Parte 55

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LA MANSIÓN MALFOY NUNCA ESTABA QUIETA, se había convertido el centro de reunión para todos los mortifagos; incluso también era el lugar donde los prisioneros de ellos se quedaban para ser torturados y para ver si les podían dar información sobre el paradero de quien era el mayor enemigo del Señor Tenebroso. En esta ocasión, las fiestas navideñas no eran agradables al ver la cantidad de personas reunidas por un horrible propósito, incluso Penélope se preguntó si cuando su reinado era conocido atraía a mucha gente, como esta multitud.

—Draco— le tomo ligeramente la mano de su fiancé, intentando llamar su atención.

—Dime— le contesto todavía con la mirada perdida; la princesa sabía que el miedo gobernaba en su fiancé, es por eso que no le gustaba mirar a nadie, también para evitar que leyeran su mente.

—Me preguntaba si te gustaría acompañarme a dar un paseo por los jardines de la mansión— apretó su agarre —Sería agradable alejarnos un poco de este ambiente tan tenso.

—Sabes que no podemos alejarnos, mi madre podría tener problemas si no estamos cuando nos solicite— hablo en voz baja, esperando que ninguno de los presentes llegara a escuchar a la princesa rebelde —¿Por qué viniste en las fiestas si te molesta estar rodeada de estas personas? 

—Sabes muy bien la razón, perdona si te molesta mi compañía— contesto al ver que Draco le quitaba disimuladamente su agarre. Sofía se irguió más de lo posible y salió de la mansión, ella si quería alejarse de las personas. Aunque portara un vestido rosa,  no podía alegrar el jardín y la mansión, que ahora se encontraba más tétrica y descuidada, incluso se podían escuchar los chillidos de los roedores que ya habían hecho los jardines su hogar.

—¿Princesa?

—¡Huenny! — hablo en voz baja la princesa —Sabes perfectamente que no debes venir a este lugar al menos que sea importante-

—Huenny fue mandada por el amo Torres— le dijo con una reverencia exagerada, esperando que no fuera castigada —El amo Torres le pidió a Huenny que le entregara esta carta personalmente a la princesa.

—Gracias Huenny— tomo la carta que la elfina le daba —Será mejor que te retires, no me gustaría que tú o alguno de mis elfos fuera obligado a brindar un servicio en esta mansión.

Crak! Fue lo que se escuchó en los jardines, donde gobernaba el temor por hacer cualquier acción que pudiera malinterpretarse y ser castigado con la muerte; Penélope decidió que era mejor leer esta carta en las comodidades de su recámara, donde nadie podía entrar o molestarla.

—¿Qué hacías afuera? — le pregunto Draco una vez que la localizo subiendo las escaleras.

—Fui a dar un paseo en los alrededores— le quito su mano al igual como él lo había hecho, de manera disimulada —No debes preocuparte por mí.

—Lo hago cuando haces una acción que puede molestar a los mortifagos o al Señor Tenebroso.

—No quiero causarles más problemas de los que tienen al tener su casa como una cárcel— le acaricio la mejilla, viendo fijamente a sus ojos grises que se encontraban apagados desde que huyo de la mansión —Pero deben entender que no pertenezco a este grupo, por lo que puedo hacer lo que yo quiero.

—¿A qué te refieres?

—Lo que quiero decir que la única razón por la que sigo en Inglaterra, es por ti y por tu madre— Penélope deposito un delicado beso en su mejilla y partió a su recámara, para leer de manera tranquila lo que su ahora guardián le había escrito.


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La mañana de Navidad tampoco fue agradable para la princesa, todos se despertaron muy temprano por la visita inesperada del mago más temible de ese momento. Al parecer el ataque sorpresa que tenía preparado para Harry Potter no había salido como él había esperado; Penélope se alegró al saber que el enemigo de Lord Voldemort había sido más inteligente que él, ¿Quién diría que un joven de diecisiete años vencería a un anciano? Pero, no pudo contener su alegría al escuchar las siguientes palabras: "El Quisquilloso ha hecho grandes números apoyando a Harry Potter, ¿Qué tal si le hacemos una visita a esos lunáticos?"

—¿Luna? — llego Penélope de manera sigilosa a la parte más baja de la mansión, esperando que no hubieran logrado su cometido de llevarse a la hija de Xenophilius.

—¿Eres tú Penélope? — le respondió con su voz soñadora.

—No tengo mucho tiempo, pronto se darán cuenta de que estoy fuera de mi habitación cuando debía ya estar lista para irme al colegio.

—¿Qué estás haciendo en la mansión Malfoy?

—Mientras menos información obtengas de mí, querida Luna, será mejor para ti— se tomaron ligeramente las manos ambas adolescentes —No te tocaran de manera mágica ni física, eso puedo asegurarte.

—¿Dónde estás princesa? — la llamaron desde la parte superior de la mansión, sabía que Narcissa no diría nada de su paradero, pero ya debía irse al colegio si no quería ocasionar más problemas a la familia Malfoy.

—Estaré al pendiente de ti— subió lo más rápido las escaleras, invocando sus maletas para esperar pacientemente a que le dieran la orden de usar la chimenea —Estoy lista Narcissa.

—No diré nada de tu pequeña visita— le dijo la matriarca en voz baja y temblorosa —Pero no vuelvas hacerlo.

—Gracias Narcissa— le tomo las manos y le regalo una sonrisa —Sabes que eres bienvenida con mis guardianes cuando no puedas más.

—No puedo dejar sola a Draco— la metió rápidamente a la chimenea cuando vio que las llamas se volvían verdes.

Penélope abrió sus ojos para ver el despacho del director, esperando que pronto terminara esta guerra; saludo amablemente a los cuadros de los antiguos directores y se fue rápidamente a las mazmorras, no quería encontrarse a ningún mortifago, preguntándole si sus vacaciones habían sido las mejores de su vida.

Una Princesa en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora