17. ¡No hagáis cosas muy sucias!

2.1K 129 1
                                    

Cuando llegamos a la cima de la montaña, todo el esfuerzo durante el camino mereció la pena. Había unas vistas increíbles aunque imponentes. Si pudiese pondría a revivir ese momento una y otra vez. ¡Hasta Jennifer parecía estar agusto!

Oliver me rodeó la cintura con sus brazos y, dejó descansando, sus manos entrelazadas sobre mi vientre. Él suspiró contra mi cuello y yo sonreí.

-Me encanta. - Murmuré y recibí un beso en la coronilla de la cabeza como respuesta. -¿No es precioso?

-Lo es. - Afirmó asintiendo con la cabeza. Me giré y lo miré sonriente.

-Me quedaría aquí el resto de mi vida. -El rió y pegó su frente con la mía.

-¿No crees que eso es mucho tiempo?

-No, si estoy contigo.

Me besó. Fue un beso distinto a todos los demás. Con ese beso, con ese beso sentí que me prometía el mundo entero; que me prometía nuestro propio mundo. Cuando nos separamos, pasé ambas manos alrededor de su cuello, anclándonos a ambos a ese maravilloso momento.

-¡Tortolitos, está empezando a refrescar! Es mejor que nos vayamos ahora, o nos caerá la noche por el camino. -Dijo Harry desde el otro lado de la cima. Yo puse los ojos en blanco.

-No quiero irme. -Dije como una niña pequeña. Oliver me miró, luego miró a Harry, y después volvió  a mirarme a mí. Vi la duda en sus ojos.

-Harry, ¿qué podría pasar si cae la noche? -Harry se encogió de hombros.

-Hará frío y estará oscuro.

-Podemos correr el riesgo. - Dijo Oliver y me pegó más a él.

Harry rió negando con la cabeza y nos tiró un par de linternas.

-¡No hagáis cosas muy sucias! -Bromeó Robin, mientras se marchaba junto al resto.

Oliver y yo reímos. Nos sentamos en el filo, con los pies colgando, mientras mirábamos el atardecer. Era precioso, de verdad.

Me maldije a mí misma por haber dejado mi móvil cargando en la cabaña y no poder hacerle una foto a tan majestuoso acontecimiento.

Cuando el sol se escondió por completo, Oliver y yo decidimos que ya era hora de volver. Hacía frío; mucho frío, pero había merecido la pena. Seguimos el camino con nuestra linternas, y casi tres horas después ya estábamos en casa.

-¿Qué tal? -Preguntó Jennifer cuando entramos. Tenía un delantal azul negro, lo cual me hizo reír.

-Bien. El atardecer es precioso allí arriba. -Dije muy sonriente. -¿Y tú que estás cocinando, abuela?

-Ja. Ja. Muy graciosa. -Puso los ojos en blanco. -Estoy preparando unos sándwiches.

-¿Y para eso el delantal? -Observó Oliver, mirándola con curiosidad. Ella le quitó importancia con un movimiento de mano.

-Sabes que soy pésima en la cocina. No quiero marcharme de queso.

Yo reí y asentí  ante la explicación de mi amiga.

-¿Sabéis?  Voy a darme un baño, vuelvo en un ratito. -Dije dejando solos a Oliver y a Jennifer en la cocina.

Subí las escaleras, cogí mi pijama y me meti en la ducha. El agua caliente venía genial después del frío que había pasado allí fuera, así que tardé más de lo usual en ducharme. Salí, me puse mi pijama celeste con nubecitas blancas y mis zapatillas negras y bajé a la planta baja, donde supuse que estarían el resto.

-¡Tita, la comida ya está!  -Dijo mi sobrino tirando de mi pantalón del pijama para llevarme a la cocina.

-Voy, cielo.

Senté a James en la silla y me senté a comer. Todos estaban hablando animadamente sobre algo a lo que decidí no darle importancia y simplemente centrarme en mi plato. Sí, estaba hambrienta, ¿qué pasa?

-¿Qué te parece, Rachel? -Preguntó Jennifer sonriendo de medio lado. Sabía que ella sabía que yo no estaba prestando atención a la conversación. Por eso mismo, ella había decidido preguntarme.

-¿De que estábamos hablando? -Pregunté, poniendo lo que quedaba de sándwich en mi plato y limpiándome la boca con una servilleta.

Todos rieron al verme, sin embargo, Heather se apiadó de mí.

-Habíamos pensado ir al río mañana. -Dijo ella tranquilamente.

Me encogí de hombros y asentí lentamente. Cuando todos contaron con mi aprobación, -la cuál yo sabía que ni necesitaban ni les importaba- siguieron hablando del tema.

Cuando acabamos de comer, yo me quedé limpiando los platos junto a Robin. Los demás se fueron al salón a ver una película sobre el monstruo de las nieves.

-Hey, ¿estás bien? -Me giré para mirarlo. -Has estado muy callada durante la cena.

-Sí, sólo necesito descansar un poco. -Él asintió conforme con mi respuesta, luego me quitó el paño que sostenía entre mis manos.

-Ve a descansar anda; yo me encargo. -Le sonreí.

Robin era un gran amigo. Aunque a veces se pasara quisiendo ser el gracioso del grupo, era un chico encantador e ideal si querías pasar un rato divertido.

-Aunque no creas que te libras así como así. La próxima vez que me toque a mi recoger la cocina, la recoges tú. -Fingió regañarme, a lo que yo reí.

-Como digas.

Le di un beso en la mejilla a Robin y fui al salón a despedirme de resto.

-Buenas noches, chicos. Me voy a dormir.

Todos se giraron a mirarme como si hubiesen visto a un fantasma. De acuerdo, quizás yo no era de las que se acostaba temprano. Es más, yo solía quedarme la última despierta junto a Robin, -aunque éste último siempre me superara- sin embargo, tampoco era para que se pusieran así.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó Harry alarmado.

-Toma; ponte el termómetro. -Dijo Heather y empezó a rebuscar en un gran bolso en el que guardaba las cosas de James.

-Tranquilos, estoy bien. Sólo cansada.

-Dejadla, hombre. Os ponéis pesados, la pobre chica solo quiere dormir. -Se quejó Jennifer, saltando en mi defensa. A veces, la amaba.

-Descansa. -Dijo Oliver, tras darme un beso en la frente y achucharme entre sus brazos.

-Buenas noches. -Dije antes de empezar a subir las escaleras.

-¡Buenas noches! -Dijeron todos al unísono.

Sonreí un poco y me metí en mi cuarto. Me hice un bolita entre las sábanas y apagué la luz, deseando que cuando despertara éste terrible dolor decabeza hubiese desaparecido.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora