1: Nada de relaciones.

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Me leí por última vez el tema que tenía que estudiarme para el examen de la semana que viene, guardé mis libros y cogí mis llaves. Heather había llegado ayer de su luna de miel y quería ir a verla. Seguramente se lo habría pasado genial. Italia es un lugar mágico, sin duda, y aún más para unos recién casados. Tenía que preguntarle tantas cosas.

Bajé las escaleras de casa corriendo.

-¡Mamá, me voy! ¡Volveré tarde! - Grité abriendo la puerta de casa.

-¿Volverás a cenar?

-No sé. - Cerré la puerta, me subí a mi viejo coche y conduje hasta la gran casa de mi amiga. Al menos ella, a pesar de todo lo que había pasado en su vida, había contado con el dinero de sus suegros y una gran casa. Mi familia, sin embargo, siempre había pasado apuros económicos. Me bajé del coche y corrí hasta la puerta de entrada. Pegué al timbre, eufórica por volver a ver a mi amiga. Me abrió una chica rubia de unos treinta y tantos. -¿Está Heather? - Ella frunció el ceño. Quizás había sonado muy maleducado, pero en ese momento me dio igual. Estaba ansiosa por ver a mi amiga.

-Hola... Sí, pasa. - Se hizo a un lado y entré. -Heather, tienes visita.

Quizás aquella chica era la sirvienta o algo así. La verdad, es que con todo el dinero que tenían siempre me extrañó que no tuvieran una.

-¡Heather! - Exclamé cuando la vi. Estaba súper morena, y su pelo se había vuelto más claro debido al sol. Me tiré sobre ella a abrazarla. -Te he echado de menos. ¡Tienes que contármelo todo! TO-DO.

Ella asintió riendo y me indicó que nos fuéramos a su dormitorio para tener algo más de privacidad. Por el pasillo vi a Harry, le sonreí y chocamos los cinco.

-Después te veo, tengo que cotillear un poco con mi amiga. - Dije riendo.

-No me la robes mucho rato. - Bromeó, desapareciendo por el largo pasillo.

Heather se sentó en su cama y yo me quedé de pie frente a ella. Estaba tan emocionada por cada uno de los detalles de su viaje que no podía sentarme, necesitaba moverme. Me mecí suavemente sobre mi pie derecho, y luego sobre el izquierdo, y así sucesivamente.

-¡Di algo por Dios! - Dije mirándola. Ella rió. Mi amiga con su serenidad de siempre. Que envidia ser tan tranquila.

-Bueno, ¿qué puedo decir? Ha sido un viaje de ensueño. Todo estaba preparado para la más mínima cosa que necesitáramos. ¡Teníamos hasta canguro para James! Y la ciudad... Bueno, realmente parecía que tuviese en un cuento de hadas. Italia es increíble. - Hizo una pausa. Tenía la mirada perdida, y parecía que estaba reviviendo algunos momentos de su viaje. Finalmente, levantó la cara y me miró. Yo la miré, expectante. -Te lo recomiendo.

Sonreí y abracé a mi amiga.

Claro que quería ir. Me moría por hacerlo. Ojalá pudiera yo seguir las recomendaciones de mi amiga, pero yo ya tenía suficiente con pagar mis estudios. No podía permitirme un viaje, ni si quiera al pueblo vecino.

-Algún día iré. - Prometí, más para mí que para ella.

-Bueno, ¿y tú que tal llevas tu carrera? No es por nada, pero derecho siempre me pareció una carrera aburrida.

Sonreí para mis adentros. Sería una carrera aburrida si no tuviera un profesor que estaba buenísimo impartiendo clases tres horas a la semana. Él se llamaba John; mi increíble profesor de derecho penal. Era muy joven. Tan sólo tenía siete años más que yo. Algunas veces habíamos tonteado después de clases. No estaba mal, sabía como atraer la atención de las chicas... Lástima que yo como mucho quisiera un rollo rápido con él.

-Rachel... - Dijo mi amiga levantándose de la cama. -¿Y esa cara?

-Nada. Un profesor que está bastante bien. - Comenté, sin darle importancia. No quería darle más importancia de lo que tenía, es decir; ninguna. Ya que si no Heather se pensará que me gusta, y a estas alturas y visto lo visto, para mí los chicos son de usar y tirar.

-¿Un profesor? - Sonrió de lado. -
No será un viejo verde, ¿no? Si es así, avísame y mandaré a Harry a que patee su culo.

-¿Qué? ¡No! - Reí y casi me atraganté de tanto hacerlo. -Soy yo la que lo busca después de clases. - Le guiñé un ojo.

-¿En serio? - Hizo una mueca de asco. -¿Cuántos años tiene? ¿Cincuenta?

-Veintinueve, querrás decir. - Dije, sonriéndole pícaramente.

-Bueno, supongo que la cosa cambia. - Rió nerviosa. -Pero aún así, sólo se te podía ocurrir a ti estar con tu profesor. - Puse los ojos en blanco.

-Lo dices como si nos fuéramos a casar y nos fuéramos a mudar a la casa de vacaciones de barbie. - Ella me miró con una mueca interrogativa. -Mira, Heather, te seré sincera: que a ti te haya salido bien la jugada del "chico malo que es solo es bueno contigo" no quiere decir que nos pase a todas. Esa cosa a la que llamas amor - Dije con asco, casi escupiendo la palabra. -solo le ocurre a una de un millón, así que entérate; eres una privilegiada.

Para cuando acabé mis discurso, las lágrimas ya amenazaban con salir de mi rostro. Salí de la casa de mi amiga, ignorando como mi sobrino me llamaba a gritos desde su perfecto columpio del perfecto jardín de su perfecta casa. Mi vida nunca sería así.

Di un paseo por calles que nunca había visto mientras me secaba las lágrimas de los ojos y me decía a mí misma que no necesitaba esa vida perfecta. ¡Por favor! Y mucho menos a un tío que se pusiera pesado preocupándose de mí. Que me diera los buenos días, las buenas noches; que me dijera que estoy guapa hasta sin maquillaje, que tardo demasiado en arreglarme; que me ama... Claro que no necesitaba nada de eso. Ni lo necesitaba, ni lo quería. Sólo necesitaba acabar mi carrera, ser una abogada exitosa y ser una diosa. Una diosa; que pudiera tener al chico que quisiera a mis pies, pero sólo para lo que yo quisiera. Con mis reglas. Y aquí va la número uno: nada de relaciones.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora