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Dedicado a:@NataliEsteveJunca

Una semana después de aquella visita a la agencia de viajes, era el cumpleaños de Oliver. Como de cada viernes, se despertó con el sonido de la alarma para irse a trabajar al colegio, pero esa vez, yo estaba despierta para desearle un feliz cumpleaños antes de que se marchara.

-Buenos días. - dijo aún un poco atontado.

-Buenos días. - Contesté sonriente. -¡Feliz cumpleaños!

Él me miró sorprendido, como si por un momento se le hubiese olvidado que era aquel día. Y no me extrañaba. Debía estar agotado ya que la noche anterior nos habíamos quedado hasta las tantas viendo Indiana Jones y el reino de la Calavera de cristal. Me senté a horcajadas sobre él y le di un corto beso en los labios que él intentó a alargar a la vez que trataba de manosearme el trasero, pero lo paré.

-Tienes que ir a trabajar, ¿recuerdas? - Dije, y me dispuse a bajarme de encima suya, pero me lo impidió.

-Vamos... No seas aguafiestas. Es mi cumpleaños. - Hizo un pucherito y sus manos empezaron a deslizarse bajo mi camiseta del pijama para llegar a mis senos.

Le aparté las manos.

-Tenemos todo el día. - Me bajé de encima suya y me tumbé en la cama con el edredón tapándome hasta el cuello. -Además, ahora tengo mucho frío.

-Últimamente siempre tienes frío. - Bufó, poniéndose de pie y comenzando a vestirse para ir a trabajar.

-Es que en invierno hace frío.

Él no dijo nada más. Tal y como terminó de vestirse, cogió sus cosas y se fue. Yo, por mi parte, me acurruqué y pegué el edredón contra mi cuerpo con fuerza a la vez que trataba de no llorar. ¿Quién me diría a mí que alguna vez en mi vida no tendría ganas de follar? No entendía porqué me pasaba eso. Siempre había mantenido relaciones sexuales sin ningún tipo de problemas. Había mantenido relaciones sexuales incluso con tíos que había conocido esa misma noche en la discoteca, pero ahora cada vez que hablábamos de sexo no sentía ganas.

(...)

-¡Robin! ¿Has inflado ya todos los globos? - Pregunté nerviosa, mirando hacia todos lados.

-Sí. - Contestó él a la par que Harry explotaba uno sentándose encima.

-¡Heather controla a tu marido! Hasta James se está portando mejor...

Mi sobrino me trajo el globo pinchado.

-Yo no he sido.

Sonreí, pero mi cara cambió cuando escuché la puerta del garaje de casa abrirse. Ahora mismo Oliver estaría metiendo el coche en el garaje y en menos de cinco minutos estaría en casa. Hice una seña a todos mis amigos para que se callaran y apagaran las luces para darle una sorpresa.

3, 2, 1...

-¡Sorpresa! - Gritamos todos a la vez. Oliver abrió los ojos como platos al verlos a todos allí.

Me acerqué a él enseguida para darle un beso en los labios.

-Felicidades, cariño. - murmuré aún pegada a él.

-Felicidades, tío. ¿Cuántos cumples? - Dijo Harry, chocándole la mano; típico gesto entre colegas.

-No pienso decírtelo. - Bromeó.

-¡Felicidades tito y profe Oliver! - Corrió a saludarlo James. Oliver le sacudió el pelo.

Una vez que hubo saludado a todos los invitados, todos nos sentamos en la mesa y esperamos a que Jennifer trajera la tarta, de chocolate y mermelada de fresa, con las velas ya encendidas. Todos le cantamos cumpleaños feliz muy entusiasmados, en especial James, que cantaba la canción y a la vez hacía los coros.

-Vamos, sopla. - Le animó Heather y Oliver obedeció. -¿Pediste un deseo?

-Sí.

-¿Cuál? - Preguntó James, sentándose encima de Harry.

-Si te lo digo no se cumplirá.

-¡Es estar con la tía Rachel!

Todos sonrieron enternecidos, pero la verdad es que a mí me molestó el comentario. Aunque obviamente, no iba a enfadarme con un niño pequeño. Además no lo había hecho con ningún tipo de maldad.

Me dispuse a cortar tarta para todos. James repitió tarta a pesar de las protestas de su madre sobre que ya había tomado demasiada azúcar para un sólo día.

Y por fin llegó el momento culmine de la fiesta; la entrega de regalos. Harry, Heather y el pequeño James le regalaron un bonito jersey de lana gris y una pulsera de Spiderman, ya que James había insistido mucho en que debía haber algo de el hombre araña. Jennifer le regaló un altavoz con bluetooth y Robin unos tenis negros muy chulos. Y por fin llegó mi turno. Le di una cajita alargada de color celeste con un gran lazo blanco. Al abrirla abrió los ojos como platos.

-¡Di que es! - Gritó Robin, abucheándolo en broma.

-¿Nos vamos de viaje? - Preguntó, mirándome fijamente a los ojos. Asentí. -Gracias, amor. Te amo. - Y me abrazó. Me quedé helada. Te amo. Vaya locura...

Todos empezaron a tomarse unas copas, y yo aproveché para escabullirme a la cocina para despejarme. Me había agobiado mucho. Si lo que intentaba era aclararme, él lo había estropeado. Sus palabras sólo habían conseguido asustarme y clavárseme en el corazón como un puñal. Me eché un chupito de la primera botella de alcohol que cogí, sin mirar siquiera de qué era. Me lo bebí del tirón y respiré hondo.

-Hola. - Dijo Heather entrando en la cocina para coger la botella de agua de James, pero al verme la cara se quedó quieta. -Oye, ¿qué pasa?

-No sé... Estoy un poco agobiada.

-A ver, cuéntame. - Dijo, de manera comprensiva, dándome un achuchón en el hombro.

-Creo que ahora no es el momento. - Repuse, viendo a todos bailar afuera con la música que Oliver había puesto en su nuevo altavoz.

-Entonces ven. Vamos a divertirnos. - Heather tiró de mí hasta el salón y me puso en medio de la pista improvisada para que bailara. Yo tiré de ella para que no se fuera y ambas empezamos a bailar.

Casi me recordó a nuestra graduación. Casi. Cuando aún se sentía como si fuésemos jóvenes. Antes de que Heather se quedara embarazada. No nos equivoquemos; amo a James. Sin embargo, a veces, no puedo evitar imaginar como hubiese transcurrido nuestra vida si no hubiese sido tan testaruda y hubiéramos hecho lo que Heather quería: una fiesta tranquila en el gimnasio del instituto. Hubiésemos actuado como chicas de nuestra edad. Ella seguiría viviendo con sus padres, estaría en último año de carrera y estaría apunto de cumplir su sueño de ser actriz. Seguramente hubiese triunfado; tenía un gran talento. Habríamos ido de fiesta, habríamos viajado juntas y un sinfín más de cosas que nunca pudimos llegar a hacer. Ahora que veía a Heather bailando tan resuelta y tan jovial, me apenaba el pensar todo lo que pudo haber vivido. Aunque, en el fondo, siempre que pienso así, acabo sonriendo, porque sé que si ella pudiera volver atrás, volvería a hacerlo todo tal cual.

De repente abrazo a mi amiga con fuerza.

-Te quiero.

Love is HORRIBLE (I think)   {#TM2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora