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Claro que lo sabía, luego de todo lo que habías hecho no valía siquiera la pena dedicarte ni un minuto de mis pensamientos. Pero ahí estaban tus ojos grises, tu cabello rubio ceniza, esa pequeña cicatriz que te cruzaba el labio inferior y esa cicatriz, apenas más visible, que te surcaba por tus abdominales...

Joder, tenía que olvidarme de ti.

Amor en gama de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora