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Theo había sido un ángel. Me abrió cada puerta que se interpuso en mi camino, incluida la puerta del recuerdo.

Y es que sabía que era injusto, joder, sabía que cada segundo que pasaba junto a ese chico era una injusticia. Sabía que no se merecía, que a cada paso que daba, lo estuviera comparando con su amigo. Que a cada sonrisa que me dedicaba, no pudiera evitar extrañar tus incisivos apenas torcidos. Que a cada risa que soltaba no pudiera hacer más que pensar que la tuya es más dulce. Cada segundo a su lado solo podía recordarme aquella estúpida fiesta del invierno de un año atrás.


Amor en gama de rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora