Estaba asqueada. O al menos así era como deseaba sentirme. Lo peor es que aquel beso me había gustado, y no debía gustarme. Es más, no debería pensar siquiera en eso. El chico besaba bien y ya está. Yo no era una estúpida niña de quince años que se come la cabeza por un estúpido beso. Es decir, no sería mi primero, ni mi último beso.Y yo que pensaba que conocía muy bien mi ciudad. ¡Pues me salió el tiro por la culata! Perdí un precioso BMW y parte de mi orgullo, el cual se esfumó por una alcantarilla cuando después de besarle me mirara con autosuficiencia. Sí, realmente había sido un día de mierda. Y todo había empeorado aún más, cuando al llegar a mi casa recordara porque no iba a salir de casa aquel día. No podía creer que hubiera salido a la calle con los ojos de panda. Patético.
Puse los ojos en blanco.
En realidad el paseo me había gustado. Oliver hablaba de cosas muy interesantes. Era un chico muy culto e inteligente. Todo un galán. Seguramente tendría a todas las chicas que quisiera. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Cerré la ventana y suspiré, tirándome en mi cama.
Vaya día.
-Oh, vaya... Parece que he ganado. - Dijo y una sonrisa pícara cruzó por su cara. Puse los ojos en blanco.
Oliver posicionó sus manos a ambos lados de mi cintura y me pegó a él, acortando la distancia entre nosotros. Podía sentir sus respiración en mi mejilla. Lo miré a los ojos por una milésima de segundo antes de pegar mis labios con los suyos. Sus labios eran suaves. El beso se sentía como una suave y dulce caricia en mis labios.
Para ser sincera, estuve más tiempo besándolo de lo que quise en un principio, pero mucho menos de lo que quise durante el beso.
Me separé un poco de él, pero no mucho. Lo suficiente para que su respiración agitada chocara contra mi frente. Sentía mis mejillas arder, por ello, miré al suelo evitando que me viera tan vulnerable. No quería incumplir la regla número seis; no ser vulnerable.
Oliver dio un paso atrás y al verme roja como un tomate me sonrió con autosuficiencia.
-Esta no será la última vez que pruebe tus labios. - Prometió sin apartar la vista de los mismos.
Al recordarlo, los escalofríos aún recorrían mi cuerpo. Nunca había sentido tanto con un maldito beso, pero decidí no comerme el coco y achacarlo a que besaba condenadamente bien. Obviamente debía ser eso.
Necesitaba hablar con alguien, pero que no fuera Heather. Seguro que ella haría un montón de aspavientos pensando que él sería el amor de mi vida y que todo sería de color de rosa, y sinceramente, eso era lo que menos necesitaba en ese momento.
-¿Diga?
-Jennifer, ¿podemos vernos? Necesito hablar.
-Quedamos en mi trabajo en media hora. Adiós, Rachel.
Colgué.
Jennifer era lo que necesitaba. Era directa, conocisa y realista. Justo lo que necesitaba para aclarar mis locas ideas.
*
Entré en el bar y no pude evitar desanimarme al ver que Heather también estaba allí. Quería muchísimo a mi amiga, pero en esos momentos, lo único que lograría Heather es volverme aún más loca.
El bar aún no estaba abierto al público. En una mesa estaban sentandos Robin, Jennifer y Heather. Los tres con un café delante cada uno y una bolsa de patatas fritas en medio. Me senté en la silla sobrante.
-Bienvenido al gabinete de crisis, ¿qué desea? - Bromeó Robin, cogiendo una patata de la bolsa.
Miré a Heather y luego a Jennifer. Ya que estaba aquí no iba a echarme atrás. No me iría de aquí sin desahogarme. Despues de todo, ellos tres eran mis mejores amigos.
-Deseamos que te calles. - Bufó Jennifer. Robin levantó las manos en señal de paz. -La chica viene agobiada por un problema y a ti se te ocurre bromear.
-Era para aligerar el ambiente. - Se disculpó Robin. Jennifer puso los ojos en blanco.
-Ya está, chicos... Bueno, ¿qué ocurre Rachel? - Preguntó mi mejor amiga apoyando ambos codos sobre la mesa.
-Es sobre el profe de James. - Solté tras un largo y profundo suspiro. Heather me miró boquiabierta y confusa. -Hemos dado... un paseo. Y lo he besado.
Jennifer me miró con los ojos abiertos como platos y Heather estaba aún procesando lo que acababa de decir.
-¿Lo has... besado? - Preguntó Heather.
-Bueno, no fue exactamente así. - Dije, algo exasperada. -Hicimos una apuesta. Perdí. Y tuve que besarlo.
-Frena, frena. ¿El profesor de tu sobrino te pidió un beso? - Preguntó Robin sin poder creérselo. Asentí lentamente. -¿Pero de dónde os conocéis?
Fue entonces cuando les conté sobre cuando llevé y recogí a James de la escuela y sobre la fiesta. Heather me miró indignada.
-Voy a pasar por alto que llevaras y recogiera tarde a Janes porque tu historia con ese chico es más importante, pero... ¿por qué no sabía yo ya de todo esto? - Me encogí de hombros.
-No me pareció importante. Era sólo un chico pesado. Los hay a montones.
-¿Y qué vas a hacer? - Preguntó Jennifer, jugando con su taza de café.
-¿Hacer de qué? - Robin alzó una ceja, incrédulo.
-O sea, creo que está bastante claro que le gustas. Ahora eres TÚ la que decide que hacer.
Creo que me puse pálida. Un nudo se instaló en mi estómago y otro en mi garganta. No podía ser. No. No, no, no, no y no. ¡NO! No quería nada de relaciones, nada más allá de un rollo con un tío. Tampoco quería hacerle ilusiones o hacerlo sufrir. Ni hablar. Cortaría el problema de raíz.
-No voy a hablar más con él.
-¿Vas a ignorarlo? - Preguntó Heather.
-Sí. Si vuelve a buscarme, sí, lo ignoraré. - Robin arrugó el gesto. -No me mires así, no quiero nada com chico, y tampoco es justo lastimarlo. - Suspiré.
-¿Estás segura de...? - Comenzó Heather. La frené.
-Completamente.
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Love is HORRIBLE (I think) {#TM2)
Teen FictionTeenager Mum 2⚠ Rachel, la mejor amiga de Heather, es una completa negada al amor. Es una chica bastante atractiva, pero no consigue más que líos de una noche y poco más. Ella no necesita un chico, ella no quiere saber nada del amor... ¿Acaso el amo...