7. ¿Mentiras?

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Me rasqué la nuca y miré el número colocado sobre la puerta.

-Ciento trece. -Leí.

Al fin, mi interminable búsqueda había llegado a su fin. Llamé a la puerta y pasé.

La verdad que nunca había entrado en la oficina de Caroline, me sorprendí bastante al ver que el ambiente no era en absoluto como lo había imaginado.

Las paredes, teñidas de un agradable rojo daban un toque alegre al cuarto, una mesa blanca, y una silla de escritorio negra a la izquierda, con un teléfono, una pequeña lámpara y varios folios tirados por encima. En la otra punta de la habitación, podía admirarse un cristal que ocupaba toda la pared derecha, seguro que dejaba pasar mucha luz al cabo del día. Un suelo caoba, y una alfombra circular blanca ocupaban toda la superficie del suelo.

Caroline estaba de espaldas a mi, observando por la gran cristalera mientras hablaba por teléfono.

-Está bien. Me encargaré de que su informe esté listo para mañana. -Apoyó la frente contra el cristal. -Lo sé, no debí esperar al último día. -Suspiró.-Sí, claro. Buenas tardes a usted también.

Colgó, lanzó un largo suspiro de nuevo y soltó una pequeña blasfemia en voz baja. Creo que no acababa de tener lo que son llamadas "felicitaciones por un buen trabajo" al teléfono, ahora entendía el motivo de sus noches en vela y el sonido de la cafetera a las tantas de la madrugada. Pobre Caroline.

Al girarse me vió y esbozó una pequeña sonrisa.

-Oh, Alison. No te oí llegar, perdoname cariño. -Y en un instante, conmigo volvía a ser la de siempre.

-¿Se te ha olvidado hacer un informe?

-En realidad es el que llevas en el maletín, pero no podía decirle a Byron que se me había olvidado en casa, me despediría en el acto.

Arqueé una ceja, ¿Byron?¿Despedir?

-¿Tu jefe no se llama Luke?

Ella también arqueó una ceja.

-¿Luke?¿Cómo que Luke?¿De qué estás hablando?

-¿Cómo demonios se llama tu jefe?

-Byron Derek Hill.

Mi cara fué todo un cuadro en ese instante.

¿Ese gilipollas me había engañado?

Sentí todo un cúmulo de emociones en mi interior, tanto un odioso sentimiento de "te lo dije", como un inmenso dolor en el corazón.

No quería llorar, no aquí. No delante de la mujer con la que convivía, y después delante de toda la empresa.

Me giré sobre mis propios talones y caminé hasta la puerta.

-Me voy a casa Carol. Ten una buena jornada, y disculpa mi tardanza al traer el recado. Adiós.

Y tras decir eso con la poca fuerza que me quedaba en la voz, salí sin siquiera cerrar la puerta.

Caminé intentando memorizar el recorrido con el que había conseguido llegar para salir de allí lo antes posible.

Realmente, esta mierda me había afectado.

Le creí interesado en mi, por un instante mientras estuve junto a él olvidé todo.

Con todo, literalmente me refiero a todo.

Crucé la puerta de la salida intentando no llamar la atención y me fui, dejando atrás el gran edificio de un color blanco impecable.

No quería poner música esta vez, necesitaba pensar.

Llegué a las siete menos tres minutos a casa, con lo que pensaba decirle en la punta de la lengua.

En principio preferí hacer como que nada había ocurrido, y olvidarme de él para siempre. Pero nadie que miente a Alison Hofman sale vencedor de una batalla.

Cuándo el reloj de pared marcaba las 19:01 descolgué el teléfono fijo y marcando el número de la tarjeta me quedé quieta, firme y con las ideas claras.

-Veo que te gusta hacerme esperar Alison Hoffman.

Sonreí, su voz era mi calmante. Pero recuperé la compostura al instante.

-Y yo veo que a ti te gusta mentir Luke Morgan. ¿O debería decir Byron Derek Hill?

-¿Por qué deberías decir "Byron Derek Hill"?

-Porque es tu nombre, quizás.

-¿Qué? Definitivamente me he perdido.

Apreté ambos puños, será imbécil.

-¿No sabes cómo demonios te llamas?

-Luke.

-No. Joder, deja de mentir, te he pillado.

-¿Pero se puede saber de qué estás hablando Alison maldita sea?

-Caroline me dijo que su jefe no se llamaba Luke, sino Byron. ¿Cómo puedes explicar eso?

-¿Byron? Byron está muchos cargos por debajo de mi, se le llama el jefe pero el muy imbécil sólo se pasea por ahí dandole órdenes a las empleadas con un mínimo escote.

Me quedé a cuadros. Si eso era cierto, había perdido la poca dignidad que me quedaba.

-Si no me crees, pregúntale a Caroline cómo es su jefe físicamente. Si me describe a mi, no volverás a saber de mi.

-¿Y si no te describe?

Enredé con los dedos el cable del teléfono esperando una respuesta que no llegaba. Al fin, habló.

-Tendrás una cita conmigo.

¿Qué?¿Cómo ha llegado esa maldita conversación ambientada en la ira y el engaño a la charla de una cita?

-Lo arriesgo todo a cara o cruz Alison. Sólo ve y pregúntale a esa mujer. Si yo soy ese tal Byron, te sacaré de mi cabeza y no volverás a oir mi nombre en la vida. Soy de cumplir mis tratos.

-Está bien. En cuanto llegue le preguntaré.

-Bien.

-Bien.

Se oyó una suave risa al otro lado del teléfono.

-¿Cómo puedes volverme tan loco?

Tragué saliva.

-Puede que estés loco de por sí.

-Sólo loco por hacerte mía Alison, sólo loco por hacerte mía.

Asentí mientras me mordía el labio. Este hombre es un maldito pervertido. Cuando quise contestar la puerta de casa sonó interrumpiéndome de lleno.

-Carol ha llegado. -Hice una breve pausa. -Por si esta es la última vez que oigo de ti. Buenas noches y te deseo lo mejor.

-Buenas noches princesa, buenas noches.

Colgué, y sentí como el pecho me iba a mil.

¿Qué diablos hace este chico conmigo?

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora