22. Insomnio.

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Mis manos se movían inquietas sobre la mesa.

-¿Alison ocurre algo?

Centré mi atención por un momento en Carol y volví a mirar con nerviosismo el plato lleno de tortitas.

-Comida.-Dije.-Nunca había visto tan apetitoso un plato de comida. ¿Puedes traerme el chocolate? Creo que quiero chocolate. Sí, quiero chocolate, quiero comerme una ración de tortitas con chocolate.

Arqueó una ceja.

-¿Has dormido?

-Me he tomado 7 tazas de café.-Musité.-¿Dónde está el chocolate? Quiero chocolate.

Cogió el bote con ambas manos de la encimera y lo colocó a mi lado.

-¿Por qué tanto café?¿Tienes algún exámen cerca?

-No.-Extendí una gruesa capa de líquido marrón sobre mi plato.-No, no, no. Tenía que pensar. La vida tiene cosas sobre las que pensar. Muchas. Muchas muchas. ¿Nunca has parado a pensar qué le ocurre a un plato de spaghettis si nadie se lo come?-Enrollé mi tortita sobre sí misma y le pegué un mordisco.-Los spaghettis también tienen sentimientos. Los spaghettis son muy O.K.

-Alison...

-Tengo que darme prisa. Voy a llegar tarde al instituto.-Mordí de nuevo mi tortita rellena de chocolate.-¡VOY A TENER UNA FALTA SI LLEGO TARDE AL INSTITUTO!-Grité.

-Domingo.

-¿Qué?

-No tienes clases, hoy es domingo.-Susurró alto para que pudiese oírlo.-Y deja de hablar tan alto. Son las 6 de la mañana.

-¿Por qué no hay clase los domingos?-Rebañé el azúcar de mis tortitas con mi dedo índice.-¿No debería no haber clase los miércoles? Para que los estudiantes tuviesemos un descanso entre semana, no para tener que estar esperando hasta el fin de la semana para tener un merecido día de descanso. Es más ¿Por qué el domingo es el último día de la semana?

-Alison.

-Seguro que a Dios le caía mal ese tal Domingo.

-Alison...

-Y Sábado seguro que era su amante. Que cabrón Dios. Lo tiene todo pensado. Lunes seguro que era la paloma que dejó a la virgen fuera de su propio apodo.

-¡Alison!

-¿Qué?

-¡Me voy a la cama!-Se frotó las sienes con exasperación.-Y tú también deberías, buenas noches.

Posó las manos en la mesa y mirando con asombro mi plato vacío sentenció sus últimas palabras antes de salir del comedor.

-Diablos, nunca antes te vi tan hambrienta.

Tragué lo que tenía en la boca y me levanté del sitio, comencé a dar vueltas en círculos.

Era evidente el por qué de mi pequeño trasnoche innecesario, no podía dejar de pensar en lo que mis padres me habían dicho la tarde anterior.

Dueña de una empresa, con 18 años. 

Jo der.

Primero lo tomé como una alegría, pero cuando comencé a darle vueltas llegué a la conclusión de que era lo peor que podía haberme ocurrido en estos momentos. Quería acabar mis estudios, ir a una universidad de prestigio, preocuparme tan sólo de lo que debía ponerme, tener tiempo para mis amigas, pasar momentos maravillosos junto a mi novio.

Ser feliz.

Y una empresa te lo impide, por supuesto que lo hace. En general la fama lo hace. Nunca he visto a un famoso hablar de todo lo que le gusta tener todos y cada uno de los días del resto de su maldita vida planificados por alguien que ni siquiera es él. Y dudo que algún día lo oiga.

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora