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Harry nos dejó a Oliver y a mí en la puerta de mi casa. Era la primera vez que estábamos solos desde que me pidió matrimonio. Un silencio incómodo parecía  hacernos mantener la distancia entre nosotros.

—Bueno,  ya estamos de vuelta... - Dijo, visiblemente incómodo.

—Sí. Mm.. ¿quieres pasar?

Oliver se acercó a mí y me tomó  de los hombros. 

—Rachel, ¿estás bien? - Asentí.  —¿Segura? No lo pareces.  - Me mantuve en silencio,  mirándole a los ojos.  Tragué saliva. —Oye,  si no quieres casarte no hace falta que nos casemos.

Oliver se separó unos pasos de mí.  Su repentina lejanía me quemó la piel.

—Oliver...

—Déjalo.  No quieres casarte conmigo.

—No es eso, Oliver.  - Di un paso hacia delante,  intentando recortar la distancia entre nosotros.  Sin embargo,  la distancia entre nosotros no era física.  —Creo que somos muy jóvenes.  No sé si estamos preparados.

—Habla por ti; yo sí estoy preparado.

—Somos muy jóvenes, Oliver...

—Vale, Rachel.  No quieres estar conmigo.  Da igual.  - Miró a su moto, la cual llevaba toda la semana que habíamos estado fuera aparcada ahí.  —Creo que debería irme.

—No te vayas...

—Necesito tiempo.

—Oliver,  yo te quiero, pero necesito tiempo. Podemos ser novios y esperar un tiempo...  No quiero que te arrepientas por no conocerme del todo.  O que yo me arrepienta.  Quiero que todo salga bien...

Oliver suspiró.

—Yo también necesito un tiempo.

Él se montó en la moto y se fue. Yo me quedé mirando la puerta de mi casa, sin saber muy bien si quería entrar o no. No me dio tiempo a meditarlo,  ya que sin querer mis piernas ya me habían conducido al interior.

—¡Rachel! ¿Qué tal el viaje?

—Bien.  - Murmuré.

—¿Qué ha pasado?  Cuéntame anda.

Le conté todo lo que había pasado con Oliver durante esas vacaciones y le conté como me sentía al respecto.  Ella me escuchó durante todo mi discurso.

—Es pronto para casaros.  Eso es algo que debéis pensaros muy bien.

—Lo sé.  Yo, de todos modos, no estoy preparada.

—Cariño,  creo que él tampoco quiere casarse.  - La miré confusa. —Él quiere comprometerse contigo de alguna forma.

—Ya, pero yo no puedo casarme con él.

—Rachel,  casarse no es la única forma de comprometerse. Iros a vivir juntos sería una gran idea.  - Suspiré.  —No me malinterpretes; yo no quiero que te vayas,  pero creo que es algo que los dos necesitáis. Además os conoceréis mucho mejor conviviendo.

—No sé si estoy preparada.

—Cielo, tienes que superar ese miedo al compromiso si quieres que salga bien.  Si de verdad lo quieres.

Tenía razón.  Tenía que comprometerme con él de alguna forma.

(...)

—Hola. - Murmuré cuando llegué a su lado.

—¿De qué quieres hablar? - Dijo seco.  Respiré profundamente, buscando la fuerza necesaria para mantener esa conversación.

—Oliver, he estado pensando lo del compromiso.  - Una vez dicho eso, obtuve toda su atención.  —Sigo pensando que la forma no es casándonos, pero quizás...  - Me arrodillé.  —Oliver, ¿quieres vivir conmigo? - Le pregunté a la vez que le enseñaba un juego de llaves.

Puedo jurar que aquel momento fue una de los más bonitos de mi vida. Él, al principio,  se quedó boquiabierto, pero después reaccionó cogiéndome en brazos y llenándome de besos.

—Claro que quiero. Quiero todo contigo. - Me dio un beso en la nariz.  —No quiero perderte nunca, Rachel.

Unas semanas más tarde ya teníamos todo en la casa y sólo me quedaba por llevar la ropa.

—Voy a echarte de menos por casa. Vendrás a vernos al menos una vez por semana, ¿verdad?

Reí.

—Claro,  mamá.

Cuando llegué a casa,  Oliver ya estaba allí, intentando montar una estantería. Me quedé embobada mirándolo.  No podía creer que estuviese apunto de abrirle a alguien de nuevo mi corazón de esta forma.

—Hola, guapa. - Dijo sin mirarme.

Reí.

—Hola.  ¿Qué tal?  –Dije soltando la maleta junto al sofá.

—Bien. Ya me queda poco para terminar de montar la estantería. Si quieres luego podemos ver una película juntos. – Se levantó y me dio un corto beso en los labios.  Sonreí.

—Había pensado en avisar a los chicos y hacer una fiesta de inauguración. – Él torció un poco el gesto. —Pero no sé, como quieras.

—No, está bien. Llámalos mientras monto esto.

—¿Seguro?  – Pregunté revolviéndole el pelo.

—Sí.

Me di cuenta de que Oliver y yo éramos muy distintos. Demasiado, quizás. Mientras el prefería un plan tranquilo de películas y mantitas, yo prefería una buena fiesta con amigos. Me di cuenta de que tendría que dejas muchas cosas atrás y que él también tendría que hacerlo. Entendí que en eso consistía el amor.  Y sobretodo, entendí que eso era lo que quería para mí.

Subí la maleta a nuestra habitación y guardé la ropa. Como suponía los chicos habían accedido a venir, así que bajé a la cocina y preparé algo para comer.  Algo fácil y rápido.

Oliver entró y se quedó apoyado en el marco de la puerta observando como yo hacía unas pizzas. Me giré para mirarlo con una sonrisilla. Él ya me estaba mirando, y tenía una media sonrisa.

—¿Qué? – Pregunté.

—No sé.  Ha sido tiernos ver como intentabas cocinar algo. –Puse los ojos en blanco.  —Lo siento, pero se nota que no es lo tuyo.

Reí.

—En eso estoy de acuerdo contigo.  –
Sonreí acercándome lentamente a su boca,  pero justo cuando iba a besarlo, pegaron al timbre.

—Serán ellos.  – Me dio un pico y fue a abrir la puerta.

Quizás sí que teníamos que habernos quedado solos viendo una película.

—Hola.  –Dijo Heather muy sonriente.

—Gracias por encontrarnos esta casa; es perfecta.  – Agradeció Oliver,  dejando pasar a nuestros invitados.

—Era lo mínimo que podía hacer.

—Yo me he quedado con ganas de boda,  que lo sepáis. – Se quejó Oliver de broma.

Oliver me miró como un perrito abandonado,  pero me mantuve firme negando con la cabeza con una sonrisa traviesa en mis labios.

—Bueno, chicos,  que empiece la fiesta.  – Dije y puse la música a todo volumen.

Y justo allí,  rodeada de mis amigos y con la persona que amaba me sentí plena.  Me sentí feliz.  Y no quería que nada de esto se estropease por nada del mundo.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora