3. Amuleto de la suerte.

684 34 1
                                    

La alarma sonó.

Dejé que sonase un rato más, realmente no es que fuese un sonido que me molestase demasiado, sólo que, cansa.

Abrí los ojos, mientras notaba como el cansancio de haber dormido menos de las horas recomendadas se apoderaba de mi cuerpo.

Joder.

Esto se siente peor que una resaca.

Me levanté de la cama, calzándome mis zapatillas y me arrastré como pude hasta el baño.

No hay nada mejor que una buena ducha para despejar la mente.

Me quité el pijama, despacio, mientras observaba mi cuerpo en el espejo, estoy gorda.

Refunfuñé a mi reflejo y me metí en la ducha, el agua caliente tardó apenas un minuto en despertarme del todo. Me enjaboné el cabello mientras pensaba en como iría el día de hoy, de seguro mal, siempre va mal. No tengo amigos en mi instituto, sólo Amelia. Aunque, que demonios, ella sola vale más que todo ese grupo de imbéciles. Cuando me harté de mis pensamientos odiosos, prendí la radio de la ducha y me fundí en el suave tono de voz de Owl City y su canción "Fireflies."

Salí, enrollé mi cuerpo en una toalla roja y con otra negra comencé a secar un poco mi pelo para poder desenredarlo más tarde. A continuación, me puse una de mis camisas blancas, una de mis preferidas. Pantalones negros de pitillo, y mis botas marrones con el interior de terciopelo. Eché un último vistazo al conjunto de hoy, y me fui a la cocina en busca de algo con lo que llenar el estómago.

Nada más entrar, vi como Caroline estaba preparándose un café mientras servía la última ronda de tortitas con sirope de chocolate y nata.

Mis preferidas.

Me senté, y engullí una de ellas a la velocidad de un rayo, le dí un sorbo a mi té verde y cogiendo mi mochila y sin despedirme antes, salí de allí a todo correr.

Miré mi reloj de muñeca, aún quedaba media hora para que comenzasen las clases, pero me gustaba ir a recoger a Amelia a su casa, me siento más cómoda si sé que ella va acompañada, y no sola.

Toqué el timbre tres veces, y una sonriente rubia me abrió la puerta.

-¡Buenos días Ali! -Dijo mientras se avalanzaba hacia mi y depositaba dos besos en cada una de mis mejillas.

-¿Ha pasado algo? -Pregunté un tanto confusa.

-Mi horóscopo dice, que hoy será un día genial para mi. -Se mordió el labio ahogándo un chillido.

-No debes creer en esas mierdas. -Dejé caer, mientras ponía los ojos en blanco y mostraba mi típica faceta seria. Ví su emoción caer levemente, y hablé de nuevo. -Bueno... ¿Y qué decia tu amigo el horóscopo de mi?¿Me va a atropellar un tren o algo a sí?

Soltó una carcajada.

-Dijo que hoy encontrarías tu amuleto de la suerte.

-Interesante. ¿Podemos ir ya a clase? -Frunció el ceño, no le gustó mi interrupción, pero sonrió de nuevo y asintió.

El camino fue bastante callado, había intentado hablar conmigo un par de veces, pero debió de inmutarse de que a mi ese silencio me era agradable

Me gusta el silencio. Amelia habla por los codos, y un momento de tranquilidad con ella es un momento en el área de descanso.

Al fin llegamos al instituto, "Sheffield Park Academy" leí en la inscripción dorada colocada sobre la puerta principal.

Tragué saliva. ¿Preparada para un nuevo día Alison? Tú puedes, vamos.

Caminamos a través de la entrada y nos dirigimos a nuestra clase, la cual ya estaba llena de todos los retrasados que amaban hacerme la vida imposible. Cuando entré detrás de Amelia, todo el alboroto de la clase se convirtió en un repentino silencio.

-Buenos días. -Dije yo, secamente, ante todo modales. Y a continuación caminé hasta mi pupitre. Saqué uno de mis cuadernos y empecé a dibujar, instantes después la profesora Dickens entró con paso decidido.

Las tres primeras horas fueron aburridas aunque el recreo llegó rápido.

Amelia y yo salimos al patio, para dar una vuelta. Un gritó resonó en mis oídos.

-¡Alison!¡Las malditas gordas como tú no deberíais existir! -Montones de carcajadas actuaron como coro.

Una punzada de dolor atravesó mi pecho. Amelia se giró y le alzó la voz histérica.

Agaché la cabeza, como odiaba esto.

En ese momento quise llorar, muy fuerte, y que alguien me abrazase, igual de fuerte que mis ganas de morirme ahí mismo si pudiese.

-Amelia, voy a irme a casa. No me encuentro muy bien. -Se giró y me miró, con tristeza.

-¿Estás bien?

-Sí. Sólo me duele un poco el estómago.

Se quedó quieta por un momento, y a continuación asintió mientras daba una de sus sonrisas mas falsas.

Fui al aula a por la mochila y me fui corriendo de allí. Sólo quería ir lo más lejos posible de esos monstruos.

Llegué a casa, saqué las llaves de mi bolsillo y abri con cuidado para asegurarme de que no había nadie, y en efecto, a sí era. Estaba sola.

Ya está.

Estoy en casa.

Ya podía desahogarme, grité. Grité muy alto. Para callar mis tristezas. Pero fue en vano. Lloré, uy que si lloré. Corri al baño, abri la puerta, me tiré al suelo, abrí la tapa del water y acercándome me metí los dedos hasta la campanilla.

Lo eché todo.

Y con eso noté que mi dolor se había desvanecido un poco.

Volví a hacerlo.

Se sentía genial, ¿Podría hacerlo una tercera vez?

Me metí los dedos de nuevo en la boca, pero alguien gritó.

-NO ALISON POR FAVOR.

Me giré, y vi a Amelia, con todo su maquillaje corrido, como si hubiese llorado. Respiraba fuerte, seguro que había venido desde el instituto corriendo. Se acercó a mi y me dió una fuerte bofetada.

-GILIPOLLAS. NO VUELVAS A HACER ESO. DIOS.

Agaché la cabeza y volví a echarme a llorar. Sí que lo era, pero ella no entendía que esto era mi único combustible para seguir adelante. Me abrazó fuerte y ambas rompimos en un llanto silencioso.

Nos pasamos en esa postura por minutos. Menos mal que ella había venido, toda la carga del momento se había esfumado en cuanto la vi apoyada sobre el marco de la puerta. Me gustaba tenerla cerca, me relajaba.

-Amelia -Susurré. -Tu estúpido horóscopo tenía razón. -Se separó un poco y me miró fijamente frunciendo levemente el ceño.

-¿Por qué lo dices?

-Bueno...-Dije tímida.-En cuanto te vi aquí, en este baño. Me di cuenta de que el dolor se había ido. Podría decirse que tú eres mi amuleto.

Me miró. Con sus grandes ojos verdes tan brillantes. Y mientras se le saltaban las lágrimas, me abrazó de nuevo.

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora