Ventuno

4.3K 418 96
                                    

Parecía una persona completamente diferente, su cabello carecía de ese impecable orden, su barba estaba descuidada, sus ojos cargaban un cansancio increíble, había grandes ojeras debajo de aquellos ojos índigos.

Había pasado una semana desde la última vez que Louis había tenido el gran privilegio de dormir en una cama, ahora dormía en los incómodos asientos de la sala de espera, se había cambiado de vestimenta apenas un par de veces en toda la semana. No sabía a dónde ir, qué hacer, sólo sabía que quería a Harry nuevamente entre sus brazos, donde pudiera cuidarlo. No en una maldita cama de hospital donde sólo podría verlo tres horas al día.

Todos los días se despertaba temprano en la mañana para ver a su omega, le hablaba sobre lo que había soñado, lo mucho que lo quería, y cualquier otra novedad. A veces se atrevía a tomar sus frías manos, a veces era lo suficientemente valiente para besar su mano, su hombro o inclusive su mejilla. Odiaba verlo ahí, sentirlo frío, su cabello estaba desordenado y sus labios estaban sin color.

"Harry, tienes que despertar, ¿no ves lo que me has hecho?" Murmuraba con desesperación, su mano sostenía la diminuta mano ajena, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas como cada vez que lo veía en ese estado inerte. "¿Qué haré sin ti, Harry? No sé qué hacer, a dónde ir. Me siento perdido." Murmuraba mientras hundía su rostro en la mullida cama de hospital. Miró el reloj y apretó los ojos con fuerza. Le quedaban apenas cinco minutos antes de tener que regresar a la sala de espera. "Te necesito, ricitos. No me dejes." Se acercó y besó su hombro con suavidad, acarició su mano una vez más y después salió. Lo miró a través del vidrio con esperanzas de verlo moverse. Nada, ni siquiera un parpadeo. Su corazón se estrujó cuando una enfermera le pidió que se retirara.

La silla ya se sentía como su nuevo hogar, no se movía de ahí en ningún momento, apenas y comía un poco por las tardes. Le era imposible pensar en cualquier cosa que no fuera su omega. La culpabilidad carcomía su alma, dolía. Él juraba que la culpabilidad era lo único que lo mantenía atado a ese hospital día y noche. Es decir, ese pobre chico fue apuñalado por su culpa, lo correcto sería quedarse a su lado hasta que mejorase.

"¿Louis?" El aludido apenas pudo levantar la cabeza y sonreír con cansancio al ver a la mujer que le había dado la vida. La mujer negó y se sentó junto al castaño. Acarició su espalda con delicadeza y besó sus mejillas. "Ve a casa a darte un baño, colme algo y, no lo sé, haz algo más que no sea estar en este lugar. Yo me quedaré con Harry." La mujer intentaba convencer a Louis de hacer algo que él consideraba inmoral. ¿Qué tal que Harry despertaba? Tenía que estar ahí, no había manera de que se moviera de esa silla.

"No, mi lugar es aquí, madre, junto a Harry. No me iré sin él." Murmuró tranquilamente, intentó acomodarse sobre la incómoda silla y resopló. "No era su culpa, yo debería estar en el hospital. Lo odio por ser tan frágil." Murmuró con un toque de desprecio en su voz. El olor de cualquier omega al suyo le causaba asco, repulsión, ira. Quería que el olor a lavandas y vainilla volviera a llenar su cama, su ropa, su hogar, y cualquier ora cosa. Deseaba profundamente tenerlo de regreso. Los días eran tortuosos, las noches eran un frío infierno. Pero nada se comparaba con el dolor de verle en aquella cama todos los días. Tan inmóvil, tranquilo. Parecía muerto, ese pensamiento había atormentado al mísero castaño toda la semana. ¿Cómo vivir sin Harry?

"Vamos, ve a tomar un café y a comer algo. Ni Harry, ni yo nos moveremos de aquí. Te lo prometo." Insistió mientras acariciaba sus mejillas. Verdaderamente se preocupaba por la salud de su pequeño hijo. "Louis, cuando Harry despierte necesitará que seas un alfa muy fuerte para que lo ayudes a recuperarse completamente. Un alfa cansado y desnutrido no le servirá de nada."

"No puedo desnutrirme en una semana, madre. Además, ya faltan pocos minutos para que pueda ver a Harry, no me moveré de aquí hasta que él esté conmigo." Repitió una vez más, una pequeña alarma sonó en su teléfono. "Te veo en una hora." Besó la mejilla de su madre y se apresuró a caminar entre los pasillos hasta la habitación del fondo.

"Hola, bebé." Murmuró al entrar. Se giró a mirar la pared, respiró profundamente. Entrar y verle de esa manera no se hacía más fácil, siempre dolía de la misma manera. Su pecho se apretaba y su respiración fallaba.
Respiró profundamente una vez más antes de girarse y acercarse a la cama. "Tienes que despertar, ya no soporto estar sin ti." Sonrió y tomó la pequeña y fría mano ajena para entrelazar sus dedos. Besó el dorso de su mano y negó. "Despierta, despierta, ya no puedo seguir sin tu molesta voz intentando decirme qué hacer. He comenzado a escucharla dando órdenes en mi cabeza, ¿sabes?" Murmuraba el castaño con tartamudeos y falta de oxígeno.
Una vez más no pudo retener sus lagunas, le dolía no obtener ni la más mínima respuesta de su omega, le dolía como el infierno. Se aferró a su mano como si su vida dependiera de ello y respiró profundamente para poder hablar con más tranquilidad. "Soñé lo mismo una vez más. Otra vez tú en esa bañera, cubierto de sangre, sin color, sin movimiento. Muerto." Su voz disminuía su tono y dicción conforme sus palabras avanzaban. "Despierta para que ese sueño se vaya. Para que pueda dormir sin tener pesadillas sobre perderte. Despierta para que pueda verte al ir a dormir, y al despertar. Extraño la manera en la que tu cabello suele hacerme estornudar por la mañana. Extraño la manera en la que gritas cuando intento besarte. Harry, estoy de rodillas. Te ruego que despiertes. ¿Por favor?" Murmuró. Sus lágrimas no se hicieron esperar más y el amargo olor de un alfa desesperado por recuperar a su compañero llenó la habitación por completo.

Una chispa en el espacio fue suficiente para crear un universo hace trece mil ochocientos cincuenta millones de años, una chispa fue suficiente para revolucionar al ser humano por completo hace mil seiscientos millones de años con el descubrimiento del fuego. Una chispa fue lo que provocó que el alma de Louis combustionara por completo al sentir aquel diminuto movimiento de uno de los delgados dedos ajenos. Esa pequeña chispa de esperanza provocó que el alfa prácticamente arrastrara a una enfermera hasta la habitación del rizado. Más doctores entraron y Louis fue empujado fuera del área.

No veía mi escuchaba nada, su madre lo sostenía con fuerza para evitar que tuviera otro arranque agresivo como lo tuvo cuando le ordenaron que saliera de la habitación. Un hombre en bata blanca apareció con una expresión seria. Respiró profundamente, relamió sus labios y sonrío de lado. "Señor Tomlinson, permítame informarle que su omega ha despertado. Felicidades." Sonrió y se giró para irse, pero algo lo hizo frenarse. Había olvidado la parte importante. "Harry no ha dejado de intentar gritar su nombre, su garganta está un poco lastimada por el tubo del respirador, así que consideré correcto darle algunos tranquilizantes para calmarlo. Mañana en la mañana podrá verlo. No queremos alterarlo mucho en este momento. ¿Cierto?"

Una vez más Louis estaba tan cerca y tan lejos de la felicidad. Esa noche fue especialmente tortuosa para él. Agradeció a cada doctor que se hizo cargo de su mayor tesoro... Y tal vez firmó un par de cheques de donación al primer orfanato que llegó a su mente.

***

Perdón por no actualizar la semana pasada, se me olvidó todo, literal. ):

Así he estado por horas:

Así he estado por horas:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dark DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora