4. Él te busca a ti.

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¡Ay no, joder! AY NO. No podía ser tan desastre, realmente no podía. Sin duda esto debía ser obra de algún mal de ojo que me habría echado alguna envidiosa. No podía ser que fuera a recoger tarde a mi sobrino despuesde haberlo llevado tarde también. Sin embargo, esta vez había sido todo culpa mía; yo había sido la que se había quedado dormida. ¿Por qué el jodido sofá era tan cómodo? Todos se habían aliado contra mí para que quedara como una irresponsable frente a ese chico tan mono. Ese tal... ¿Óscar? Mm, no. Empezaba por O, estoy segura.

Alejé esos estúpidos pensamientos de mi cabeza y salí corriendo del coche. En la puerta del colegio solo quedaban el maestro ese cuyo nombre empezaba por O y mi querido sobrino, que estaba jugando con un balón de fútbol.

Me acerqué corriendo al profesor de James y para cuando llegué a su lado estaba sofocada. Intenté calmar mi respiración antes de ponerme a hablar con él para no cagarla más, pero debí parecer una morsa con problemas respiratorios, porque el chico empezó a reírse.

-¿Qué? - Dije aún algo axfisiada por mi carrera.

Rachel hazle un favor a la humanidad y apúntate YA a un gimnasio.

-Nada, nada. - Dijo restándole importacia. -¿Querías que el niño recuperara las horas perdidas ahora? - Lo miré enarcando una ceja. ¿Qué demonios se había creído? Él levantó la mano en señal de paz. -Como ha llegado tarde y lo recoges tarde...

-Buena broma. - Puse los ojos en blanco. Genial, el hombre era un payaso en potencia. -Bueno, yo no soy así, pero sé que si no hago esto la madre del nene - Dije señalando a James. -me matará, así que lo siento por llegar tarde y muchas gracias por haber esperado con mi sobrino hasta que llegara. Ah, y casi se me olvida, seguramente ella se habría inventado una excusa genial de camino aquí, pero como no soy ella, le diré que he estado en el médico.

El maestro me miró alzando una ceja. Las comisuras de sus labios se alzaron dejando ver una gran y hermosa sonrisa socarrona. Oh, Dios. Era realmente guapo.

-De nada. - Dijo con una media sonrisa que casi me hace suspirar. CASI.

-¡James! ¡Nos vamos!

James tiró una vez más a portería y vino hacia mí resoplando. Le cogí de la mano y me giré dispuesta a irme.

-Oye. - Dijo el maestro de cuyo nombre sigo sin acordarme. Me giré para encararlo. ¿Qué demonios pasaba ahora? Yo tenía hambre, ¿vale? Quería irme a casa a comer de una maldita vez.

-¿Qué pasa? - Me dio un diminuto papel y me guiñó un ojo. Lo miré sin entender. Lo único que quería hacer era irme, así que no me molesté en mirar lo que ponía. Me despedí de él con la mano y me fui de allí con mi sobrino.

*

-Espero de verdad que James no te haya causado muchos problemas. - Dijo Heather, después de agradecerme por tercera vez que me quedara con James.

-Está bien. No es para tanto.

Obviamente le omití la parte en la que decía que el que verdaderamente me había causado problemas aquel día no era James, si no su sexy maestro. ¿Por qué todos los profesores eran calientes? Tenía que haber estudiado para profesora.

-Mamá, tita me ha llevado ta.... - Le tapé la boca a James. Si Heather se enteraba me mataría. Antes no era así, pero ser madre le había vuelto aún mas responsable de lo normal.

-Bueno, ¿qué es lo que has tenido que hacer hoy oara dejarme a James?

Ella me miró con una gran sonrisa y los ojos brillosos. Se notaba que estaba muy emocionada y que tenía muchas ganas de hacer lo que fuese. Le sonreí.

-Quería que fuera sorpresa pero... ¡Voy a volver a la universidad! - Dijo dando pequeños saltitos. Abrí los ojos como plato y la abracé con fuera.

-ESO ES GENIAL. ¡Estoy tan orgullosa de ti...! Oh Dios, será perfecto. - Ella me sonrió orgullosa. -Eres como un maldito Fénix renaciendo de sus cenizas.

Rió ante mi comparación y me abrazó, demostrando con un simple abrazo, todo el cariño que me tenía.

*

Me quité la ropa para darme una ducha antes de arreglarme para la fiesta, pero al quitarme los vaqueros ajustados que llevaba se cayó un papelito. Lo cogí del suelo y lo abrí sin saber de qué era. Un número de teléfono y debajo el nombre "Oliver".

No me digas que has ligado y no te acuerdas... ¡Para una vez que ligas!

Oliver... Oliver... ¡El maestro de James! ¿Eso era lo que había escrito en aquél papel? ¿Su número? Tenía fé si creía que sería yo quien lo buscara a él. Ja. Regla número 4: El chico te busca a ti.

Me metí en la bañera y puse el agua calentita para aliviar la tensión que había sentido durante todo el día. Salí de la bañera liada en una toalla y lista para vestirme. Aquella noche me había decidido por un vestido ajustado de color negro que no me llegaba mucho más allá de la mitad del muslo y unos tacones del mismo color. Me delineé los ojos y me pinté los labios de burdeo. Lista y guapísima. Me sonreí en el espejo y me guiñé un ojo. Podía estar con el chico que quisiera. Y eso es justo lo que haría.

Bajé las escaleras de casa corriendo con mis tacones en la mano para no matarme. Me senté para ponermelos en el último escalón bajo la atenta mirada de mi madre.

-¿Dónde vas?

-A una fiesta. - Sonreí.

-Ya sabes... Ten cuidado.

-Sí, mamá. - La abracé. -Te quiero.

-Y yo a ti, cariño. - Me dio un beso en la frente y me puso un mechón de pelo detrás de la oreja. -Pásatelo bien.

Asentí y, después de darle varios besos en la mejilla a mi madre, me fui en mi preciado coche a la fiesta. Al llegar, pude comprobar que todos los rumores sobre la enorme casa de Stefani eran ciertos. Había un montón de coches aparcados alrededor de la casa, así que estuve un buen rato buscando un sitio en el que aparcar mi coche.

Cuando entré a la fiesta el olor a alcohol me golpeó fuertemente. Muchas personas bailaban y otras se liaban junto al sillon de cuero de la derecha.

Busqué con mi mirada a Stefani, pero no tardé mucho en encontrarle. O mejor dicho, ella no tardó mucho en encontrarme a mí.

-Hola. Me alegro de que hayas venido. - Dijo sonriendo y pasándome un vaso de plástico rojo. Lo olí; ron.

-¡No me lo perdería! - Dije tras darle un sorbo a mi bebida. -¡Esto es genial! - Grité para que me escuchara por encima de la música.

-¡Gracias!

Tiré de ella hasta la pista de baile improvisada que había en medio del salón. No estuve mucho tiempo bailando cuando empezaron a acercarse varios chicos a mí. Lástima que no hubiese ninguno que me llamara mucho la atención

Muchas chicas a mi alrededor estaban soñando despiertas con el barman. Al parecer era un chico muy guapo. Yo, por supuesto, pensaba ir a comprobarlo.

Al llegar a la barra no podía creer lo que veía. ¿¡No era maestro!? El chico me vio y me saludó alegremente con la mano. Me acerqué fastidiada hacia él.

-¿Se puede saber que haces aquí? - Pregunté algo molesta. Él señaló los vasos.

-Creo que es obvio que estoy trabajando. - Una media sonrisa socarrona fue lo único que conseguí al rodar los ojos.

-¿No eras maestro?

-Oye, ¿eres siempre tan preguntona? - Reí con ironía. -Tengo varios trabajos.

-Me diste tu número. - Dije acusadora. Oliver se encogió de hombros.

-Me pareces guapa. - Me guiñó un ojo y bailó sus cejas arriba y abajo pícaramente.

-A mi me pareces estúpido. - Sonreí. Me devolvió la sonrisa.

-No lo creo.

Iba a preguntarle como estaba tan seguro de eso, pero no pude, Stefani ya me había arrastrado de nuevo a la pista de baile.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora