9. ¿Esto es un adiós?

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-La ropa de siempre está bien. -Me comenté mentalmente sujetando la percha con la camisa blanca y los pantalones negros ajustados. -Pero no quiero dar a parecer que soy una aburrida. - Aclaré alzando un poco la percha de la sudadera negra y los leggins de flores vintage.

Miré ambas opciones y tiré la ropa sobre la cama enfadada.

Coño. ¿Qué ropa podría gustarle verdaderamente a este hombre?

Me crucé de brazos y fruncí el ceño. Malditas primeras citas, y malditos nervios del momento.

Posé la mirada sobre el conjunto que Carol me regaló, y me dí cuenta de lo que realmente quería llevar en el día de hoy.

Caminé hasta el baño, sosteniendo dos toallas en el brazo izquierdo, y la ropa en el derecho. Lo dejé todo en el armario del baño, y desnudándome me metí en la ducha.

Si algo sabía, es que un día no podía empezar bien de ninguna manera si el agua no quemaba sobre mi piel a primera hora de la mañana. Suspiré y me enjaboné el cabello mientras escuchaba la radio.

Salí sonriendo y enrosqué mi cuerpo en una de las toallas, con la otra me sequé levemente el pelo.

Al cabo de una hora y media estaba lista para cualquier cosa que se avecinase ahí afuera.

Por primera vez en mucho tiempo, sentía esa fuerza que te ayuda a querer afrontar lo desconocido.

Valentía, suelen llamarla.

Y se siente jodidamente bien.

La sorpresa de la mañana fue no descubrir a Caroline en la cocina preparando el desayuno o leyendo el periódico con un signo de esos suyos de preocupación.

Me pregunté si habría pasado algo, pero preferí no darle mucha importancia y me acerqué al frutero para coger una manzana y engullirla mientras volvía a mi cuarto.

Las horas hasta las cinco pasaron volando, mi MP5 se encargó a la perfección de ello.

El timbre sonó con insistencia, corrí a la entrada y abrí la puerta.

-Buenas tardes, Alison.

-Hola Luke.

Un apuesto hombre se mostraba ante mi, con su camisa blanca, con dos de los botones desabrochados y unos pantalones negros. Unos zapatos marrones acababan el conjunto como si se tratase de la guinda de este perfecto pastel.

Sus ojos verdes se clavaron en mí, y me echó una ojeada de arriba a abajo.

-Parece que vamos conjuntados. -Yo también me miré y me dí cuenta de que estaba en lo cierto. Sonreí y asentí.

Buena elección Hoffman. Buena elección.

-¿Y bien?¿Qué quieres hacer?- Preguntó, y arqueó una de sus cejas mientras inclinaba la cabeza ligeramente.

Me mordí el labio. Jo, que adorable.

-Como prefieras, yo no tengo ninguna idea en mente en estos momentos. -Dije, y me encogí de hombros. Él sonrió, y me cogió de la mano.

-Ven, quiero llevarte a un sitio. -Y sin dejarme reaccionar, tiró de mi y nos pusimos a caminar.

En medio del pequeño viaje, miraba nuestras manos perfectamente enlazadas y sentía un repentino cosquilleo en lo más profundo de mis entrañas. No podía hacer más que sonreír como tonta.

No caminamos mucho, un cuarto de hora, creo.

En aquellos momentos había perdido la noción del tiempo.

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora