18. ¿ES QUE ACASO ESTABA MENOPÁUSICA?

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Eran las siete y media de la mañana cuando la primera persona de la casa -sin contarme a mí- se levantó. Y yo ya llevaba tres horas y media despierta sentada en el sofá del salón con la mantita rodeando por completo mi cuerpo. No había podido dormir apenas un par de horas, porque un malestar general hizo que me despertara y que no pudiese volver a dormirme.

-¿Hola? -Dijo Jennifer al verme tiritando en el sofá.

Seguramente estaría muy demacrada. Tendría unas ojeras que me llegarían al labio inferior y la cara pálida. Todo se lo debo al maldito insomnio provocado por el maldito malestar que sentía aquel día. Y todo eso gracias a haber pillado frío la noche anterior. Seguro.

-Hola. -Murmuré. -¿Qué haces despierta?

-Eso mismo podría preguntar yo. -Se acercó a tocarme la frente a lo que yo refunfuñé. Me miró sorprendida. -Estás ardiendo, chica.

-No me encuentro bien. -Dije, arropándome aún  más con mi mantita celeste.

-Voy a por una pastilla, ahora vengo.

La vi marcharse a la cocina y volver segundos después con un vaso de agua y una pastilla. Me las dio y me recordó a como me trataba mi madre cuando estaba malita. Le sonreí un poco y me tomé la pastilla con ayuda del agua y un cabezazo hacia atrás.

Le hice un hueco a Jennifer en el sofá, y ésta se sentó a mi lado, rechazando por completo mi manta. Según ella hacía calor. ¿Calor? ¿¡Calor!? ¿ES QUE ACASO ESTABA MENOPÁUSICA? Hacía un frío horrible.

-Oye, ¿cómo que te has despertado? -Murmuré. No quería que despertáramos a Robin, el cual estaba durmiendo en un colchón a pocos metros de nosotras.

-No podía dormir. - Se encogió de hombros. -Voy a despertarlo. -Avisó, señalando a Robin.

-Ni hablar. Pobrecito, déjalo descansar. -Jennifer me miró mal.

-No sé qué clase de monstruo piensas que soy, pero iba a despertarlo para que se vaya a dormir a mi cama. Seguro que allí está más cómodo.

La miré sorprendida. Y no la miré sorprendida porque Jennifer fuera mala, ni brusca -bueno, sí,  a veces llegaba a ser demasiado brusca-, la miré así porque solía ser especialmente dura con Robin.

Mi amiga se acercó lentamente al colchón en el que Robin descansaba a pierna suelta y se puso en cuclillas frente a él. Meció el cuerpo del chico suavemente con su mano.

-Robin, arriba. -Murmuró y en su voz pude comprobar que se estaba controlando para no ser muy brusca, pero cuando el chico no hizo ninguna señal de haber notado nada vi como la paciencia desaparecía del cuerpo de mi amiga, la cual empezó a zarandearlo bruscamente. -¡Robin!

-¿Qué pasa? -Preguntó el chico, incorporándose asustado y bastante desorientado. -¿Estás bien?

Jennifer asintió.

-Vete a mi cuarto a dormir, anda. -Dijo poniéndose de pie, pero sin separarse ni un centímetro de Robin.

-Vaya, gracias. -Dijo él, poniéndose de pie. -Espera un momento... ¿no vas a dormir? -Jennifer negó con la cabeza y me señaló.

-Voy a quedarme cuidado a la petarda.

-¿Qué le pasa? -Dijo fijando toda su atención en mí por un momento, lo que hizo que me sintiera un poco incómoda.

-Está malita. -Robin asintió. -Vete a descansar.

-Me quedo con  vosotras -Dijo tomando asiento a mi lado en el sofá y dándome un pequeño tortacito en la rodilla. -¿Qué tal estás, Rachel?

-Pues mal. Pero, Robin no hace  falta que te quedes; es mejor que te vayas a dormir. -Me respondí, a lo cuál él se encogió de hombros.

-En momentos como éste es cuando hacen falta los amigos, ¿no crees?

Jennifer asintió, de acuerdo con las palabras de Robin, y tomó asiento a mi otro lado. Ambos me abrazaron, formando un sándwich en el que yo era el relleno. Jennifer me arropó con la manta y Robin me puso "Friends" en la televisión. Realmente ambos parecían mis padres y era algo que me causaba bastante gracia.

Tres capítulos de "Friends" después, Harry, Heather y James bajaron a la planta baja, y Robin les explicó mi situación con una voz de preocupación épica. Harry y Heather me miraron preocupados y mi mejor amiga, como si fuera poco, me colocó el termómetro. ¡Por el amor de Dios sólo era un resfriado!

-Vaya... Será mejor que hoy no vayamos al lago. -Dijo Harry revolviéndome el pelo. Gruñí.

-Yo no voy a ir por razones obvias, pero vosotros deberíais ir. -Le aparté la mano de mi cabeza y él me dedicó una sonrisa burlona que hizo que me entraran ganas de estrangularlo.

Vaya... Sí que estaba de mal humor.

-No vamos a dejarte sola. -Se negó Heather mirando al resto, como esperando la aprobación de los demás presentes.

-Obviamente no.

-Estaré bien, chicos. No tengo la lepra ni nada así,  es sólo un resfriado. -Murmuré pero ellos no me hicieron caso.

-Si hubiera vuelto cuando se lo dije... -Se lamentó Harry, poniendo los ojos en blanco.

-Ya se sabe como es, Rachel. -Comentó ésta vez la maldita traidora de Jennifer.

-Chicos... -Ellos siguieron hablando entre ellos sin prestarme atención. -Chicos. -Volví a repetir, pero nadie me hizo caso. -¡CHICOS! -Y con ese grito conseguí ganarme la atención de todos. -Sigo aquí, eh.

Oliver entró en el salón frotándose los ojos y debo decir que me quedé un buen rato embobada admirando su belleza de recién levantado. Sus ojos verdes escrutaron la sala intentando comprender que estaba pasando, sin embargo no logró su cometido y frunció el ceño.

-¿Y esos gritos?

-Nada, tu novia que está histérica. -Dijo Jennifer, con una sonrisa maliciosa, cruzándose de brazos.

Observé en silencio como las mejillas de oliver se tornaban de un rojo muy intenso y como él bajaba la cabeza lentamente hasta que lo único en su campo de visión fueron sus zapatos. Pobrecito.

Entonces reaccioné, ¿Jennifer me había llamado histérica? ¿¡A mí!?

-¡Yo no estoy histérica, solo enferma! -Me quejé indignada.

-Osea, que admites que estás enferma. -Dijo Robin mirándome con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado.

Abrí la boca indignada.

-En ningún momento he dicho que no lo esté, solo he dicho que no es para tanto.

-¿Qué es lo que le pasa? -Le preguntó Oliver a Heather en un susurro.

Genial, ahora ya ni podía hablar por mí misma.

-Está con fiebre y dolor de cabeza. -Murmuró mi mejor amiga de vuelta. Puse los ojos en blanco.

-Iros de una maldita vez al río. -Me quejé.

-No vamos a dejarte en este estado tan deplorable.

En serio, amaba a mis amigas, pero en esos momentos solo quería estrangularlas con mis propias manos hasta ver sus caras moradas.

-Yo me quedo con ella. -Se ofreció Oliver, lo cual me pareció muy tierno.

¿Se puede saber que te pasa? Tus amigos se ofrecen y los echas, y va el guaperas éste, se ofrece y es "muy tierno" ¡Por favor!

Mis amigos se miraron entre ellos.

-Vale.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora