Parte 50

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PENÉLOPE SABÍA QUE ESA TARDE CAMBIARÍA PARA SIEMPRE, Draco había salido antes que la enfermera le diera el pase para poder regresar a lo que restaba del ciclo escolar y ella no podía hacer nada mientras seguía las normativas de la enfermería, un lugar donde había estado casi todo ese semestre.

—No hay indicios de tristeza ni de enojo— comento la enfermera mientras con su varita hacia los últimos chequeos con la princesa —No hay razón para que duermas esta noche en la enfermería.

—¿Significa que ya puedo regresar a mis aposentos? — dijo levantándose de la cama, debía irse lo más pronto de aquel lugar y buscar a su prometido.

—Así es— suspiro algo extrañada porque a la princesa le retomaba más tiempo recuperarse de sus episodios negativos —Igual, Minerva ya ha tomado la decisión de que puedes retirarte.

—Muchas gracias por sus cuidados por estos días— le dijo tomando todas sus pertenencias rápidamente —Debo irme antes que Filch me diga algo sobre estar de noche en los pasillos.

—No creo que se pueda enojar contigo— dijo mientras le ayudaba —Eres de las pocas que le agradan.

Penélope le regalo una sonrisa mientras salía de la enfermería, intentando llegar lo más pronto a la Sala de Menesteres, pero se sorprendió de ver la cantidad de polvos peruanos en todo el pasillo; con un hechizo no verbal, limpio la atmósfera y llego rápidamente a donde sabía que estaría la batalla, cerca de la Torre de Astronomía. Dumbledore había ido a buscarla mientras estaba convaleciente y le había platicado todos sus planes, la razón por la que todo pronto terminaría para él.

La guerra se desató entre varios magos y mortifagos mientras la Marca Tenebrosa estaba en lo alto de todo el castillo, una muerte había ocurrido mientras ella buscaba ayudar a cualquier mago herido; ningún hechizo le afectaba a ella por más que algún hechizo saliera lanzado para infligir daño a cualquiera.

—¡No te atrevas! — grito la princesa al ver como un pelirrojo que ella conocía era atacado por alguien que odiaba —Ya has hecho mucho daño a mis seres queridos, no permitiré que hagas daño a una familia más.

—Nos volvemos a encontrar su majestad— respondió Fenrir mientras dejaba moribundo a su presa —Espero que no me odie, nos estaremos viendo seguido.

—Eres un ser despreciable— realizo un hechizo no verbal, dejándolo aturdido por unos momentos con la intención de proteger al hermano mayor de los Weasley, deseando que no siguiera el mismo destino que su querido guardián, aunque la luna llena no brillara en el cielo, sabía que habría repercusiones ante las mordidas que había hecho aquel hombre lobo.

—Es momento de irnos— hablo Snape al ver todos los mortifagos intentando asesinar a la Orden del Fénix y unos cuantos alumnos que no dejaban que huyeran. Penélope se fue detrás de ellos, siguiéndolos como habían acordado en el momento que sucediera ese terrible suceso.

—¡Máteme también, máteme como lo mataste a él, cobarde! — gritaba Harry cuando los alcanzo en uno de los patios del castillo.

—¡No me llames cobarde! — le contesto lanzándole un hechizo no verbal, mientras observaba como la princesa veía todo detrás de una columna. Temerosa por todo lo que sucedía —Draco, ve por ella.

—Vámonos Penélope— corrió para que Harry no intentara hechizarlo nuevamente. Ambos adolescentes se quedaron parados al ver como el guardabosque intentaba atrapar a los mortifagos que buscaban salir de los terrenos para poder aparecerse.

—No se queden ahí— les grito Snape, cuando volvió a lanzar el contra hechizo que Harry había gritado —Estaremos en problemas si no te llevas a la princesa Draco— los empujo, obligándolos a correr sin que Penélope tuviera la oportunidad de recorrer a Hagrid, quien había sufrido las consecuencias de perder su casa tras un incendio provocado por Rowle.

Sectusempra— volvió a gritar Harry, pero nuevamente no logro hacerle daño a quien era su profesor, eso fue lo último que escucho la princesa por parte de quien estaba destinado a acabar con esa guerra.

Sus guardianes la recibieron con los brazos abiertos, mientras agradecían a Draco por traerla sana y salva; Draco no se quedó más tiempo, volviendo a desaparecer para llegar a su casa.

—Me han visto— lloro sobre Alejandro —Pensarán que soy una traidora, pero no lo soy.

—No entienden por qué te fuiste de ahí— le respondió el americano —Cuando conozcan tus razones, sabrán que fue lo mejor.

Penélope agradeció el abrazo grupal en el que sus guardianes la habían envuelto, y saco todas las lágrimas que estuvo guardando por ayudar a cualquier mago, mostrando fuerza para su pueblo; ella había huido porque a si había sido planeado por sus guardianes, tenía que estar protegida para poder ayudar a quienes se habían quedado escondidos en su mansión dentro del territorio inglés, varias familias muggles con familiares mágicos estaban agradecidos de que los protegieran después de tantos ataques.

—¿Cómo está mi hermano? — pregunto un niño de Gryffindor, seguido por su madre.

—Colín está bien— le respondió con una sonrisa, quitándose las lágrimas para poder seguir mostrando fortaleza a su pueblo —No ha salido de la torre cuando le pedí a los cuadros que no dejaran salir a nadie que estuviera adentro después de cierta hora.

—Gracias por traernos aquí— respondió un señor, con una mirada tierna.

—Cualquier mago o bruja que necesite protección será bienvenido a mi hogar, señor Tonks— le dijo una sonrisa.

Una Princesa en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora