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Ya casi me quedé sin papel y la profesora de literatura parece a punto de asesinarme con la mirada, sabe que claramente estoy escribiendo a un ritmo demasiado frenético como para que sean apuntes.

Es gracioso que me estés mirando fijamente mientras te escribo todo esto y tu ni siquiera sabes que te estoy escribiendo.

Se que podría haber ido a hablar contigo en el recreo (en 7 minutos) para responder a tu pregunta de hace un rato. Pero lo hable con Taina (perdona por eso, no le digas a la profesora que mentí sobre ir al baño, suelo hacerlo) y llegamos a la conclusión de que suelo ser bastante idiota a la hora de decir lo que pienso, así que te escribí esta muy larga carta que ahora mismo estas leyendo y que metí en tu mochila disimuladamente (si es que no se arruinó mi plan).


Amor en gama de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora