29. La verdad

50 10 0
                                    

6 Días.

Mañana hará una semana desde que Dylan y yo lo hablamos todo detenidamente.

Mañana hará una semana desde que todas las preparaciones para el último día del baile comenzaron.

Mañana hará una semana, desde que Luke no aparece, en nuestro banco.

Me llevo las manos a mi coleta ya casi deshecha por todos los tirones que le he dado en esta hora y media, juego con las mangas dobladas de la chaqueta de Luke y me convezco a mi misma de que no puede desaparecer por siempre. Apoyo la cabeza en el respaldo y suelto un suspiro lleno de desesperación. Finalmente, no sé cómo pero me quedo dormida.

Cuando abro los ojos me encuentro con una conocida mirada de orbes verdes, que me observa con curiosidad, miro a todas partes desorientada y reconozco que este no es el parque, y definitivamente esta mullida cama de sábanas totalmente blancas, no es el banco en el que me quedé dormida.

—¿Dónde estoy, Luke?—Desvío mi mirada hasta sus manos, que se encuentran sosteniendo una bandeja con una taza de lo que parece ser un té verde, y una pequeña pila de galletas. La coloca sobre mis rodillas, y aunque lo más humilde sería negarme, mi estómago gana a mi educación y me lanzo a devorar una de las galletas mientras él comienza a hablar mientras me mira.

—En mi casa, te encontré tirada esta mañana en el banco del parque en el que solemos quedar. Me preocupé, creí que te había ocurrido algo, pero cuando te cogí en brazos comprendí que sólo te habías quedado dormida.

Me sonrojo, trago todo lo que tenía en la boca y me limito a pensar en que he recostado mi cara en el torso de... Le miro asombrada y es entonces cuando me doy cuenta de que salvo por los boxer negros que lleva puestos, está prácticamente desnudo. Me comienza a arder la cara cuando por primera vez me fijo en el cuerpo de 10 que Luke Morgan había desarrollado, entrecierro un poco mis ojos y agacho la cabeza pensando en que esos brazos totalmente musculados me habían traído hasta aquí. Madre mía, estas cosas sólo me pasan a mi. Supongo que se percata de ello porque suelta una pequeña carcajada y comienza a hablar muy rápido.

—Duermo así, lo siento si te incomoda.

Sonrío un tanto abrumada y tratando de que no me erupcionen las mejillas, él se apoya en sus rodillas y me mira seguir comiendo. Siento que me presta atención de una manera extraña, igual que cuando me desperté.

—¿Puedo hacerte una pregunta?—Sus labios se fruncen de una manera extraña, como si estuviese asimilando lo que iba a cuestionarme. Asiento escéptica, y lo que oigo me deja sin palabras.—¿Existes de verdad?

Me quedo callada, mirándole, intentando descifrar el verdadero significado de su pregunta. Se cruje los nudillos con el mismo pulgar de cada mano e imaginándome que eso es un tic nervioso, y que estoy tardando demasiado en responder, hablo.

—Sí, Luke.—Me cuesta seguir la frase sin sentirme un poco estúpida.—Soy... real.

—¿Me lo prometes?—No logro entender nada.

—Claro...—susurro confundida.—Te lo prometo.

Entrelazo mis manos con las suyas y le miro con una intensidad radiante, mientras sonrío amablemente. Su rostro parece relajarse por completo, me parece que le he convencido. Y antes de que pueda hablar para comenzar a cuestionar un montón de cosas salta sobre mi y me abraza mientras grita eufórico:

—¡Gracias Alison Hoffman!¡Gracias por existir!

*

Mientras prepara otro té para ambos, no puedo dejar de mirar desde mi silla toda la cocina. Entrañablemente, me resulta tan familiar que no puedo evitar sentirme un poco como en casa. Es como si ya hubiese estado antes aquí, aunque, si fuese así, lo recordaría... como al tío semidesnudo que me está preparando un té verde (que por cierto, estaba delicioso) en su cocina de aspecto viejo y desgastado.

Creo que acabo de recitar el sueño más profundo de toda mujer amante de los libros, las bebidas calientes y la tranquilidad.

No obstante algo me dice, que con Luke Morgan, todo debe ser un completo "nada de tranquilidad" durante el resto de tu vida. Aunque no voy a negar que eso sonaba tan interesante como atractivo.

—Oye Luke... ¿vives sólo? —Posa las tazas con ese delicioso y humeante contenido verdoso a cada lado de la mesa y se dispone a echarme azucarillos mientras seguía hablando.—Lo digo porque tienes una cama demasiado grande y este piso no parece el lugar adecuado para...—Me detengo mientras veo como echa dos terrones en mi bebida.—Tres.—Imploro.

—¿Qué?—Parece confundido, coloco mis tres dedos centrales frente su cara.

—Yo tomo el té con tres azucarillos, así sabe más dulce. No esta mal endulzar la vida un poco de vez en cuando. Ya sabes.

—Tres azucarillos—repite para si mismo, y echa uno más en mi taza, para mi sorpresa, hace lo mismo con la suya. Mientras sonríe tontamente al líquido que sostiene entre las manos, e ignorando totalmente mi anterior pregunta comienza a hablar de carrerilla.

—Alison Hoffman, todo a tu lado es más dulce, las noches, las conversaciones, los cigarros y sobre todo, el té. Me recuerdas tanto a alguien de mi pasado... Sin embargo... No logro ubicarte, y sé que a ella la recordaría, por... —Se detiene de golpe para mirarme directamente a los ojos. Me sonrojo, pero le mantengo la mirada, esperando a que termine la frase.—No importa. No, no eres ella.

Me siento un poco decepcionada, quería saber el final, lo que le había robado el corazón de aquella mujer. Pero también logra descubrir en mi una fuerte curiosidad. ¿Cómo no podía recordar a la que había sido su enamorada?

—Acaso...¿No la recuerdas?

Suspira. Me siento mal al instante, no debería haber preguntado. Nunca había oído algo tan triste como eso. No poder recordar a la persona que has amado... Qué pesadilla, olvidar todos esos momentos llenos de magia, y esos besos que revelan pasión. Por algún extraño motivo siento una punzada de dolor en el pecho. Quizá había empatizado más de lo que debía con este Romeo y su cruel historia de amor.

—Sus ojos... Eran diferentes a cualquier otros ojos que hubiese visto antes, te lo aseguro.—Una leve sonrisa se forma en él, escucho con exotismo.—Eran preciosos, ¿y sabes lo mejor de todo? Ni siquiera eran iguales entre sí. Sufría de esa llamada "heterocromía iridium total" Aún los recuerdo. Marrón de la intensidad del delicioso chocolate, y un azul que enamoraba al mismísimo cielo...

Me quedo de piedra, callada. Mi cabeza comienza a doler de golpe, siento como si me estuviesen presionando con una fuerza brutal las sienes. Vuelvo a mirar la cocina, y al girarme me veo a mi misma, meses atrás dejando caer el vaso de agua idéntico a los demás que había en el estante superior. Veo a Luke hablando sólo en la terraza, dirigiéndose a una tal Anne, que había mencionado también el día que nos reencontramos, en aquel banco.

En nuestro banco.

Explicar con exactitud todas las emociones que me invadieron en ese instante es prácticamente imposible. Como hace unos instantes me condolecía del abrumador sentimiento de olvidar a la persona que amas, cuando yo misma había pasado por lo mismo. Me tapo la cara con las manos, siento como estoy sufriendo una taquicardia, respiro de mala gana, noto como me estoy quedando sin aire. Las lágrimas me caen como una cascada por las mejillas. Grito, chillo de todas las maneras que puedo y finalmente me reconforto en mi asiento, y sin dejar de mirar en ningún momento a Luke.

Me quito las lentillas.

Visions [ editando por finalización ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora