Parte 79

3K 270 7
                                    

LOS FWOOPERS NO DEJABAN DE LLEGAR CON CARTAS DE TODOS LOS MINISTROS DE MAGIA, también se recibían cartas por parte de algunas familias que buscaban reconocimiento por parte de la familia real, otras cartas eran invitaciones por algunos conocidos, incluso amigos, para poder pasar un fin de semana diferente, o alguna velada de donde eran originarios, y otras cartas eran especialmente para Theo, donde querían que el rey fuera personalmente a atender algunos asuntos.

Los medios tenían razón cuando decían que la vida de la realeza era muy cansada, sobre todo cuando Penélope se encontraba sola y tenía que responder por todas las cartas que llegaban; la responsabilidad que cargaba en sus hombros era demasiada para una joven de veintiséis años, incluso ser madre era un papel difícil: Graham estaba pasando por una etapa donde necesitaba más atención por parte de sus padres, y por más que la reina buscaba algún consejo en los cuadros de sus antepasados, no recibía ninguno para convertirse en una madre ejemplar.

—¿Reina Sofía? — se asomó un pequeño elfo.

—¿Qué sucede Manolo? — le pregunto mientras entregaba la carta al fwooper que tenía un viaje largo por hacer.

—El príncipe Graham le ha pedido a Manolo que busque a la reina para enseñarle algo.

—En unos momentos iré.

—Manolo piensa que la reina ha estado en su oficina desde el desayuno, Manolo no quiere faltar al respeto.

—Los fwoopers siguen llegando— le respondió cuando vio que se abría la ventana para dejar entrar a la criatura mágica.

—Manolo piensa que la reina debería descansar— le dijo el elfo cuando Penélope abría el sobre y empezar a leerla —Manolo debe recordarle a la reina Sofía que lleva la vida de un príncipe.

El tercer embarazo de Penélope ya había sido anunciado a todos los habitantes del castillo, haciendo que la mayoría de los elfos siempre la cuidaban más de lo acostumbrado; Penélope suspiro al saber que su elfo favorito tenía razón y no estaba descansando lo suficiente, lo que era necesario para una mujer embarazada.

—¿Dónde está Graham, Manolo? — pregunto cuando su vista se posó en la foto mágica de su primer hijo.

—El príncipe Graham se encuentra en su jardín favorito.

—Hoy no recibiremos a ninguna persona y las respuestas tendrán que esperar— se alisó el vestido —Manolo, confío en que lograras que nadie nos moleste.

—Manolo está feliz de servir a la familia real.

Theodore Graham IV era muy parecido a su padre, tanto que cuando ambos estaban juntos se podía observar que el primogénito era una réplica exacta de su padre, incluso los lunares estaban en el mismo lugar. Una sonrisa se puso en el rostro de Penélope al encontrar a su hijo leyendo un libro, la lectura era algo que ambos le habían inculcado.

—Veo que has encontrado un nuevo libro— le hablo, haciendo que el pequeño se asustara y miraba de mala manera a su madre.

—Termine el otro, era muy infantil.

—Siempre te han gustado los cuentos muggles.

—No los entiendo— dijo con voz seria, haciendo que Penélope sintiera nada más que ternura —Imaginan el mundo mágico, pero ya existe.

—Se dice que algunas personas viven entre los muggles, magos, y ellos les dan una pista para que puedan imaginarse como es nuestro mundo.

—Este libro es de nuestra familia— le cambio de tema —Era lo que te quería enseñar— le mostró el libro rojo y algo antiguo —Lo encontré en la habitación que era del rey Graham III.

—Sabes que cualquier duda que tengas sobre nuestra familia puedes hacérmela a mí.

—Desde que papá se fue de viaje has estado más ocupada— él respondió haciendo un puchero, Penélope lo tomo entre sus brazos y lo sentó en sus piernas.

—Lo siento— lo apretó más a su pecho —Pero hoy, iremos al pueblo muggle— Graham sonrió mostrando donde faltaban dos de sus dientes —Busquemos a los otros niños para irnos juntos.


⊰∘╭╰▵ღ◠♔◠ღ▿╯╮∘⊱


Penélope caminaba de la mano de sus dos hijos: Graham parecía no querer soltarla por nada, en cambio, Johan quería soltarla para ir a ver las cosas extrañas de los muggles, Romina había resultado ser la mejor guardiana, ya que tampoco soltaba su mano, aunque el príncipe quisiera salir corriendo; León solo se dedicaba a hacer comentarios inteligentes sobre lo que había leído de los muggles. Este grupo llamaba la atención, Penélope era una mujer pálida, cabello blanco y ojos azules, aunque también llamaban la atención al ver que una joven era encargada de cuidar cuatro niños y dos de ellos la llamaban mamá.

—¿Una señorita sola en estos rumbos? — se escuchó decir de un joven, Penélope decidió ignorar aquel comentario, quería disfrutar del paseo con sus hijos.

—Mi querida esposa no está sola.

—¡Papá! — los niños soltaron a la reina para ir corriendo hacia el joven de ojos azules.

—Llegue al palacio, y ¿saben que fue lo primero que escuche? — les pregunto a los niños, cargando al más pequeño. Los niños soltaron una risa y negaron con la cabeza —No escuche nada, ninguna risa o mandato.

—No sabíamos que volverías este día Theo— Penélope se acercó para darle un pequeño beso en los labios a su esposo.

—Quería sorprenderlos.

—Podríamos ir al palacio y que nos cuentes las aventuras de este viaje— propuso Graham, tomando con una mano la de Theo y con la otra, la de Penélope.

—Y, ¿desperdiciar la visita al pueblo? — le contesto con una sonrisa —Aquí puedo contarles sobre los dragones que vi.

—¿Fuiste a Rumanía? — pregunto rápidamente León, no era secreto que el hijo del guardián español quería ser dragonista.

Penélope miró de reojo a su hijo y como miraba con gran admiración a su padre; una lágrima corrió por sus mejillas rosas mientras acariciaba el pequeño bulto donde se encontraba su hijo. Se preguntó si era verdad lo que había leído y lo que los cuadros le habían dicho; y por segunda vez, decidió robarle un beso a Theo.

Una Princesa en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora