Las semanas pasaban. La verdad es que me sentía muy cómoda con Oliver. Le tenía cariño, mucho cariño, y vivíamos bien. Gracias a Dios, las conversaciones sobre bebés habían quedado atrás, y nunca más me había sacado el tema. Sin embargo, a pesar de que Oliver me consentía, me trataba como a una reina y me quería muchísimo, yo sentía que ya que sabía que no se iría de mi lado, ahora que ya no lo veía como un reto, había perdido el interés casi por completo. Ya no sentía cosquillas cuando estaba con él. Y no lograba a entender si habíamos caído en la rutina, o es que realmente nada de lo que había sentido por él era real. Si sólo me había gustado porque lo consideraba difícil.
Con todo eso rondándome la cabeza, y viendo que se acercaba su cumpleaños, decidí preparar un viaje para los dos. Sería un estupendo regalo, a la vez que la prueba de fuego para ver si me sentía así porque habíamos caído en una rutina de películas malas y mantas, o realmente no estaba enamorada de él.
Aquel día, Oliver me despertó con un suave beso en los labios.
-Buenos días, amor. - Dijo incorporándose sobre su brazo derecho para mirarme.
Gruñí en respuesta y me tapé la cabeza con la sábana. Él río levemente y se fue de la cama. Escuché como entraba en el baño a vestirse para irse a trabajar. Y yo, por mi parte, aproveché para mentalizarme que en cuánto se fuera de casa tendría que levantarme de mi comodísima cama para ir a la agencia de viajes con Heather.
Escuché atentamente sus pasos por la casa, pero hasta que no oí la puerta de la entrada cerrándose no me levanté de la cama. De hecho, me levanté muy perezosamente. Sin embargo, empecé a darme prisa para vestirme cuando al salir de la cama, noté el viento gélido que se colaba por la ventana. Opté por ponerme un jersey grueso y largo de color beige y una mallas de cuero negras. Y para rematar una botas negras con los bordes de pelo. Aquella mañana me negaba a pasar frío, a pesar de que mi lema siempre había sido "antes muerta que sencilla". Esa ,precisamente, era otra cosa que me preocupaba; desde que vivía con Oliver había dejado de ser yo. Sabía que eso no era culpa suya, pero no me gustaba la sensación.
Llamé a Heather.
-¿Sí? - Preguntó mi amiga desde el otro lado de la línea. Aún tenía voz de recién levantada.
-No te habrás olvidado, ¿no?
Apoyé el teléfono contra mi hombro mientras rebuscaba en mi bolso la cartera. Suspiré al comprobar que no estaba y empecé a mirar en el mueble de la entrada. ¡Bingo! Junto a las llaves. La guardé en el bolso y me lo cuelgué en el hombro.
-Es imposible, Rachel. Me lo dijiste tantas veces ayer que era imposible que se me olvidara. - Se quejó. -Acabo de dejar a James en el cole. Me monto en el coche y voy a tu casa.
-Vale. Ahora nos vemos. ¡Eres la mejor!
Colgué.
(...)
-¿Y has pensado a dónde quieres ir? - Preguntó, sin quitar la vista de la carretera.
-Mm... No. Recomiéndame un sitio romántico.
Heather me miró por el rabillo del ojo, sorprendida.
-Pensé que tú no eras muy de esas cosas.
-¡Una ya no puede ser ni romántica! - Bromeé, a lo que ella rió.
-Sólo me ha sorprendido. - Se quedó pensando unos segundo y finalmente dijo: -¿Qué tal una isla paradisíaca? Tipo las Maldivas o algo así.
-¿Tú crees que le gustaría? -Pregunté dudosa, mientras mi amiga aparcaba a un par de calles de la agencia de viajes.
-¡Seguro! A mi desde luego me fascinaría un viaje así con Harry.
Me apunté mentalmente comentárselo a Harry. Quizás incluso podíamos irnos los cuatro juntos... No. No podía ser. Este viaje era para nosotros dos; para comprobar mis sentimientos. Y con Heather y Harry cerca no conseguiría aclarar nada.
Ambas salimos del coche y andamos hasta la agencia de viajes mientras Heather parloteaba sin parar sobre James y el nuevo amigo que había hecho en el cole, pero no conseguía prestarle atención. Mi cabeza estaba en otra parte. Me sentía mal y culpable por estar dudando de mis sentimientos hacia Oliver, pero era algo que debía descubrir. No podía seguir ilusionándolo si descubría que no era capaz de corresponder el amor que él sentía por mí. Al llegar a la agencia de viajes, dos de los tres dependientes estaban ocupados, así que descubrimos con alegría que no tendríamos que esperar cola para que nos atendieran. Al sentarme frente a la dependienta libre, unas náuseas horribles se apoderaron de mi estómago.
-Hola, buenos días. Dígame. ¿En qué puedo ayudarlas? - Preguntó amablemente, aquella mujer de unos cuarenta años, dedicándonos una pequeña sonrisa.
Heather se quedó mirándome esperando a que contestara, pero viendo que no lo hacía decidió contestar por mí.
-Mi amiga estaba pensando regalarle a su novio un viaje romántico. Habíamos pensado algo así como una isla paradisiaca, pero quizás nos pueda recomendar algo mejor.
La mujer nos sonrió de nuevo, esta vez con ternura, y se puso a teclear rápidamente en su ordenador. Cada click en las teclas hacía que el nudo en mi estómago se retorciera más.
-Mm... A ver que tenemos por aquí... - Hizo una pausa. -Mira ayer nos llegó una oferta de una escapada romántica para dos a Victoria, una de las islas de un archipiélago situado en África. Un lugar precioso para una pareja de enamorados.
La mujer giró la pantalla de su ordenador para enseñarme las fotos de aquella isla. Desde luego era un paraíso tropical. En las fotos se veía una inmensa playa con un mar turquesa impoluto que, incluso desde la foto, ya invitaba a sumergirse en él. En otra de las fotos aparecía una pequeña y modesta ciudad en la que se mostraba un coqueto mercado. Era un lugar precioso.
-Me gusta.
-¿Cuántos días querríais estar fuera?
Ni siquiera había pensado en ello. No mucho. No quería perder muchos días de clase ni demasiado dinero en el viaje. Por pocos días que estuviésemos ya iba a ser demasiado caro.
-Tres días. ¿Cuánto saldría?
-A ver... Tres días, con el vuelo de ida y vuelta para dos, más la estancia allí con desayuno incluido y el pack multiaventura... Serían dos mil quinientos euros.
-Lo compro.
(...)
Heather se mantuvo en silencio todo el camino de vuelta a su casa, pero cuando bajamos se paró en seco, a lo que yo me giré a ver que pasaba.
-Rachel, no quiero meterme, pero... ¿cómo vas a pagarlo?
-Lo pagaré con el dinero de la beca. No te preocupes.
Ella asintió, aunque no parecía muy convencida. Al entrar en la casa, Harry recibió a su mujer con un beso corto en los labios y a mi me saludó con un alzamiento de cabeza.
-¿Qué tal ha ido, chicas?
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Love is HORRIBLE (I think) {#TM2)
Teen FictionTeenager Mum 2⚠ Rachel, la mejor amiga de Heather, es una completa negada al amor. Es una chica bastante atractiva, pero no consigue más que líos de una noche y poco más. Ella no necesita un chico, ella no quiere saber nada del amor... ¿Acaso el amo...