8. Preguntas.

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Caminé hasta la cocina con lentitud, pensándo cada una de las letras que tendrían que salir por mi boca si no quería cagarla.

En el trayecto, pensé en que es lo que ocurriría realmente si Luke, no era quién decía ser. ¿Hablaría en broma con lo de "no volverás a saber de mi"?

Sabía que me enfadaría, y mucho, pero por algún extraño motivo no podía ni imaginarme el no volver a verle. Era la primera vez que algo a sí me ocurría.

¿Qué estaba pasando contigo Alison Hoffman?

Caroline se hayaba sentada en la mesa leyendo una hoja con atención, me pregunto que pondría, y si me dejaría a mi leerlo.

Me quedé observando en silencio, reflexionando una última vez sobre si debía hacer la pregunta que me rompería o iluminaría el corazón.

-¿Alison?¿Cariño, te ocurre algo?

Desperté de mis pensamientos internos y volví al mundo real.

-¿Qué? No. Estoy bien, Caroline, necesito preguntarte algo.

Ya no había vuelta atrás, mis piernas flojearon, pero permanecí de pie. Ella me miraba con los ojos muy abiertos.

-Dime, cielo.

-¿Cómo es tu jefe? -Ya está. Lo había preguntado.

-Es un cerdo. Espero que no trabajes nunca para él, aprovecha su estatura para mirarte partes que no quiero mencionar.

¿Alto? Mierda.

-¿Y cómo es físicamente?

Crucé los dedos, vamos, por favor.

-Oh... ¿Físicamente?-Se llevó el dedo índice a la barbilla y cerró los ojos. -Tiene el pelo oscuro.

Tragué saliva.

-¿Y sus ojos?

-¿Cariño a qué vienen tantas preguntas?

-¿Cómo son sus ojos? Caroline, por favor.

-Creo recordar que eran verdes, pero no un verde de marrón claro, un verde intenso, muy brillante.

Mi alma cayó al suelo. Alto, pelo oscuro, y ojos verdes. Era él, no cabía duda alguna.

-Está bien, gracias, Carol.

Me giré sobre mis propios talones mientras ocultaba mis ganas de llorar.

Joder, que puta mala suerte la mía.

¿Por qué no podía ocurrirme nunca nada bien?

¿Acaso he nacido para ser siempre un cero a la izquierda? Ya no iba a volver nunca más a oir esa perfecta voz, o poder quedarme anonada de ese verde tan intenso como había Carol descrito momentos antes.

Ya no iba a volver esa sensación de "estamos tú y yo, solos contra el mundo"

Mis sentimientos rosas habían llegado a su fin.

Cuando estaba a punto de irme de allí, Caroline habló.

-¡No, espera! Ojos negros, sí. Byron tiene los ojos negros.

Me di la vuelta y la miré con los ojos abiertos. Siguió hablando.

-Oh, que tonta estoy, estaba mezclando a Morgan y a Byron en una misma persona. -Rió.-Perdona cariño.

Una sonrisa cubrió gran parte de mi rostro.

-¿Has dicho Morgan?

-Claro, Morgan lleva toda la empresa, looks no existiría si no fuese por él. Luke Morgan es su nombre completo si creo recordar, es un hombre realmente atractivo.

Todo en mi interior dio un salto de alegría, sentí unas ganas terribles de reír, y a sí lo hice. Reí fuerte y a carcajadas mientras la mirada de la mujer de la casa me observaba con una mezcla de sorpresa y confusión en la mirada. Caí al suelo, y seguí riendo mientras golpeaba el suelo con las manos y notaba como lágrimas de risa salían de mis muy esperanzados ojos. Al cabo de unos minutos sólo me encontraba ahí tirada, sonriendo mientras asimilaba todo lo que esto significaba.

Gracias dios mío. Gracias.

-¿Estás enferma?-Dijo acompañado de una suave risa.

Enferma, pero de amor. Pensé, y contesté sonriendo a en el día de hoy mi mujer preferida.

-Sólo ha sido un ataque de risa algo repentino. Nada de lo que preocuparse.

-Nunca te había oído reír. -Dijo, y mostró una pequeña sonrisa. - No sé que es lo que está pasando ahora mismo en tu vida Alison, pero sea lo que sea me gusta el efecto que está causando sobre ti.

-Sí. A mi también me gusta, y mucho. Es extraño, pero no puedo negar que me encanta.

Caroline me mostró una sincera sonrisa teñida de blanco y asintió sonriente.

-Por cierto. ¿Qué tenías que decirme?- Pregunté a la vez que me levantaba y sacudía mis rodillas que estaban un poco manchadas de tantas vueltas sobre los azulejos negros.

Se quedó callada, miró el escrito que todavía sostenía en las manos y tras unos instantes en silencio y con una dura linea en la boca hizo una bola de papel con él y la tiró a la papelera.

-Ya no importa. -Sonrió.-Puedes ir a tu cuarto ya, si quieres.

-Tengo que hacer una llamada, luego me iré a la cama, a sí que gracias Carol, y buenas noches.

Me fui de allí, aguantándome las ganas de ir dando saltitos de emoción.

Y llegando hasta el teléfono y sacándome la tarjeta del bolsillo por segunda vez en el día de hoy, marqué esa combinación de números que me gustaban tanto.

-¿Y bien?

-Entonces... ¿Cuándo quedamos?

No estaba viéndole, pero estaba segura de que sonreía tanto como yo lo hacía en ese preciso instante.

-¿Mañana te parece bien?

Pensé por un momento y caí en la cuenta de que mañana era sábado.

-Me viene perfecto.

-Genial. ¿Paso yo a buscarte?

-¿Sabes dónde vivo acaso?-Dije riéndome suavemente.

-Me sé la ubicación exacta de todos y cada uno de los hogares de mis empleados. Y a partir de ahora, el de Caroline será el primero que se me venga a la cabeza siempre.

Me mordí el labio ahogando un grito de emoción.

-Estaré encantada de que vengas a buscarme entonces. ¿A las cinco?-Pregunté.

-A las cinco.-Confirmó.

-Estupendo pues.

-Bueno, ve a dormir. No quiero que estés cansada para nuestra cita de mañana.

-Vale, iré a dormir.

-Buenas noches, mi muy querida Alison Hoffman.

-Buenas noches. -Hice una breve pausa y susurré aquel perfecto nombre que se enredaba con cada una de sus letras entre los movimientos de mi lengua. -Luke Morgan.

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora