8. Oliver.

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Martes.

Era la hora del almuerzo y yo estaba realmente nerviosa. En dos horas tendría un examen de historia del derecho muy importante, y a pesar de que había estudiado, me había llevado los apuntes para leérmelos una última vez. Sin embargo, me era casi imposible concentrarme. La cafetería de la universidad no es que fuera precisamente tranquila. Suspiré, intentado centrarme en todas las hojas de resúmenes que tenía en frente. Necesitaba una buena nota en ese maldito examen.

Mi teléfono sonó sacándome de mi pequeño trance y mi cerebro agradeció a quien fuera que llamara por liberarlo de tener que concentrarse en ese tema tan aburrido.

-Hola. - Dije sonriente.

-Hola, Rachel. - Dijo Heather. Hizo una pequeña pausa para coger aire y volvió a la carga. -Verás, me preguntaba si podrías recoger a James del cole hoy. - La voz de mi amiga sonaba nerviosa desde el otro lado de la línea. Fruncí el ceño.

-Oye, ¿tienes algún problema? - Cogí los apuntes, los metí en su correspondiente funda de plástico y los guardé en mi mochila.

-No. - Se apresuró a decir. -Es que me encuentro un poco mal hoy. Prefiero no salir de casa.

-¿Quieres que te acompañe al médico?

-No, no. Dolores pre-menstruales. Ya sabes...

-Mm, vale. Lo recojo yo. Mejorate, cariño.

-Gracias. - Musitó.

Colgué y miré el reloj. Ya no me daba tiempo a repasar nada, así que decidí ir recogiendo y yéndome a mi correspondiente clase.

Diez minutos después, el profesor estaba repartiendo el examen boca abajo. Estaba ansiosa. Quería hacerlo y quitármelo de encima de una maldita vez.

-Ya podéis darle la vuelta a vuestros exámenes.

Le di la vuelta rápidamente y solté todo el aire que al parecer llevaba un buen rato acumulando. Era fácil. Mucho más fácil de lo que me esperaba. Sonreí y me dispuse a responder todo con sumo cuidado.

*

Me colgué la mochila a los hombros y corrí hasta la entrada del colegio de James. Al menos, esta vez, llegaba a una hora prudente.

Me golpeé mentalmente cuando recordé que tendría que volver a encontrarme con Oliver y su preciosa sonrisa. No estaba preparada para ello. Hice varias respiraciones profundas intentando calmarme. Sólo es un chico. Esa etapa tonta de no poder reaccionar ante un chico ya estaba superada. La nueva Rachel podría con eso y con mucho más. Me acerqué a Oliver a paso decidido y con una sonrisa altanera en mi cara. Ahí era yo quien tenía la sartén por el mango.

-Buenos tardes. - Dije seca. -Vengo a por James.

-¡Que sorpresa verte llegar a la hora! - Dijo socarrón. Sus ojos brillaban con malicia. Tosí un poco a entender que no estaba de hunor para sus tonterías de profesor enrrollado.

-¡James, vamos! - Mi sobrino corrió hacia mí. Le di un gran beso en la mejilla y le cogí la manita. -Adiós.

-Espera. - Dijo, agitado, cogiéndome del brazo. -¿Qué tal si quedamos? - Mi sobrino me miró con una sonrisa en los labios y yo fruncí el ceño.

-No, gracias. Estoy un poco ocupada.

-¿Toda la semana? - Inquirió, alzando una ceja.

-Todo el mes. - Respondí.

-Bueno, espero que no todo el año. - Dijo y me guiñó el ojo. Puse los ojos en blanco y me fui con mi sobrino. -¡Adiós, princesa! - Dijo entre risas.

Y yo, sin poder evitarlo, -y agradeciendo que no me viera porque estaba de espaldas a él- sonreí.

*

-Bueno, ¿te encuentras mejor? - Dije entrando a casa de Heather.

-Sí. Algo... - Dijo sin mirarme.

-A mí no me engañas después de estar contigo desde que tengo memoria. ¡Tú lo que querías era que me encontrara con Mr Sonrisa Perfecta! - La acusé, señalándola con mi dedo índice. Ella elevó ambos brazos en señal de rendición.

-De acuerdo, tienes razón. - Suspiró y yo puse los ojos en blanco. -Pero es que es muy mono. Me gusta para ti.

Y ahí estaba. Ahora Heather se pondría en modo madre para decirme que es lo que debería querer yo también. Que debería buscarme a un buen chico con el que pasar el resto de mi existencia y bla bla bla...

-...sólo quiero lo mejor para ti. - Asentí y la abracé. Despuesde todo tenía razón. Siempre nos habíamos cuidado la una a la otra, y me alegraba de que algunas cosas no cambiaran nunca.

*

Cuando llegué a mi casa con una sonrisa no se me ocurrió otra cosa que saludar alegremente. Al vacío, por supuesto, ya que como era obvio mi madre seguía en el trabajo, y mi padre seguramente estaría en casa de mi tío. Suspiré y me senté en el sofá. Sentí como el silencio me ponía nerviosa y hacia que un nudo se instalara en mi estómago. ¿Tendría razón Heather y ya era hora de dejar de estar sola? ¿Estaba sola? Porque desde luego así me sentía en ese momento...

Entonces, sin quererlo, la imagen de Oliver cruzó por mi mente. Él bromeando con James, él concentrado explicándome los monumentos, él con una sonrisa traviesa, él basándome, el sonriendo, él frunciendo el ceño... Siempre él; siempre Oliver. Y por primera vez desde que lo conocí me puse a pemsar en que tendría su sonrisa que conseguía dejarme idiotizada mirándolo por minutos.

Suspiré.

No quería enamorarme. El amor solo te lleva a una cosa; desamor. Y no quería pasar por nada parecido. Demasiado dolor para tampoco amor. Al menos, así era como lo veía yo. Y sabía, que era lo único que conseguiría si seguía dejando que Oliver se acercara a mí. Sabía que él podría conseguir mi cariño. En realidad, el podría conseguir el de cualquier chica con esa perfecta sonrisa y su increíble forma de ser, pero yo no caería. Yo no me enamoraría de Oliver. Jamás.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora