la habitación.

Harry asintió a sus palabras, estaba agotado. Sacó una pijama de sus maletas y entró a la cama. El recuerdo de lo sucedido lo golpeó cuando el silencio absoluto reinó en la habitación, amargas lágrimas resbalaron por sus mejillas. Esta vez no quiso contenerlas. Lloró sin consuelo hasta que finalmente se quedó dormido.

Las semanas pasaban muy difíciles, Harry había llorado todas las noches desde el día en que llegó a la casa de James Campbell, no sabía nada sobre Louis, no quería saber absolutamente nada sobre él desde que su madre le dijo que ya estaba en una relación con Danielle, en ese momento sintió su corazón ser triturado. Por otro lado, James era el alfa más dulce que alguna vez conoció, era cuarenta años mayor, pero no le importaba. Realmente lo veía más como un amigo, o como un padre. Rara vez se besaban.

"Amor, ven." El alfa interrumpió en sus pensamientos y le hizo una seña para que se sentara a su lado. "El festejo de año nuevo será pronto, ya tengo la lista de invitados. Pero me gustaría que le dieras un repaso, no quiero que te sientas incómodo si hay alguien que no te agrada. Le prohibiré la entra a quien tú me digas, sin importar quién sea."

El rizado tomó el papel en sus manos, sus mejores amigos de la infancia estaban invitados, sus padres también, había muchos nombres desconocidos. Casi se ahoga al leer que Louis y su familia estaban invitados, por un momento pensó en decirle a James que no los dejara entrar, pero quería demostrarse a sí mismo que ya no le importaba. "Así está perfecta la lista, James. Estoy impaciente por la celebración, extraño a mis padres." Sonrió de lado y un suave suspiro escapó de sus labios.
"Cariño, no estés triste. Puedes salir a ver a tus padres cuando quieras, no eres mi prisionero. Confío en ti si no quieres salir con seguridad privada. Eres mi omega, no mi esclavo y moriría por verte feliz." Una amplia sonrisa se abrió paso en sus labios, tomó las mejillas del omega y conectó sus labios con delicadeza, el menor correspondió el beso de la misma manera. "Me encantas, Harry."

"Eres un alfa muy bueno." Sonrió con sinceridad antes de levantarse de su asiento e irse a la habitación, miró el calendario, faltaban algunas semanas para la celebración y estaba completamente dispuesto a hacer que Louis se arrepintiera de haberlo cambiado por una zorra. Sólo necesitaba un plan y preparar su mente para verlo sin llorar.
***

Dark DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora