3. No elevar su ego.

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Aquel día era viernes, pero gracias a Dios no había clases ese día. No recuerdo por qué. Sin embargo, no pude disfrutar de mi sueño reparador de los fines de semana por culpa de una llamada telefónica de mi querida amiga Heather. En ese momento quería matarla.

-¿Diga? - Dije con voz adormilada y los ojos aún pegados. Miré la hora en mi despertador: las ocho. La. Iba. A. Matar.

-Rachel, necesito pedirte algo urgente. - Dijo y parecía nerviosa. Me preocupé inmediatamente.

-¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

-Sí, pero necesito que lleves y recojas a James del cole hoy. ¿Puedes?

-Sí. Pero, ¿qué pasa? ¿Estás bien? - Dije andando en círculos por la habitación.

-Sí, sí. Ya te contaré. - Dijo y colgó. Me vestí lo más rápido posible e intenté respirar com tranquilidad. Genial. Me iba a morir de un ataque al corazón gracias a mi amiga y a sus "misterios urgentes". Relájate Rachel, quizás solo sea una de las sorpresas de Harry.

Pegaron al timbre y bajé corriendo las escaleras de casa para abrir la puerta. Al abrirla me encontré con Harry y James.

-Mm, hola. Harry, ¿qué está pasando? - Dije, tras abrazar a mi sobrino. -¿Por qué se ha quedado Heather en el coche? - Dije mirándola desde el marco de la puerta de casa.

-Bajaría, - Dijo rascándose la nuca. -Pero entre tus nervios normales y los suyos en este momento, creo que me volvería loco. - Reí.

-Como digas. No pasa nada malo, ¿verdad?

-No, no.

Heather pitó desde el coche. Harry me miró como diciendo: "lo siento, tengo que irme." Asentí y cerré la puerta. Mi sobrino me miró maliciosamente.

-¿Guerra de almohadas? - Eso es lo que acostumbrábamos hacer cuando se quedaba a dormir a mi casa.

-No, no. Nada de guerras de almohadas, nene. Vamos al cole.

Él no dejó sonreír, pero su cara dejó ver que esa idea no le hacía tanta gracia, aunque no llegara a desagradarle del todo.

-James, cariño. - Dijo mi madre cogiendo a mi sobrino en brazos.

¿Por qué todo el maldito mundo podía cogerlo en brazos menos yo? Necesitaba un gimnasio y ya. Puse los ojos en blancos y me miré en el espejo. ¿Tan mal estaba físicamente? Es decir, yo me veía bien. Tenía mis curvas, pero no estaba gorda. ¿O sí? Sacudí mi cabeza alejando esas ideas de mi cabeza y centrándome en James.

Me miré al espejo seriamente. De acuerdo, Rachel, tienes un niño a tu cargo; tu sobrino. Debes ser responsable por una vez en tu vida. James tiene que llegar al tiempo al cole. ¿De acuerdo? Asentí. Bien, allá vamos.

-James, vamos. - Cogí mis llaves del coche y me puse mis gafas de sol. -Dame que meta tu mochila en el maletero. - Dije saliendo de casa.

-¡Ups!

Me giré y miré a mi sobrino, el cuál, tapaba su boca con sus manos. Relájate. No puede ser. Repito: no puede ser. Seguro que se ha traído la mochila. Será una broma, una simple e inocente broma a su tía preferida.

-Venga, James, no es tiempo para bromas. ¡Vamos a llegar tarde! - James negó con la cabeza mirándome.

*

-Voy a por tu mochila. ¡No te muevas de ahí!

Salí del coche y agradecí a Dios por tener las llaves de respuesto de la casa de Heather. Abrí la puerta y corrí hasta el cuarto de James en busca de su mochila. Miré el reloj; quince minutos para que empezaran las clases.

Genial, Rachel, se nota que tienes madera de madre.

Cállate estúpida consciencia. ¡No te necesito para nada!

Intenté recordar como era la mochila de James. Era de Spiderman. Sí, era negra y tenía un Spiderman en el centro. Estaba casi segura de ello. Miré por su cuarto; nada. En el armario; nada. Debajo de la cama; nada. Miré en el dormitorio de Heather y adivinad. ¡Nada! Estaba apunto de darme por vencida y sobornar a James con un helado para que no le contara a su madre que había faltado a clase cuando me encontré con la mochila colgada del perchero de la entrada.

Pues claro, Rachel. Era de cajón. ¿Dónde si no iba a esta una maldita mochila?

Mi consciencia me odiaba.

Cogí la mochila y me subí rápidamente al coche. Miré el reloj; cinco minutos para que empiecen las clases. Me puse el cinturón y arranqué el coche.

-¿No lo ibas a poner en el maletero?

-¡No hay tiempo!

Por si fuera poco había empezado a llover y yo sabía lo que eso significaba por todas las veces que Heather  se había quejado de ello. Que lloviera significaba papás llevando a sus hijos en coche, es decir, grandes aglomeraciones de padres furiosos y atascos por doquier.

Vale, mantengamos la calma.

Estaba cayendo una buena. Mis parabrisas ya no daban abasto y encima estaba pillando todos los semáforos en rojo. Maldita escuela que está tan lejos. Malditos semáforos que no saben cambiar a verde. Malditos padres sobreprotectores que llevan a sus hijos en coche.

Tú eres uno de ellos.

Puse los ojos en blanco. Yo no era madre, y no era sobreprotectora. ¡Solo odiaba caminar!

Una gran cola es lo único que nos separaba del colegio. Ya habían pasado cinco minutos desde que habían comenzado las clases.

Después de estar al menos veinte minutos en aquella cola de coches horriblemente agobiante, llegamos a la puerta del cole. Siguiente problema del día; estaba lloviendo a cántaros y nos íbamos a mojar porque no traíamos paraguas.

Sigues sumando puntos....

-Bien, James... ¡Vamos a hacer una misión! Consiste en que - Me desabroché el cinturón y me giré a ver a mi sobrino. - tita se baja del coche y te da la mano, y luego, corremos hasta llegar al cole. ¿Qué te parece?

-Spiderman hace misiones más guays.

-Tu tía no lanza telarañas, nene.

Me bajé del coche y, tal como dijimos, llegamos al cole. Estábamos empapados. James menos que yo, ya que le había puesto mi chaqueta en la cabeza para que no se mojara tanto. Yo, por mi parte, tenía los pelos pegados en la cara y los labios morados del frío. Cogí a James de la mano, y él me guió hasta su clase. Pegué a la puerta y me abrió un chico mayor que yo, pero jodidamente guapo.

-Hola. - Dije admirándolo. Era, desde luego, todo un Adonis. Tenía las facciones muy bien marcadas. Ojos miel y pelo de color castaño. Una barbita incipiente ocultaba un poco su barbilla.

-Hola. - Dijo él, con una sonrisa.

Me quedé unos segundos embobada, y reaccioné cuando James me soltó la mano y entró en clase, dejándome fuera con aquel hombre.

-Mm, bueno, yo venía a... - Señalé la clase. - a dejar a James.

-Sí. Yo soy Oliver, su maestro.

-Encantada. - Dije sonriendo algo atontada.

-Bueno, tengo una clase que dar así que adiós....

-Rachel. - completé mientras me iba por el pasillo y me despedía de él con la mano.

¡Eres una estúpida! Regla número tres; no elevar su ego.

Ay, ya déjame. Ha sido un día muy largo.

Me miré en el espejo retrovisor del coche. Aún esa sonrisa tonta...

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora